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Roberto Gil se recupera de una fractura de cadera. damián torres
Una final de cinco euros para el gran capitán Roberto Gil

Una final de cinco euros para el gran capitán Roberto Gil

Vio el triunfo del Valencia ante el Barça desde el hospital, donde se recupera de una fractura de cadera | La leyenda del club de Mestalla apenas pudo pegar ojo tras la conquista del título: «Estaba nervioso, le di una noche a mi mujer...»

TONI CALERO

VALENCIA.

Martes, 28 de mayo 2019, 00:35

Dice Roberto Gil que está hecho una birria. «Me tocan y me matan». Lo suyo fue un problema con los escalones. Pensó que eran cuatro y había tres. Al suelo. A las 19 horas del miércoles pasado iba la leyenda del Valencia a recoger entradas para la final de la Copa del Rey y, treinta minutos más tarde, estaba rodeado de policías y personal sanitario. El porrazo fue tremendo. Diagnóstico: fractura de cadera, aunque Roberto Gil pensó que se trataba del fémur. Ya en el hospital, se encontró la fórmula de que un doctor «con apellido parecido a un compositor de música alemán» operara lo antes posible al exfutbolista. «Le operamos y así ve tranquilo la final», dijo el médico. Y sí pudo ser. Roberto Gil había planeado seguir el Barcelona-Valencia de una forma muy diferente y su hijo, que se marchaba a Sevilla con un amigo para estar en el Benito Villamarín, anuló el plan para quedarse con su padre.

Acercándose la hora del partido, Roberto puso cinco euros para arrancar la televisión. «No veas lo que sufrí, porque fue una final clavadita a la nuestra. Nos pusimos 1-0, 2-0, 2-1 y los últimos diez minutos sufrimos porque ellos apretaban», recuerda. «Ellos» son los futbolistas de un Athletic dominador con jugadores como Rojo, Uriarte, Arieta, Argoitia o Iribar, estos dos últimos muy amigos de Roberto Gil. El capitán del Valencia en esa final de la Copa del Generalísimo (1967) no olvida a la afición bilbaína coreando el nombre del 'Txopo' Iribar la noche antes del partido en Madrid. «Como Iribar, no hay ninguno», entonaban los seguidores del Athletic, que cayó ante el Valencia por los goles de Paquito y Vicente Jara.

Los picos de dolor van y vienen mientras dura la charla ante la preocupación de la mujer de Roberto, Mari Carmen, aunque el exfutbolista intente convencer a su esposa y su hijo Roberto de que el asunto mejora rápido. Ni el reciente paso por el quirófano ni tampoco un fastidioso capítulo de bronquitis han podido rebajar el toque de humor en el discurso de Roberto Gil. Puede que nadie cuente como él la entrada de Gabriel Paulista a Marcelino sobre el césped del Villamarín en plena fiesta de celebración valencianista. «Lo que le faltó al partido fue una tarjeta roja a Paulista».

-¿Por qué?

-Por la entrada a Marcelino. Soy el árbitro y cojo la tarjeta y se la muestro. Le mete un leñazo al pobre Marcelino, que pesa cincuenta kilos, y le mancha el traje. Pero nada, gana dinero, que se compre otro.

De la final de los cinco euros, bastante menos de lo que a Marcelino le costará el traje nuevo, Roberto Gil se quedó con mil detalles. El primero, la carrera de Carlos Soler: «Cuando le vi correr con Jordi Alba, dije: 'aquí no hay nada que hacer'. Y de repente veo que llega al área, la toca y pam, gol de Rodrigo que mata la final. Esa carrera la tengo grabada para toda la vida, no se me olvidará jamás». Tampoco le pasaron desapercibidos «los cuatro balones» que Paulista le robó a Messi o la escasa posesión de balón (27%) que el Valencia necesitó para llevarse el título: «Si es que no hace falta más. El equipo jugó fenomenal a la contra y en defensa, perfecto. El partido pudo acabar 1-3 o 1-4 porque ocasiones más fáciles no se pueden fallar».

«Lo de Jaume es increíble»

Con 80 años, Roberto Gil tiene cientos de historias por contar y según cuales le emocionan profundamente. La llamada de Paco Lloret, colaborador de este periódico, le ha puesto «contra la pared». «Cada día estoy más sensible y me ha empezado a contar historietas...», explica con la voz entrecortada. La segunda vez en que el valenciano se emociona es por 'culpa' de Jaume Doménech: «Lo de Jaume es para enmarcar. El chaval suplente toda la Liga y llega a la final, él solo y joder...». «Se lo contaba a mi hijo. Ya con el 1-2 a favor, sacó una pelota por arriba en el centro del área que si la pierde es gol. Hay que tener muchas narices para quedarse con ese balón. Jaume de nervioso no tuvo nada», defiende el exfutbolista.

De capitán a capitán, la temporada de Parejo tampoco le ha dejado frío. Valora Roberto Gil que Marcelino mantuviera su absoluta confianza en el '10' cuando peor le iban las cosas. «Al principio tuvimos dudas, pero recuperó su mejor juego. Mete la pelota donde quiere y eso no es ninguna tontería, ahora se ha hecho incluso guerrero. Estoy encantado con Parejo, como persona es genial», afirma. En general, la planificación de la plantilla auguraba el éxito al término de la temporada del centenario: «Lo dije desde el principio, le tenía confianza al equipo. Dos buenos centrales, dos buenos laterales, en el medio Parejo con Coquelin o Kondogbia. No hay otro equipo que tenga ese centro del campo. Y arriba, haces gol cuando tienes suerte. En ocho o diez partidos de Liga fallaban cada oportunidad...».

Al emblema valencianista le gustó que el club apostara por Marcelino sin condiciones porque en el fútbol «cavar una fosa es muy fácil y clavar cuchillos por la espalda, también». A Roberto Gil le toca descansar después de dos días de mucho fútbol y programas de elecciones. «Después de la final no pegué ojo. Estaba nervioso y le di una noche a mi mujer...», recuerda.

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