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Rodrigo salta para cabecear y para decapitar al Leganés con el 2-0. Es la sentencia y un alivio para todos. El banquillo del Valencia explota de júbilo mientras Marcelino García Toral ni se inmuta. Así se queda durante varios segundos, con la mirada circunspecta. Pegado a la línea de banda y sin que nadie le haga partícipe del éxtasis colectivo, el técnico del Valencia empieza a imaginarse no sólo de qué forma resuelve este partido sino, también qué es lo mejor para su gente de cara al futuro desarrollo de la competición. Minutos después, el asturiano reconocerá en rueda de prensa que es casi imposible que el Valencia sea capaz de aguantar un ritmo tan infernal como el que lleva ahora.
Que lleve el equipo 17 puntos más que la temporada pasada a estas alturas de campeonato es fiel reflejo de la transformación que ha experimentado este grupo, que ha revalorizado el estatus profesional de Marcelino, sin duda alguna el gran responsable de lo que se está viviendo en la ciudad. No sólo va más gente a Mestalla sin importar que se juegue sábado y a la una de la tarde sino que lo hace, además, con otro espíritu. Que en este partido (jornada 11 todavía) se volviera a cantar en la grada lo de 'esta es, l'afició d'un València campió' descubre lo que realmente la gente quiere ver este año. A cara descubierta, la afición empieza a retroalimentarse.
La duda es: ¿hasta cuándo serán capaces estos jugadores de mantener este nivel? Ninguno de los tres grandes (Barça, Real Madrid y Atlético) pueden presumir de estar haciendo buen fútbol. El Valencia, aún yendo por detrás de los barcelonistas, por fútbol y conocimientos está mucho más entonado.
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El problema que puede presentarse es cuando a Marcelino no le quede otro remedio que hacer partícipes a futbolistas que todavía no lo son. Tras estos primeros once exámenes ha quedado bastante definida una clara separación en la plantilla entre un grupo casi inamovible de titulares para Marcelino, los que entran como recurso y los que les toca como única labor aportar lo posible en los entrenamientos. Si hoy en día se le pregunta a cualquier aficionado por el once titular valencianista, pocos fallos tendrían, quizás sólo uno: únicamente existe la duda de saber qué central le toca pasar por el banquillo (descartando ya a Vezo, las rotaciones afectan a los tres restantes). De momento, el primero en esa particular fórmula matemática es Garay y le sigue en minutos de participación Paulista, con Murillo muy cerca no sólo en cuanto a tiempo sino también dando unas prestaciones extraordinarias.
Al margen de los dos últimos partidos deficientes que lleva Montoya y que de haber competición esta semana pondrían situar a Nacho Vidal en alerta, el Valencia llega a este tercer parón de Liga con un once más que definido y además con pocas discusiones respecto a su valía.
En un sub-apartado de esta formación inicial se encontrarían los Pereira y Santi Mina, por ese mismo orden en cuanto a los pensamientos del entrenador. A esos catorce jugadores se le podrían añadir incluso los dos laterales suplentes (Vidal y Lato), y para el resto de futbolistas, lo cierto es que el salto en cuanto a minutos es ya algo más importante. Marcelino sabe que tiene una plantilla bastante corta y que enero va a ser un mes terrorífico.
En ese mes de enero y de los días 3 a 31 se tienen que jugar, además lógicamente de la competición de Liga, los octavos, los cuartos y hasta la ida de la semifinal de la Copa del Rey. La afición espera lo mejor de lo mejor en la Copa y a Marcelino le corresponde gestionar su grupo para no fallar a la grada.
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