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Noly, jugador del Logroñés, salta al campo en un duelo contra el Valencia de 1987. L. R.
Las Gaunas, destino querido
EL TÚNEL DEL TIEMPO

Las Gaunas, destino querido

Después de tres derrotas consecutivas, el Valencia ganó en la 1988-1989 con un gol de Fernando | La hermandad entre aficiones se consolidó y cientos de aficionados se desplazaban a Logroño

PACO LLORET

Sábado, 18 de enero 2020, 00:10

El flechazo surgió de forma espontánea. Como suele suceder en estos casos, no fue premeditado ni hubo preparativos. Una fría tarde de diciembre, con la navidad a la vuelta de la esquina y el Valencia en Segunda División, el once de Mestalla visitaba por primera vez en partido oficial el viejo campo de Las Gaunas. El recinto del cuadro riojano era peculiar en todo: una mezcla entre el antiguo Atocha, con sus pilares en la grada, y otros feudos próximos como El Plantío o el primitivo Zorrilla, desprendía un sabor añejo. Hubo desplazamiento masivo de aficionados valencianistas atraídos por la singularidad del destino. La enología empezaba a causar furor en los año ochenta, saber de vinos cotizaba al alza y, era una buena oportunidad para conocer de cerca la célebre denominación de origen de La Rioja. Araguren entrenaba a los locales y en una entrevista previa al partido recordó sus duelos con el Valencia cuando defendía los colores del Athletic de Bilbao en funciones de lateral zurdo. Por encima de todos, en su memoria sobresalía la final de la Copa de 1967, cuando le tocó perseguir sin parar al incansable Poli.

Al grito de 'Aupa, aupa Logroñés, chuta que chuta que chuta' con fondo de charanga, el ambiente se tornó intenso pero cordial. Buena sintonía en una grada expectante. La visita del club de Mestalla fue acogida como un gran acontecimiento. Se agotó el billetaje, máxima expectación y cordialidad propiciada por el legítimo triunfo local en un campo pesado y con el inevitable gol del irlandés Campbell, un ariete que se solía inspirar cuando se enfrentaba al Valencia. La derrota por 2-0 descabalgó al conjunto de Di Stéfano del liderato en beneficio de su rival. Aquella jornada cerraba la primera vuelta. El Logroñés ganó el honorífico campeonato de invierno. Seis meses después, se repitió el duelo en el mismo escenario porque aquella campaña se estrenó un formato competitivo que pretendía copiar del baloncesto, tan en boga por entonces, alguna innovación. El invento tuvo corta vida, desapareció para siempre al año siguiente.

Después de una primera fase con el modelo clásico, todos contra todos a doble vuelta, los 18 equipos jugaban una segunda fase, en la que los 12 primeros quedaban divididos en dos grupos de 6: los impares empezando por el primero en un lado y los pares con el segundo al frente, en el otro. Se respetaba la puntuación acumulada y se disputaba una liguilla de diez jornadas, cinco en casa y cinco fuera. Los tres equipos con mayor puntuación ascendían.

El Valencia acabó la Liga como líder y la renta que llevaba le permitió asegurar el ascenso a falta de cuatro jornadas para el final. Dos semanas después de vencer al Recreativo de Huelva en Mestalla por 2-0 y certificar el retorno a primera, se volvió a visitar Las Gaunas. Un triunfo del CD Logroñés le aseguraba subir a la máxima categoría, en la que nunca había competido. Los valencianistas no se jugaban nada y en un ambiente festivo, se consumó el éxito de los riojanos pese a que una fuerte tromba de agua estuvo a punto de estropearlo todo. Los bomberos se vieron obligados a achicar el agua con sus mangueras y el partido se inició con retraso, dirigido por Brito Arceo, la gran promesa del arbitraje español por entonces, trencilla mediático y atrevido. Un solitario tanto condujo al Logroñés a la Primera División del fútbol español.

El destino quiso que el calendario reuniera a ambos contendientes en la jornada inaugural del siguiente ejercicio, el del retorno valencianista y el estreno riojano entre los mejores. Sucedió en Mestalla y los locales se impusieron con autoridad, pese a que ambos goles llegaron en la recta final y, el primero de ellos fue como consecuencia de un penalti transformado por Voro para sorpresa general.

El Valencia regresó a Las Gaunas para volver a caer por tercera vez consecutiva aunque, al menos marcó un gol, el primero en competición oficial, obra de Fernando que no impidió la derrota por 2-1. Las cosas cambiaron en el ejercicio siguiente, la campaña 88-89, con Víctor Espárrago sentado en el banquillo visitante del recinto riojano. Otra vez Fernando marcó para el Valencia, aquel fue el único de la tarde, la del único triunfo valencianista en el viejo campo de Las Gaunas. Por entonces la hermandad entre las aficiones ya se había consolidado y cada vez que había desplazamiento a Logroño, centenares de aficionados acompañaban al equipo.

El Logroñés estuvo presidido en sus años de éxitos por Marcos Eguizábal, empresario bodeguero, que sostuvo a una estrecha relación con la directiva de Arturo Tuzón y que con Paco Roig en la presidencia valencianista cerró el triple traspaso de Salenko, Poyatos y Romero en el verano de 1994 y, un año después, el de José Ignacio cuando el Logroñés bajó a segunda para regresar en el siguiente campeonato a primera. En la temporada 96-97 compitió por última vez en la máxima categoría y pese a descender, fue capaz de vencer al Valencia en ambos campos por la mínima. Los problemas económicos y los fracasos deportivos posteriores forzaron su desaparición.

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