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R. D.
Viernes, 9 de febrero 2018, 00:49
valencia. Mestalla fue una olla a presión durante tres horas: desde las dos previas al inicio del partido y hasta el 0-1 de Coutinho. El valencianismo no dejó de creer, ni siquiera con el tanto del brasileño. Intentó llevar en volandas a los suyos y derrochó hostilidad con el Barcelona. A partir del minuto 49, el coliseo blanquinegro se fue silenciando. La afición intentó recuperar el calor con la entrada de Carlos Soler y Guedes, el último intento de Marcelino en busca de la hazaña.
El valencianismo quiso marcar el primer gol desde la avenida de Suecia. La afición preparó un recibimiento hostil al Barcelona, con proclamas en contra de Cataluña, banderas de España y el característico toro bravo. Por contra, el autobús que trasladó al conjunto blanquinegro a Mestalla hubiese accedido en volandas al estadio si los efectivos de seguridad lo hubiesen permitido.
Y es que al contrario de lo que sucedió en el partido de Liga, la Policía estableció el cordón de seguridad con bastante tiempo de antelación, lo que impidió a la multitud acercarse a los autobuses. Y eso que había ganas de semifinal copera. Dos horas antes del encuentro la avenida de Suecia ya estaba prácticamente llena. Cuando llegó el Valencia, desplazarse de un lado a otro de la calle era imposible. En esos momentos se encendieron bengalas en la plaza de la Afición, desde donde se iniciaron los cánticos que se corearon por los alrededores.
Lo que empezó como una jornada de ilusión acabó con un regusto agridulce. La afición reconoció el desgaste de sus jugadores, pero se marchó a casa con ganas de una final que se resiste desde 2008.
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