El fútbol español necesita una catarsis

Ya no es solo Inglaterra. Italia nos pasa por la izquierda con tres equipos en los cuartos de final de la Champions, Inter, Milan ... y Nápoles. El fútbol español ha gobernado Europa en los últimos 20 años con puño de hierro, pero la película ha llegado a su fin. La crisis no es solo de resultados (solo el Madrid y el Sevilla siguen adelante), sino de credibilidad, que es mucho más grave. Ha fallado el sistema. El hecho de que Enríquez Negreira estuviera nada menos que 24 años, entre 1994 y 2018, como número 2 del arbitraje español, 18 de los cuales cobrando del FC Barcelona hasta 7 millones de euros, deja muy mal parados a todos los estamentos. En primer lugar al colectivo arbitral. Asusta pensar esto: Negreira ha participado, como vicepresidente, de miles de decisiones sobre el desarrollo de las competiciones. Durante 24 años. En segundo lugar, el FC Barcelona y a sus dirigentes, por la intención de querer alterar los torneos a su favor. Y a la cabeza azulgrana está Joan Laporta, actual presidente, al cuadruplicar los honorarios de Negreira y no dar ni una sola explicación. Al revés, hay una conspiración mundial contra el Barça, proclama. También la Federación española y la Liga quedan muy tocadas por no enterarse de nada o no quererse enterar durante más de tres lustros. Y no se salva ni el Gobierno de España con la nueva Ley del Deporte aprobada el pasado 31 de diciembre de 2022: «Las infracciones muy graves prescribirán a los tres años», recoge el artículo 112, como si los casos de corrupción se fueran descubriendo sobre la marcha. De manera que no puede haber sanciones deportivas, lo primero que debería haberse aplicado como ha sucedido en Italia con la Juventus y con el Milan. La Fiscalía Anticorrupción ha emprendido un camino firme. Y la catarsis, como una gran falla, pasaría por sanciones ejemplares y por la llegada de nuevos dirigentes. Ni Tebas ni mucho menos Rubiales, siempre a la greña, han estado a la altura.