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Iba camino el Valencia CF de su undécimo empate en Liga, así que todo lo que sucedió tras el zurdazo milagroso de Piccini tuvo puntos de liberación y locura. El gol provocó que el protagonista se quitara la camiseta en un suspiro, Marcelino se lanzara a la piña de futbolistas como uno más y Mestalla cabalgara entre una tremenda alegría y la sensación de que sobró sufrimiento. Hubo más: José Luis Gayà expresando toda su rabia al término del duelo y Ezequiel Garay equivocándose al lanzar un duro exabrupto a la grada que luego le exigió una rectificación.
«A la gente que le den por culo», gritó el argentino en el epicentro de la euforia valencianista. El sonido quedó registrado por las cámaras y Garay, pocas horas después y visto el revuelo por el insulto, tecleó para rectificar. «Si algo me caracteriza es que soy claro, directo, transparente y coherente», empezó el central. «El fútbol se vive con mucha intensidad y creemos que está dividido en dos partes, futbolistas y afición, algo que no tendría que ser así. Tanto los seguidores de un club como los que jugamos perseguimos los mismos objetivos. En definitiva, todos somos uno. Y en este concepto vino mi desafortunada frase», siguió Garay, quien recordaba en su texto que «no es plato de buen gusto» escuchar insultos a compañeros, entrenador o personal del club.
Según el argentino, la adrenalina de esos últimos instantes fue uno de los motores de su reacción. «Vi como compañeros estaban tirados en el suelo, otros lloraban y escuchaban insultos y abucheos. Me dio rabia e impotencia. La adrenalina aún no había desaparecido y por ahí solté una frase que nunca debería haber dicho», reconoció. «Se me olvidó decir algo, también me caracteriza la capacidad de rectificar. Amo este club y lo defenderé siempre», cerró Garay, uno de los más efusivos tras el tanto de Piccini.
Si tuvo recorrido el desliz del argentino una vez vistas las imágenes por televisión, a pie de campo llamaría la atención los puños cerrados de Gayà, de nuevo en plan capitán, reclutando al resto de jugadores para festejar el triunfo. «Hemos sufrido como perros», dijo el de Pedreguer mientras iba abrazando a sus compañeros. Por cierto, una acción de Gayà provocaría una de las escenas más insólitas del Valencia-Huesca. Tras la amarilla al lateral por protestar, Mateo Alemany se levantó en el palco de autoridades para protestar, sonriendo de forma irónica y con varios gestos de reprobación, la decisión del colegiado. El director general no pudo contenerse, probablemente por los nervios del momentáneo 1-1 contra el colista.
Con una parte de Mestalla sacando pañuelos blancos por la actuación del equipo, un último apunte importante: la huida de Rodrigo, quien se marchó a vestuarios antes que nadie sin acompañar en el centro del campo al grupo de jugadores. «No sé cuándo salió. Yo no le pregunto a un futbolista en esos momentos. Lo vi normal, como reacciona un futbolista después de un partido. Son momentos para dejar que venga la calma. Luego todo se habla y vuelve a su cauce, cuando las mentes están más limpias es más fácil hablar y dialogar», dijo Marcelino sobre la escapada de Rodrigo. A nivel grupal, el técnico considera que el vestuario «está tenso». «Los jugadores necesitan el apoyo mucho más que yo. Las ganas de ganar nos bloquean, tenemos que pasar esta fase y necesitamos pasar esta fase», concluyó Marcelino.
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