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Recordaban en Sevilla este lunes que en la temporada 2018-19, la del título copero que consiguió el equipo liderado por Marcelino, el Valencia era decimocuarto en la novena jornada -la actual- y que al final de curso terminó metiéndose en la Liga de Campeones como cuarto clasificado. Es una de las argumentaciones a las que se agarra ahora el nuevo Sevilla para no caer en depresión, esa amarga situación que le obligó a ventilarse a Lopetegui del banquillo. Ciertamente, la situación entre plantillas, la de Marcelino de entonces y la hispalense de ahora, se podrían comparar, con el único matiz que quien ha cambiado de entrenaor por los malos resultados ha sido el Sevilla mientras que al asturiano le mantuvo en su puesto Peter Lim, aunque ya por entonces empezaba a no tenerlo del todo claro. En el plano actual, Gattuso es el primero que advertía este lunes que no hay comparación posible. «Es otro nivel», confesaba. Casi 40 millones de euros de diferencia hay entre el valor de mercado del grupo sevillista (276) y el valencianista (237), aunque más allá de la cuestión monetaria, ciertamente nadie cuestiona que los locales estén obligados a meterse en Champions mientras que los hoy visitantes no tengan aún claro cuáles son sus verdaderas aspiraciones.
Si se hace caso a las últimas reflexiones que hizo Gattuso en rueda de prensa, el Valencia aspiraba por encima de todo a llegar a los 40 puntos para firmar lo antes posible la salvación. Si tenemos en cuenta la primera parte que se jugó contra el Elche, el objetivo se queda corto. Si la referencia, en cambio, es lo que pasó en la segunda mitad contra el colista, hay que darle toda la razón al italiano. Esa sorprendente doble cara que presentó el Valencia en Mestalla es justo lo que ocurría antes con los partidos de casa y de fuera. La explicación del entrenador es la siguiente: «Yo tengo claro dónde está el nivel de mi equipo. Está en un buen nivel. El segundo tiempo contra el Elche fue una cuestión de posición, no de mentalidad. En la segunda parte nunca estuvo en la posición perfecta, había una distancia diferente. Tenemos que continuar en la línea que entrenamos».
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Casi sin tiempo todavía para digerir y poner en práctica las soluciones a lo que ocurrió el día del Elche, tiene esta tarde una reválida de cierta enjundia. Y no sólo por el peso que pueda tener el rival, sino por las propias fuerzas. Gattuso practica su fe con cierto esfuerzo. «Aquí no tenemos unidad A ni B, para mí todos están al mismo nivel», pero es evidente que aunque no se ha repetido el once en ninguna de las nueve jornadas que se llevan disputadas, ahora la cuestión es si las obligadas rotaciones afectarán o no al Valencia. Gayà acabó agotado, a Paulista le cuesta ahora aguantar hora y media a tope, Guillamón no las tiene todas consigo, Cavani tenía el tobillo tocado, Lino lleva muchísimos minutos en sus piernas porque lo juega casi todo, y Hugo Duro todavía no es el Hugo Duro de la temporada pasada. Pero el sábado hay otro partido y hay que dosificar fuerzas. De ahí que el once de hoy sea tremendamente complicado porque podrían entrar de salida Lato, Guillamón, Ilaix, Diakhaby (vuelve tras la sanción) y hasta Duro en la plaza de Cavani.
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