Mestalla no fue esta vez el epicentro del valencianismo, pero sí sintió los latidos de su afición. Esta vez los muros del viejo coliseo no vibraron de dentro a fuera sino al contrario. En el parking aledaño estuvo el reducto de gente que no pudo ir a Sevilla pero que quiso vivir la final como una jornada de fiesta. ¡Y vaya si la hubo!
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Hasta última hora estaba la duda de si el partido sería proyectado por las pantallas gigantes porque, en principio, el canal dueño de los derechos de la final no lo autorizaba. Finalmente el Valencia llegó a un acuerdo y el entorno de Mestalla era la única opción de vivirla con este ambiente. Y es que algunos municipios han cancelado durante la semana eventos de este estilo.
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Así, más allá de los más de 20.000 valencianistas que se marcharon a Sevilla con o sin entrada, miles de personas se echaron a la calle. Y desde primera hora de la tarde. Los más 'madrugadores' pasaron rápido los controles de acceso, donde más tarde se produciría algún momento con cierta tensión.
Una vez en la fan zone acotada, la fiesta empezó aún a pleno sol, justo el que les faltó a los aficionados que estaban en Sevilla. El actor Ferran Gadea grabó un vídeo que se proyectó en redes sociales, donde animaba a los valencianistas que estuvieran en duda a acudir a los aledaños del estadio: «No heu pogut anar a Sevilla? Vos estem esperant! Broncos y coperos! La Bordaleta».
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À Punt realizó un programa especial previo a la final. Uno de los invitados fue Santiago Cañizares, el portero de la Copa de 1999, de las Ligas de Benítez y de las finales de Champions. «¡Me he traído esta camiseta, que tiene más de 20 años, para que me la firme!», gritaba un aficionado, mientras el exguardameta sonreía desde el plató.
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Hubo tiempo para cantar al ritmo de la banda de música. Para hacer los últimos pronósticos, para merendar y cenar en los puestos de comida rápida que se ubicaron dentro de la fan zone. Mientras tanto, los dudosos y quienes apuraron fueron llegando en cuentagotas. Cuando anocheció, los aledaños de Mestalla eran los de un día de partido. Y lo era, pero a muchos kilómetros de distancia. Daba igual. Miles de personas vivieron junto a su estadio la final con la misma pasión como si estuvieran en La Cartuja.
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