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Una genialidad para seguir soñando con la permanencia. Un chispazo para salvar otro partido donde el Valencia no tuvo defensa. Una espuela en el aire, ... de un genio como Sadiq, para sumar un punto agónico que, al menos, evita otra derrota fuera de casa. El nigeriano esperó de espaldas un centro de Canós, en el 87, para inventarse un escorzo donde sacó la espuela zurda para mandar un picotazo que se coló besando el palo izquierdo de Herrera. El banquillo del Valencia lo celebró con gestos de milagro, de no creerse la genialidad. Una épica que en otro contexto, en otras batallas, sería emocionante pero que en la miseria en la que sigue instalado el Valencia no pasa de ser un pequeño suspiro de alivio porque evitó, al menos, que los de Corberán superaran la Jornada 26 habiendo perdido la mitad de los partidos.
El punto sigue dejando a los de Mestalla en una situación dramática. Por diferencia de goles con Las Palmas, los dos con 24 puntos, siguen en puestos de descenso. Desde que entraron en la zona del infierno, tras perder en San Sebastián el pasado 28 de septiembre por 3-0, ya son 19 las jornadas seguidas en puestos de descenso. Algo que no ocurría desde la temporada 82-83, donde el Valencia se salvó sobre la campana con el histórico gol de cabeza de Tendillo al Real Madrid en la última jornada. Visto lo visto, miles de valencianistas firmarían un desenlace así.
Lo que sigue siendo un drama es la racha fuera de casa. Ya son 16 partidos sin ganar, 6 empates y 7 derrotas, lo que deja a los de Corberán como el único equipo que no ha sumado una victoria lejos de su hogar esta temporada. El último dato que quitan cualquier gana de deleitarse con la delicatessen de Sadiq. El Valencia volvió a ser incapaz de cerrar un partido en el que se puso por delante. En esta ocasión, por partida doble. Los dos puntos perdidos ya elevan a 23 la sangría que se han dejado esta temporada cuando han logrado ponerse por delante. Esa cifra, si no se corta de raíz, sí que puede enviarles a Segunda con sello certificado.
El Valencia no tuvo defensa en la primera parte, ni por sentido figurado ni por el real. Tras una buena puesta es escena, lo cual hacía albergar ciertas esperanzas, donde Barrenechea tuvo la primera gran ocasión, con un disparo a los cuatro minutos que pasó a un palmo del palo izquierdo de Herrera, la presión en bloque alto habilitó una contra donde Diego López, tras un pase medido de Rioja, logró driblar a Herrera para anotar el primer gol del partido. El marcador marcaba 15 minutos. El Valencia no logró mantener la renta ese mismo tiempo. Mamardashvili despejó un disparo de Bryan Zaragoza, un primer aviso, pero Aimar Oroz no perdonó a la segunda. Tras un centro de Bryan, el navarro remató a la red ante la atenta mirada de Tárrega y Foulquier. Una foto que se ha repetido en demasiadas ocasiones esta temporada. Afortunadamente, o al menos eso parecía entonces, otro fogonazo ofensivo del Valencia volvió a poner por delante a los visitantes seis minutos después. Un buen desmarque de Guerra habilitó un centro para que Sadiq, con la puntera, subiera el 1-2 al marcador. Esta vez, la alegría aún duró menos tiempo. No pasaron ni siete minutos para que otro despiste defensivo, habilitara a Aimar Oroz para rematar un balón picado que se envenenó al tocar césped y que formó una parábola que se coló por encima de un Mamardashvili algo adelantado. El esperpento defensivo aún se guardaba un último número. Con la primera parte agonizando, Mosquera cometió un penalti absurdo sobre Rubén García, en el lateral derecho del área grande, que Budimir no perdonó. En resumen, al descanso el Valencia volvió a condenarse dejándose empatar primero y remontar después. Un drama.
Antes de viajar a Pamplona, Carlos Corberán defendió los cambios de sistema dentro de un mismo partido como algo habitual en el fútbol moderno. Tiene razón en ese dato. Para defenderlo utilizó el ejemplo del Atlético de Simeone. Ahí, claro, sí que surge la duda de levantar la mano para preguntar al profesor si para eso los mimbres que tienes en el cesto son clave. Y el Valencia de 2025, para desgracia de todo el valencianismo, ya no es el Atlético.
El técnico de Cheste dio entrada, a los trece minutos del segundo tiempo, a Rafa Mir por Iván Jaime para colocar al murciano en punta con Sadiq, trasladar a Rioja a su perfil natural en banda, con Diego López en la contraria. Ahí comenzó a apretar el Valencia aunque la sensación sobre el césped era la de un Osasuna bien plantado y que no estaba dispuesto a que ese tramo del partido mutase en la locura de la primera parte.
El cambio de Gayà fue forzado por el fuerte golpe que se llevó el capitán en la rodilla izquierda tras aterrizar con la articulación en la parte de césped falso del fondo. Habrá que esperar a las pruebas para determinar si el susto sale caro. Aunque el Valencia estaba voluntarioso, todo parecía abocado a la derrota hasta la genialidad de Sadiq. En el descuento, se dio por bueno el empate porque la gran ocasión la tuvo Torró en su cabeza para marcar el cuarto de Osasuna. Al final, visto lo visto, el empate dejó un regusto dulce. Qué triste es esa conclusión. Mucho.
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