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CAYETANO ROS
Jueves, 9 de julio 2020, 22:53
- ¿Cómo llevó ser el héroe del Centenario?
- Lo viví de manera natural. Se venía trabajando desde hacía dos años. En ciertos momentos me provocó ansiedad porque veía que les costaba mucho entender lo que significaba. (Los directivos del club) eran personas que venían de fuera con otra filosofía. Poco a poco caló y, al final, el club puso todos los medios.
- ¿Le sorprendió el reconocimiento?
- No, porque sé cómo son los valencianistas: agradecidos cuando se hace algo en beneficio de la entidad.
- En su perfil de whatsapp tiene una foto del 'Partido de las Leyendas'. ¿Es comparable ese día al debú como jugador del Valencia?
- Sí, lo pienso y se me pone la carne de gallina. Son momentos únicos en la vida. Con el campo lleno, los compañeros que vinieron..., un orgullo increíble. Estuve llorando los dos días siguientes. La propiedad, si no hubiera querido, era tan sencillo como decir que 'no'. Repercutió incluso en la buena marcha del equipo. Esa energía se transmitió a los jugadores. El equipo se dio cuenta de dónde estaba.
- ¿Y no le da pena que, en un año, haya desaparecido todo eso?
- Sí, claro, pero poco podemos hacer desde fuera.
- ¿Es una utopía que el club vuelva a los aficionados?
- No. En la segunda asamblea tras la venta del club, yo manifesté ante Lay-Hoon que íbamos a apoyar al propietario, pero nuestra ilusión de futuro es que un día pueda volver a ser de los valencianistas. No se trata de tirarlos (a los actuales dirigentes). Hay que convencerles de lo que significa para nosotros el club. Es fácil cuando el dinero no es nuestro; hay que respetar esa posición, pero debemos hacerles ver que un club no es solo una empresa. Es difícil, eso sí, porque, desde dentro, no hay demasiadas personas que puedan transmitirle esto.
- ¿Cómo se puede articular esa postura?
- Con la buena intención entre quien quiera articularlo y los propietarios. 'Señor Lim, cuando usted quiera cambiar por lo que sea, que nos dé la oportunidad a los valencianistas para intentar recuperar la identidad del club'. Respeto a la propiedad; otra cosa es que no nos gusten las decisiones que toman en determinados momentos.
- ¿Entiende los despidos de Mateu y Marcelino?
- Yo no, pero él sí desde su punto de vista empresarial. A mí no me entra en la cabeza que un empresario quiera que le vaya mal una empresa. Y menos en el fútbol. Porque a Peter Lim lo conocerían allí (en Singapur), pero, desde que compró el Valencia, lo conocen en todo el mundo. No conozco a Peter Lim. Me gustaría conocerlo para intentar comprenderlo. Nosotros votamos a favor de que comprara el club este señor. Y hemos estado ayudando, desde la Asociación, en los momentos más difíciles. Pero para que funcionen los jugadores, debe haber una buena gestión. Todo afecta. Y para eso hay que entender de fútbol, haber vivido lo que es un vestuario. Voro cumple el perfil de todo eso. Le da normalidad intentando que todos se sientan importantes. Es fenomental que estén Voro, Camarasa y Tendillo, pero ¿eso le llega al propietario?
- Usted formó parte del patronato de la Fundación que votó a favor de la venta de la entidad a Lim. ¿Se sintió intimidado?
- Sí, me pareció vergonzoso todo el proceso. Hubo un partido del Valencia en que llegué a la puerta del campo y volví a casa porque no entendía los insultos y las presiones. Porque querían que votara algo. Yo no me manifestaba porque era totalmente independiente. Cuando pedí el voto secreto, se negaron. Tuve muchas presiones.
- ¿Y eso condicionó su voto?
- En absoluto, pero a otras personas sí pudo haberlas condicionado. Igual habrían ganado igual (los votos favorables a Lim), pero no por unanimidad: quizá habrían salido, de 20, cuatro o cinco en contra.
- Hubo gente como Juanín o Isabel Farinós que se salieron del patronato y no quisieron votar porque no les gustó el proceso.
- Si yo me hubiera salido, me habrían matado porque habrían entendido que estaba comprado. Al final, votamos la mejor propuesta que había sobre el cuadro que nos presentaron: si después no se cumplen esas condiciones, ya no es problema mío.
- Y, efectivamente, no se han cumplido. El estadio, por ejemplo.
- Falta voluntad de todas las partes: el propietario, instituciones, Bankia... El estadio se tiene que acabar.
- ¿Cómo se reactiva la expectativa en los aficionados para la temporada que viene?
- Si no parte del club, es imposible. Hay que reinventarse para recuperar la ilusión. Los aficionados perdemos a veces la motivación, pero queremos tenerla y recuperarla.
- ¿Cómo fue su etapa de vicepresidente en 2012?
- Me aportó mucho. Estoy agradecido a Manolo Llorente por permitirme estar en un consejo de administración donde se decidían cosas como la llegada de Ernesto Valverde, que se fue porque, en una semana, habló con tres presidentes: Llorente, Vicent Andreu y Amadeo Salvo.
- ¿Usted valía para ser entrenador?
- Me gustaba, pero no entendía a los dirigentes. Comencé en el Olímpic Xàtiva, en Preferente, que subimos a Tercera. En el segundo año, me echó el presidente (Alfonso Rus); me dio la oportunidad el filial del Castellón, hicimos una buena planificación, pero el club fue un desastre: se fue Abel y después me fui yo. Y ya entré en la Asociación cuando estaba Claramunt de presidente. Me pidieron que hiciera el cambio generacional. Ahora están Jaume y Gayà en la junta directiva.
- ¿Está retribuido?
- Desde hace dos años, sí. Los otros (entró como presidente en 2009), cero. Era autónomo. He sabido ahorrar y podía mantenerme. Estuve dos años como asesor de Deportes en la Diputación, pero me parecía vergonzoso estar cobrando un dinero y no hacer nada. Por eso me fui. Porque soy muy activo. También fui ocho años concejal de deportes del Ayuntamiento de Alboraia, que me ha dado experiencia en gestión de la administración pública.
- ¿Cómo se financia la Asociación?
- Somos independientes, pero tenemos una aportación del club y otra de los futbolistas del primer equipo. Sacamos dinero también de otras acciones. No nos mantiene el club, pero sin esas aportaciones, esto no tendría sentido.
- ¿Cuándo estará el Museo?
- Yo lo quería para el Centenario, pero no pudo ser. Lo haremos. Es un objetivo. Desde la Asociación recogemos todos los objetos. Tenemos un archivo de más de 30.000 piezas, unas dadas y otras cedidas. Todo eso tiene que ser en provecho del club a través de la Fundación del Valencia.
- ¿Por qué siempre ha querido desdramatizar el fútbol?
- En los grupos siempre tiene que haber esas personas que quiten presión a momentos difíciles. Yo me doy cuenta ahora. En su momento, lo hacía de manera intuitiva. En muchos partidos que veían a compañeros 'cagados', hacías una tontería en el vestuario, se reían todos y descargaban esa presión.
- ¿El carácter le ha ayudado en su carrera?
- Ayuda, pero la faceta mía de motivador, de bromista, me ha perjudicado inicialmente. Si el presidente de los Futbolistas Internacionales españoles fuera del Madrid o el Barça, le darían mucha más bola (Giner es, además, delegado de la selección española).
- ¿Cómo fue la broma que le gastaron a Juan Cruz Sol?
- Después del fallo de Djukic en el penalti (1994, en la Liga perdida por el Dépor en el último minuto), nos tiraban monedas de cien pesetas y piedras cada vez que íbamos a A Coruña. Recogíamos las monedas y todavía se cabreaban más. Como Juan iba siempre con un maletín, hicimos fotocopias de billetes de 5.000 pesetas y le pusimos dos o tres billetes pegados al maletín. Cuando llegamos con el autobús a A Coruña, Sol pasó por el pasillo con el maletín y los billetes sin darse cuenta. Le increpaban y nos moríamos de risa.
- ¿Es cierto que Penev se quejó de que solo tocaran a tres millones de pesetas por barba en vez de 10 en la prima del Barça?
- Había una propuesta de 50 millones para todos y después aparecieron 40. Entonces Lubo dijo: '¿Dónde están los otros 10?' Era una prima por no perder. Pudimos haber ganado en la primera parte, y después cometimos un penalti en el último minuto (Pep Serer). Le dije a Bebeto: 'Ya lo tenéis'. Y se fue al medio del campo. No quiso tirarlo.
- ¿Por qué se llevaban tan bien usted, Voro y Camarasa?
- Crecimos juntos, Voro y yo desde juveniles, Camarasa y Serer un poco más tarde. No sé si lo trae el ser de pueblo, y apreciar entrenar o jugar en el Valencia. Te sentías muy grande. Es algo común en los cuatro, y hemos tenido mucho relación.
- Voro y Camarasa fueron al Mundial de Estados Unidos 94 y a usted lo dejó fuera Clemente.
- Me sentó muy mal y lo pasé muy mal. Jugué todos los partidos de la fase de clasificación. Ganamos en Irlanda, jugamos los tres centrales valencianos y Cascarino me sacaba un palmo... También ganamos a Dinamarca. Fui el único de los tres que jugué todos los partidos. Teníamos tanta confianza de que íbamos los tres que fuimos todo el equipo a comer juntos para escuchar la citación. No he vuelto a ese restaurante. Nos quedamos mudos. Nunca se lo he tirado en cara a Clemente. Lo veo mucho porque lo llamo para los partidos de los exinternacionales.
- ¿Cómo está Ángel Castellanos (sufre Alzhéimer)?
- Estamos ayudándole. Vino al Centenario consciente de dónde estaba. Antes del confinamiento estuve una semana con él. Al verme, se acordaba perfectamente. A los 15 minutos, ya no. Ayudamos a ocho jugadores.
- ¿Cuál es su podio de presidentes, entrenadores y jugadores del Valencia?
- Arturo Tuzón; Espárrago y Hiddink; y el equipo del ascenso a Primera: Sempere, Arias Subirats, Fernando, Revert, Arroyo, Quique, Voro, Alcañiz (máximo goleador), Ferrando... todos de la cantera menos Bossio, el fichaje de fuera. Tuzón apostó por la gente de la casa y demostramos que podíamos ser segundos y terceros en la Liga. No había dinero y llegamos muchos a ser internacionales.
- ¡Qué bien vendría ahora un Tuzón!
- Sí, pero al final le cantaron que sacara los duros.
- Paco Roig no quiso renovarle en el Valencia.
- Me fui con mal sabor de boca porque quería acabar mi carrera en el Valencia.
- ¿Rechazó una oferta del Barça?
- Sí, tres meses antes. El Barça me dijo: 'O sí o no', y firmaron a Abelardo. Y, como el Valencia, no me quiso, me fui al Sporting.
- Allí, en la segunda temporada, Benito Floro no le da bola. ¿Por qué?
- No lo entendí nunca. Apenas jugué.
- ¿Cómo era el delegado, el mítico Quini?
- El Brujo se lo pasaba muy bien conmigo, tenía la misma idea de darle naturalidad a las cosas, de hacer una chorrada para quitar tensión... era entrañable.
- ¿Qué le queda por hacer en el Valencia?
- Ya se verá. Lo más importante es tener ilusión y propuestas. La exposición, por ejempo. Tenemos una escuela de fútbol 8 y de 11 en Nàquera, la academia de fútbol sala en Benimaclet, y una escuela social en Rumanía. El fútbol sala puede crecer mucho deportivamente.
- ¿Cómo lleva ser el padre de un jugador del Nàstic?
- Es un orgullo que sea profesional del fútbol. No tiene menos valor por no haber podido llegar a Primera. Es interior izquierda y es mejor jugador que yo.
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