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J. CARLOS VALLDECABRES
VALENCIA.
Lunes, 27 de noviembre 2017
A Peter Lim le debe dar cada vez menos pereza venir a Valencia. El de anoche fue el cuarto encuentro que vio a su equipo en directo y lo cierto es que se marchará esta semana llevándose consigo la sensación de que la cordura, después de hacerlo rematadamente mal, le empieza a dar buenos resultados. Mestalla está tan embriagado con su equipo que es capaz de pasar por alto detalles como, por ejemplo, el de la presencia del máximo accionista en su palco (acompañado de su esposa Cherie) o el de Marcelino dirigiendo a su gente desde un sitio que no es el banquillo. Lo de no hacer ni caso a Lim la gente no coge de nuevas a nadie. Con la cera que se le dio la temporada pasada ya tuvo bastante. Al público hoy en día lo que le importa de verdad es que su equipo le regale partidos como éste. No fue la única presencia destacada en el palco, puesto que también se dejó ver por primera vez esta campaña Amadeo Salvo.
A Peter Lim, cuando hoy repase con su gente en Valencia la actualidad del club, se le plantearán las incógnitas de qué es lo que hay que hacer en el mercado de enero para satisfacer a un entrenador que se está ganando a pulso todo el beneplácito. De momento, con este 1-1, el Valencia demuestra su capacidad para mantener el infernal ritmo del Barcelona.
El punto fue más que trabajado. A Marcelino se le comieron los nervios en este primer partido de los dos que le han caído de sanción. Lejos del banquillo pero con una mejor perspectiva de la situación, la conexión en cuanto a toma de decisiones se volvió a hacer con Ochotorena. El preparador de porteros fue el que más encima estuvo del inquieto Rubén Uría, nervio puro y que curiosamente a punto estuvo -como su jefe- de lesionarse. Sucedió en el gol que el árbitro no dio al Barça, cuando los jugadores del Valencia se quedaron medio 'alelados'. Uría salió disparado por la banda para despertar del letargo a Montoya y en esa alocada carrera su pierna izquierda le falló y casi se da de morros contra el césped.
No es ni mucho menos la primera vez que a Uría le toca hacer de Marcelino. En realidad, empieza a acostumbrarse, merced al ímpetu y desenfreno del técnico asturiano. Han sido con este un total de 18 partidos los que ha tenido que hacer Uría de 'primer espada', de los cuales dicho sea de paso ha podido rascar 13 victorias, que no está nada mal.
El problema para Marcelino es que lo de ganar al Barça empieza a convertirse en un dolor de cabeza. Es lo que suele pasarle también a muchos entrenadores. De 13 encuentros disputados contra el conjunto culé, el entrenador asturiano se tiene que conformar con 4 empates y 9 derrotas. Ayer estuvo a punto de enterrar esa negativa racha. Ni con Lim pudo lograrlo.
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