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En la primavera de 1974 se cerró la primera etapa de Alfredo di Stéfano como entrenador del Valencia. Han pasado 50 años. Aquella fue la más larga de las tres y comprendió cuatro temporadas, desde la 70-71 hasta la 73-74. Después vinieron dos ... más, la segunda, que fue la más breve, tuvo lugar en la 79-80, y se saldó con la conquista de la Recopa. La tercera, la más traumática, arrancó a principios de 1986 y concluyó en marzo de 1988. En ese periodo, de poco más de dos años, se produjo un descenso, un retorno inmediato a primera, y un intento de consolidación del equipo que se quedó a medias. A diferencia de las anteriores, en las que arrancó y completó cada ejercico de principio a fin, en la 85-86, Di Stéfano aterrizó para sustituir a Valdez tras su destitución.
El primer periplo de la «Saeta Rubia» en el banquillo valencianista finalizó con sendos empates. En su último partido de Liga en Mestalla hubo una decepcionante igualada a dos ante el Málaga. Los valencianistas empezaron de la mejor manera posible: dos goles de ventaja antes de la media hora. La noche prometía una victoria cómoda tras los tantos de Kurt Jara y Claramunt de penalti. Sin embargo, los visitantes reaccionaron y todo se vino abajo. Decepción y protestas en la grada. Era otra época. Aún quedaba la propina de la Copa, pero el equipo, tocado en su línea de flotación, no llegó muy lejos. Se deshizo sin problemas del Rayo-que militaba en segunda- en octavos con sendas victorias y a continuación, en cuartos, fue eliminado por la UD Las Palmas tras empatar sin goles en casa y perder por 2-0 en el antiguo Insular.
El último ejercicio del técnico hispano-argentino se había iniciado de la mejor manera posible. Con el refuerzo de los extranjeros Keita y Jara se extendió la creencia de que el Valencia estaba en disposición de recuperar el poderío que le había acompañado desde la llegada de Di Stéfano al banquillo en el verano de 1970. En su primera temporada logró ganar la Liga y alcanzar invicto la final de Copa. El doblete se perdió en la prórroga con un hombre menos y un arbitraje de juzgado de guardia. En su segunda campaña se quedó a un paso de la gloria en ambos torneos: subcampeón de Liga y Copa. Hubo un bajón acusado en la tercera. Una plaga interminable de lesiones pasó factura y la plantilla protagonizó constantes altibajos.
La temporada 73-74 vio renacer al Valencia, líder durante seis jornadas consecutivas en el ecuador de la primera vuelta. A punto de concluir la misma, el equipo se vino abajo con un balance desastroso de siete partidos consecutivos sin ganar: dos empates y cinco derrotas que lo hundieron en la clasificación. La figura de Di Stéfano fue señalada como principal responsable. Se consideraba que su ciclo estaba agotado. Al frente del club se había producido un relevo significativo. Después de 12 años de mandato, el presidente Julio de Miguel se había retirado en el verano de 1973. Francisco Ros Casares había accedido al cargo después de vencer en unas elecciones restringidas a los socios-compromisarios. La relación del nuevo presidente y el entrenador venía condicionada por los éxitos del pasado reciente. Ros Casares entendió que la herencia recibida ya estaba amortizada. Cuando finalizó el mediocre ejercicio 73-74 se decidió pasar página y cambiar de entrenador.
El valencianismo asistió a un año que arrancó con la ilusión disparada. El equipo ofrecía un fútbol muy atractivo acompañado de una notable producción goleadora. Sólo hay que repasar la nómina de futbolistas de ataque: Sergio, Forment, Quino, Valdez, Keita y Jara. Más tarde se incorporó Víctor, delantero del filial. En la medular: Claramunt, Lico, Pepín y Adorno también ofrecían altas prestaciones ofensivas. La plantilla se vio reforzada posteriormente con la llegada de Planelles para disputar la Copa. Sin embargo, el equipo fue de más a menos, se estancó y pese a su indudable versatilidad, fue incapaz de reaccionar, rindiendo por debajo de sus posibilidades. La tirantez en el ambiente se hizo palpable. La atmósfera de Mestalla cambió radicalmente en pocos meses.
La salida de Di Stéfano estaba cantada. El Valencia finalizó la Liga en la décima plaza, muy lejos de los lugares habituales. Pese a disponer de cuatro internacionales fijos en la selección española, Mestalla asistió a una campaña decepcionante con un desenlace inhabitual para un equipo que había estado entre los mejores a principios de la década. El técnico regresó cinco años después para sacarse la espina y alzar un nuevo título.
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