Una estrella con genio para hacer brillar al equipo

«El Valencia es un club poderoso, pero hasta esta temporada no había ido como va ahora. Di Stéfano ha conseguido lo que otros no habían podido o sabido. Sólo hay que ver la clasificación». En la previa del Valencia-Celta de la 1970-1971, Juanito Arza, entrenador del conjunto gallego, señaló al artífice del equipo que descontaba los días para proclamarse campeón de Liga.

Alfredo Di Stéfano (Buenos Aires, 4 de julio de 1926-Madrid, 7 de julio de 2014) dirigió en tres etapas al Valencia. Llegó el técnico argentino al club de Mestalla desde el banquillo de Boca Juniors. De la plantilla que se encontró, le sobraron dos: Waldo y Guillot. Ninguno recibió una explicación convincente de aquella expulsión por carta. El primero intuía que debía ser por la fama de los brasileños; el de Aldaia, a causa de un caño que le hizo al argentino ante el Espanyol en su última temporada en activo. La decisión causó cierto recelo, pero no el suficiente como para arrebatar la ilusión a una afición que sabía que tenía como entrenador «al mejor futbolista de la historia».

Así lo definían los padres a sus hijos. A pequeños como Paco Gisbert. Él es el autor de 'El niño de Di Stéfano', una lectura costumbrista que relata la historia de un amor, el de un niño por su Valencia. Un enamoramiento en el que cada generación, cada una a su tiempo, experimenta irremediablemente. Aquella plantilla cuenta, contaba, que Di Stéfano era la estrella. Al que esperaban y adoraban en todos los estadios.

Di Stéfano sentía lo mismo por el Valencia: «A él le pasaba esto que nos pasa cuando estás enamorado de alguien y no puedes decirle que no. Por eso volvió una segunda vez, pero sobre todo una tercera, rescatar a un equipo que iba último. Recuerdo que le preguntaron sobre si entrenaría al equipo en Segunda y dijo que no se le caerían los anillos, y eso es amor». Recuerda Gisbert que aquel ascenso, con los Arias y otros de aquellos futbolistas con corazón, salvó al Valencia de la ruina: «La historia del club habría sido muy diferente de no haber sido por su regreso a Primera». A mediados de 2012, Di Stéfano pisó las entrañas de Mestalla, donde volvió a sentir de cerca aquel amor correspondido con motivo de un homenaje por el 25 aniversario del ascenso.