A mí, personalmente, siempre me ha gustado competir por cada partido, eliminatoria o competición que hemos disputado, pero este enfrentamiento ante el Barcelona en Copa ... del Rey te hacía meditar mucho. Pensar qué alineación decidir, y con qué espíritu afrontar el envite. Exponer más o menos a los habituales, confiar más o menos en los no habituales, en definitiva, pelear por pasar, aun poniendo en riesgo a alguno de los importantes, arriesgarte a sufrir alguna lesión o sobrecarga, o plantear un partido metido atrás, dando la oportunidad a los que menos juegan y esperar competir en consecuencia y convenientemente, pero sin arriesgar tanto en este encuentro.
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Lo realmente importante es la liga, obviamente, y tras la victoria ante el Celta de Vigo, tres puntos más contra el Leganés generarían la sensación y hasta se hacía palpable una realidad alcanzable, la permanencia. Todavía con mucho por jugar, por trabajar y por conseguir, pero desde una posición muchísimo más cercana al logro, a ese objetivo final.
Y Carlos Corberán decidió colocar defensa de tres atrás, o más bien cinco, cuatro futbolistas en el medio y Sadiq arriba. Comprensible, tan solo pedíamos que los que salieran, fuesen los que fuesen, compitiesen. No se podía repetir lo de la liga, la afición del Valencia merece respeto y esfuerzo, así que este partido obligaba a jugar un encuentro inteligente y de compromiso absoluto. El Barcelona planteó la eliminatoria casi con los mejores, una alineación prácticamente titular, que podría serlo en cualquier encuentro a disputar por los culés. Tan solo entraron en el once Eric Garcia y Ferran Torres de los no habituales, porque para mí considerar a Dani Olmo no habitual me parece sacrilegio total.
Y, ¿qué podemos contar? Los no habituales ni supieron ni pudieron competir. Vaya por delante el rival que hay enfrente, este equipo ha goleado ya dos veces esta temporada al mismísimo Real Madrid, y este Valencia, está a un nivel alejadísimo de los de la capital. Ahora bien, el partido pone en evidencia las limitaciones de este equipo. Mal los futbolistas y mal el entrenador. Tres centrales no aseguran una defensa infranqueable o difícil de superar. Aun así, los jugadores carecieron de intensidad y sapiencia defensiva.
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Y al poner tres centrales, juegas en inferioridad en medio campo, donde el Barcelona maneja a su antojo los partidos. Error, pienso que es mejor colocar dos centrales y tres en medio campo, y si juegas con tres centrales, plantea 1-5-3-2, y así equilibras número de efectivos en medio campo. En fin, disculpable por ser un equipo imparable, pero inadmisible por volver a ser barridos en prácticamente un par de semanas de tiempo. No aprendimos lo suficiente tras lo que sucedió en Barcelona.
Y tras lo predecible, quizá más abultado de lo esperado, aunque no sorprendente, no dejemos que nos afecte. El domingo, otra vez, imprescindible la victoria.
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