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Cayetano Ros
Lunes, 6 de junio 2022, 00:57
El proceder de Peter Lim está presidido por la mezquindad y el desagradecimiento desde su llegada a Mestalla en 2014. El máximo accionista ha guillotinado a quienes engrandecieron el club como Mateu Alemany, Marcelino y, en último tramo, a Bordalás, que recibió una llamada ... del lacayo Corona cuando ya todo el mundo sabía que Gattuso era el nuevo entrenador del Valencia CF. Lim ha despachado a decenas de empleados, entre ellos el abyecto expresidente Murthy, además de a nueve entrenadores (Pizzi, Nuno, Neville, Prandelli, Ayestaran, Marcelino, Celades, Javi Gracia y Bordalás), por los que ha hecho pagar a la entidad 20 millones de indemnización, antes de fichar al décimo. Al italiano ya le ha prometido un equipo mejor que el del curso pasado a pesar de haberle informado de que va a vender a sus tres mejores jugadores: Guedes, Gayà y Carlos Soler. Es un oxímoron. Resulta casi imposible mejorar la plantilla si te deshaces del 50% de los goles de la pasada campaña (Guedes y Soler) y del corazón del equipo desde el lateral izquierdo (Gayà). A no ser que, y esa es la baza misteriosa de Lim, fiche a un verdadero director deportivo que logre reconstruir la plantilla en tiempo récord y con un índice de efectividad parecido al de Mateu Alemany y Marcelino en su primer año en Mestalla. El sátrapa singapurés busca el perfil de Alemany, ahora en el Barça, después de haberlo echado sin ninguna razón.
Gattuso no teme a Mestalla. Al técnico italiano nadie le regaló nada ni como jugador (era un tuercebotas) ni como entrenador, y las ha pasado canutas en distintas fases como, por ejemplo, al enfrentarse en 2020 a un rebrote de la miastenia del ojo derecho: visión doble provocada por la debilidad de los músculos oculares. «Me ganaré a Mestalla», dice el técnico, que confía en darle un estilo al Valencia más vistoso que el de Bordalás. Ojalá. Ah, y no deberíamos prejuzgar a Gattuso por su supuesto racismo, machismo y homofobia. Primero, habrá que escucharle.
Los futbolistas dejan tirado a Bordalás. Ha sorprendido el silencio de los futbolistas al enterarse de la destitución del entrenador que los llevó a la final de la Copa del Rey. Mitad por miedo a alinearse con el enemigo de Meriton, mitad porque la relación fue tensa (Bordalás 'rajaba' de algunos de ellos ante periodistas y eso siempre llega a oídos del interesado). Pero, aun así, no han estado a la altura.
Despedida desafortunada de Morales. El delantero José Luis Morales tiene todo el derecho, después de 10 años insuperables en el Levante, a acabar su carrera en un equipo tan atractivo como el Villarreal. A la directiva granota le ha faltado agilidad para asegurarse el que habría sido el referente para devolver al cuadro azulgrana a Primera. Pero al jugador le ha sobrado el mensaje de despedida: un galimatías escrito en mayúsculas y lleno de frases de autoayuda de sobrecitos del azúcar. Mal asesorado, se olvidó de que, en estos casos, lo mejor es la sencillez y la claridad: «Gracias por todo a la familia granota, espero volver a reencontrarme con el club de mi vida».
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