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Sixto Casabona, ante N'Kono en una jugada que acabó en penalti en un Valencia-Espanyol (5-2) de la Copa de la Liga. Paco Lloret

El experimento fracasado de la Copa de la Liga

El torneo se creó para generar ingresos y asegurar la presencia del campeón en torneos continentales. El Valencia la disputó sin pena ni gloria

PACO LLORET

Viernes, 15 de mayo 2020, 22:49

Coincidiendo con los años de la peor crisis del Valencia, se puso en marcha un nuevo torneo futbolístico en España. Se bautizó como la Copa de la Liga, copiada del fútbol inglés donde era conocida popularmente como la 'Milk Cup', con la pretensión de generar mayores ingresos para los clubes y asegurar la presencia del campeón en torneos continentales.

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Esta competición supuso un auténtico fracaso, no cuajó, y los aficionados le dieron la espalda. Finalmente, visto el resultado, se suprimió. La primera edición se celebró en la temporada 82-83, a la conclusión de la Liga, cuando el Valencia se había librado de bajar en la jornada final con el célebre gol de Tendillo. La última fue en la campaña 85-86, la del descenso a segunda.

El Valencia se despidió a las primeras de cambio en su debut en la Copa de la Liga. A nadie le importó. Después de la milagrosa salvación, ya todo daba igual. Además, el interés se fijaba en otros asuntos porque el club convocó elecciones a la presidencia, las únicas celebradas por sufragio universal entre sus socios a lo largo de la historia.

El doctor Vicente Tormo, que ostentaba el cargo, venció en las urnas al aspirante, una alternativa joven y revolucionaria encabezada por Vicente Mira Lázaro. La supuesta renovación profunda de la entidad, tras el monumental susto, se quedó a medias. Los graves problemas estructurales no se resolvieron. Tres años después vendría el drama.

El Valencia debutó en el torneo jugando contra el Racing de Santander, club que había perdido la categoría una semana antes en la inolvidable carambola a cinco bandas de la última jornada liguera. En el choque de ida celebrado en el viejo Sardinero se impuso el conjunto cántabro por 1-0. En Mestalla, con un ambiente de verbena en la grada, el Racing marcó por partida doble en los primeros veinte minutos. Hubo conato de reacción y dos goles, uno de Botubot y otro de Robert Fernández que igualaron la contienda. Aún se vislumbraba la remontada pero los santanderinos hicieron el tercero y, en los compases finales, volvió a marcar el centrocampista de Betxí el tanto de la igualada a tres definitiva. No hubo tiempo para más.

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Un año después, el Valencia encaró el torneo después de haber protagonizado una campaña de más a menos. En octubre era líder y en febrero, Paquito fue destituido. Roberto Gil tomó las riendas en el banquillo. El trauma de la crisis de la campaña anterior hizo mella. En la Copa de la Liga se repitió la historia. Una eliminatoria y a la calle. El rival fue el Sevilla, que se impuso por 1-0 en el Sánchez Pizjuán. El Valencia disputó la segunda mitad con un hombre menos por la expulsión de Castellanos. El mismo resultado se dio en la vuelta gracias al tanto de Ribes. Tras la prórroga sin variaciones se recurrió a los lanzamientos de penalti. Kempes, que esa noche jugó por última vez en Mestalla un partido de carácter oficial, marcó el primero y Ribes el segundo, pero los fallos de Arias y Subirats dejaron a los locales fuera de combate y a Raúl Iglesias, que no había marcado un solo gol desde su fichaje en el mercado de invierno, sin la opción de estrenarse porque le correspondía lanzar el quinto que ya era innecesario.

En la campaña siguiente, la 84-85, se produjo, al menos, una pequeña gesta. Aún no había concluido la Liga cuando tocó medirse con un viejo conocido: el Racing de Santander que venció en Mestalla por 1-2, con gol de Sixto para los locales. Todo parecía perdido, pero en la vuelta el Valencia superó la eliminatoria al imponerse por 0-2 con Arroyo y Wilmar Cabrera como goleadores. A renglón seguido y acabada la Liga explotó la situación en el vestuario. Los jugadores se plantaron porque se les adeudaba dinero y se negaron a entrenar. En la siguiente ronda, el Betis goleó por 4-0 en la ida. Fin de la historia.

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Un año después, con el equipo descendido, se superó al Conquense en la primera ronda tras el 2-2 de la ida para resolver en Mestalla por 3-1. El segundo rival tenía miga: el Espanyol. La rivalidad entre ambas aficiones se había disparado en esa época. El Valencia goleó por 5-2 en casa con doblete de Sixto, máximo goleador valencianista en la historia de este torneo. La vuelta en Sarrià se celebró en un ambiente de enorme hostilidad y con fuertes medidas de seguridad. A pesar de la crispación se registró empate a uno con gol de Revert. En la siguiente eliminatoria el Betis volvió a ejercer de verdugo. Mestalla recriminó de forma airada a los béticos su actitud pasiva en el famoso Cádiz-Betis que condenó al descenso a los valencianistas. La presión de la grada no impidió el triunfo visitante por 1-2. El mismo marcador se repitió en la vuelta a favor de los verdiblancos y, una vez más, marcó Sixto. Esa noche se cerró oficialmente la peor temporada en la existencia del club de Mestalla y se dijo el adiós definitivo a esta competición que nunca más volvió.

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