![Valencia CF | La gran obra de Bordalás](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202203/03/media/cortadas/Imagen%20bord-RPp0JBKKDW1G3OBETuu1QOK-1968x1216@Las%20Provincias.jpg)
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Bordalás estaba desatado al final del partido frente al Athletic. Aquel que se curtió en campos de regional tendrá la opción en unas semanas de entrar en el Olimpo del fútbol. El hombre presumido con el pelo al viento y sin gafas, bañado en cava. Se abrazó con todo aquel que se le acercó y se convirtió en el compinche perfecto de Hugo Duro, el animador. Se pellizcaba cada minuto para confirmarse de que era gran protagonista de una gesta deportiva. El hijo del sastre ha cosido el Valencia perfecto. José Bordalás Jiménez (Alicante, 5 de marzo de 1964) fue el octavo de diez hermanos y aprendió desde muy pequeño que la organización, el orden, el sacrificio y la solidaridad eran los valores únicos para gestionar el día a día de un hogar tan poblado. Es la postal de su equipo. El que jugará la final en Sevilla. Ha sabido sufrir para, por fin, gozar de la vida. El responsable del octavo proyecto de Meriton ha imitado a dos predecesores que quedarán para siempre en la centenaria historia del Valencia. Como morador del banquillo de Mestalla tendrá la opción del primer título de su carrera. A Benítez y a Marcelino también les ocurrió. El alicantino estaba predestinado a triunfar. Necesitaba asentarse en un club de postín, aunque antes demostró que sabía algo de este deporte. Con el Alavés en 2016 logró el ascenso a Primera, lo mismo que consiguió una campaña después en Getafe. En la localidad madrileña se agigantó. En 2019 situó al equipo quinto en la tabla y lo envió a jugar en Europa. Y ya en el Valencia ha iniciado una era que puede ser histórica. Meriton mediante, claro. Porque también se pensaba de Marcelino y así acabó.
Nadie dudaba que el Valencia de Bordalás iba a ser diferente a los Valencia que le precedían en el tiempo. Del insulso con Celades al quejoso de Gracia. El alicantino tenía claro cuando comenzó su carrera de entrenador en 1993 que diseñaría un estilo propio. El apodo de 'romano' que se había ganado en su etapa de jugador (lleva varios tatuajes con caracteres o motivos de esta cultura) le venía pintado también desde la línea de banda. Siempre ha entendido los vestuarios como una unidad con disciplina. Cada uno sabe lo que tiene que hacer pero está al servicio del colectivo. Y en sólo algo más de media temporada ha inoculado el gen competitivo en el grupo. Puede jugar mal, rematadamente mal (ha pasado en varios partidos), pero aquí nadie se rinde. Nadie. Y si detrás empuja la marea valencianista, el equipo es imparable.
Esta es su gran obra. Modelar un método propio, inconfundible, reconocible. Su pasión por el fútbol se inició viendo a la Holanda de Rinus Michels en el Mundial de 1974, que más tarde refrendó con las maneras de Cruyff en el Barcelona. No es justamente el estilo que produce en sus equipos, pero todos saben a qué juegan. Te guste o no.
Pero por encima del fútbol depurado, el pueblo de Mestalla valora su responsabilidad. «A los profesionales nos llena de orgullo que el aficionado reconozca tu esfuerzo, compromiso. Somos un cuerpo técnico, estamos trabajando aunque ellos no salen en las fotos, y me llena de satisfacción que la afición reconozca nuestro compromiso», relataba el técnico al acabar el choque.
El deporte le ha hecho justicia. Necesitó 24 años para poder entrenar en Primera desde que debutó como técnico: «Siempre trabajas para conseguir disfrutar de estos momentos, es algo muy bonito que toca disfrutar por unas horas y por los futbolistas me alegro muchísimo porque a partir de mañana prepararán esa final de Sevilla que se merecen. Es un sentimiento de satisfacción enorme, increíble, que estamos disfrutando. Después del partido los chicos y todos lo hemos celebrando, me han empapado, estoy muy contento, muy feliz. Durante mi carrera he logrado ascensos, casi llegar a semifinales de la Europa League, pero alcanzar una final de Copa del Rey con el Valencia es increíble, me alegro mucho por esta afición que es increíble».
Pero las buenas obras hay que finalizarlas. El valencianismo sufridor merece un título. Es de justicia. Y por fin el niño del alicantino barrio de Rabasa dejará su nombre escrito en las memorias blanquinegras, aquellas que inició Antón Fivébr y que seguirá José Bordalás. El entrenador incómodo (para los rivales, claro).
Giorgi Mamardashvili, portero
El gigante georgiano estaba siendo subastado por media Europa hace algo más de medio año. Los agentes de Giorgi Mamardashvili (Kutaisi, 29/09/2000) le buscaban acomodo donde fuera. Las secretarías técnicas de Primera y Segunda recibieron un e-mail con estadísticas, vídeos, fotos y un perfil completo del guardameta. Uno a uno lo descartaban. Sólo el Elche, el Girona, el Levante y el Fuenlabrada mostraron su interés. Hasta que apareció el Valencia y pensó que era una buena opción de mercado. Lo trajo cedido para jugar en el Mestalla. El coste era 50.000 euros y con una opción de compra de 850.000 si se ejecutaba antes de enero de 2022. El destino quiso los dos arqueros de la primera plantilla (Cillessen y Jaume) se lesionaran y que Rivero no contara nada para convertirse en el titular del Valencia. Lo fue durante las seis primeras jornadas ligueras. Luego se apagó. Tanto que incluso llegó a no ir convocado a algún partido. Pero cinco meses después de su última aparición logró ser de la partida de nuevo ante la Real Sociedad en Liga. Y en la Copa del Rey también ha sido el elegido por delante de Jaume. En el partido decisivo para que el Valencia se metiera en la final fue uno de los destacados. Participó en dos acciones clave, sendas paradas salvadoras que permitieron a los de Bordalás mantenerse con el empate acero en el encuentro y resistir el empuje del Athletic. El gigante de 191 centímetros ya es el presente del Valencia, que decidió pagar la opción de compra. Un héroe que ni él mismo esperaba ser hace nada.
Gonçalo Guedes, delantero
El crack portugués consiguió que Peter Lim acabara embriagado de ego. El magnate de Singapur contaba que poseer un club de fútbol le permitía alternar con personajes importantes de la sociedad. Y el fichaje de Gonçalo Guedes (Benavente, 29/11/1996) le llevó hasta Cerdeña. Allí, cara a cara con Nasser Al-Khelaïfi, presidente del PSG, cerró la contratación del delantero que apuntaba a mucho pero que siempre se quedaba a medias. Tampoco es que la negociación fuera muy dura. Pagó los 40 millones quele pidieron. Y cogió al futbolista de la mano, lo subió a su avión privado y se presentó en el aeropuerto de Manises para que lo ovacionaran. Fue su última exposición pública. Ahora ni está ni se le espera. El que sí hace ruido es Guedes, que por fin ha decidido que quiere ser protagonista. Tras firmar media temporada brutal en su primera cesión en Mestalla, pasó demasiado tiempo en una nebulosa. Pero Bordalás le ha hecho sentirse importante. Le ha sacado del esfuerzo de la banda para situarlo de delantero centro por delante de Maxi Gómez. Es el máximo anotador del equipo y tiene ascendencia en la mayoría de acciones de ataque. Y de todas sus virtudes, la más llamativa es el disparo desde lejos. Lo sintió de cerca Agirrezabala para el tanto que ha llevado al Valencia a la final copera. Las estadísticas le sitúan como un especialista en la materia. De los 27 goles que ha marcado el portugués en los últimos cinco años, 11 de ellos han sido desde fuera del área. Esta campaña sólo le mejora el madridista Asensio.
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David S. Olabarri y Lidia Carvajal
Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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