Guedes pone en riesgo la euforia

Gonçalo Guedes, a pocas semanas de que cumpla 25 años, parece que ha vuelto a nacer. Espabiló a finales del curso pasado cuando quiso colarse a última hora en la selección portuguesa –cosa que consiguió aunque sirvió para poco– y ahora vuelve a recordar al Guedes de los primeros tiempos como blanquinegro, aquel al que Lim presentaba ante los fotógrafos y cuando no se ocultaba casi como un trofeo en el aeropuerto de Manises. Pero el portugués, otra vez tan descarado sobre el césped, pecó de inocente o pícaro según el prisma que se le quiere aplicar cuando terminó el encuentro del viernes en Mestalla. Delante del micro de la televisión prefirió sembrar la incertidumbre cuando se le preguntó si se veía con la camiseta del Valencia dentro de dos semanas contra Osasuna. Sabe él que Jorge Mendes está en disposición de llamarle en cualquier momento para decirle que haga las maletas ya que se va a la Premier. Es verdad que Guedes está a gusto este año en el Valencia y que parece haber encontrado en Bordalás un director capaz de sacarle el máximo provecho ahora como enganche y no en banda; pero eso no quita para que los jugadores sean los primeros interesados en aprovechar oportunidades de futuro y en la Premier, hay que tenerlo presente, se cobra muy bien. Una cosa no excluye la otra.

¿Qué dice el Valencia? Pues poco puede decir de momento. Si el Wolverhampton de verdad lo quiere –debe vender antes a Traoré al Tottenham de Nuno–, todo va a tener que precipitarse a pocas horas del cierre de mercado. Ya dijo en su día Peter Lim que este año no era el mejor momento para vender a Guedes al menos a un precio casi similar a los millones que quedan por amortizar, y más aún teniendo en cuenta el pellizco que tiene garantizado el PSG del traspaso. Además, porque ni la propuesta del Sevilla –incluyendo jugadores– ni la del Villarreal –pago más bonus– superaban la veintena de millones. Que el Valencia no tenga ningún pudor en admitir el rechazo de esas dos ofertas demuestra la estrategia de Meriton de fortalecer su posición de cara al aficionado. Pero una cosa es que Lim no venda por 20 y otra bien distinta que le pongan diez más. Y es ahí lógicamente donde se vendrá abajo casi de inmediato esa posición de confianza del máximo accionista a la hora de resistir la tentación.

Consciente de todo ello es Pepe Bordalás, que cuando estampó su firma como valencianista tenía prácticamente perdido a Guedes. La falta de rendimiento y hasta de implicación del jugador, sumado a la crisis financiera dibujaban un panorama sin el atacante. Actualmente, a apenas tres jornadas para que el mercado se cierre, es Bordalás el primero que se frota las manos sabiendo que con Guedes, el proyecto parece más fiable de lo que él mismo quizás podía imaginar hace algunas semanas. Este Valencia pinta muy bien y el temor que hay es a que todo se pueda venir abajo por una venta poco menos que 'irresistible'. Mestalla coreó el viernes el nombre de Guedes, pero el jugador dejó escapar la oportunidad de hacerle públicamente un guiño a la afición.

Afear esta euforia que se vive por el sano arranque liguero del Valencia con la venta de Guedes obligará a Meriton a acertar luego en las explicaciones. Más aún si no se consigue el recambio idóneo. Y encontrar sustituto igual de fiable es prácticamente imposible con el tiempo del mercadeo casi cumplido. El estropicio para Bordalás sería mayúsculo, por mucho que se insista en decir que tener a estas alturas al portugués y, encima enchufado, es ya poco menos que un regalo casi inesperado para el entrenador. «A día de hoy es jugador del Valencia. No valoramos nada que no sea que continúe: Ya dije que el mercado está abierto, creo que él está contento aquí», decía Bordalás.

El Valencia vuelve a enganchar a la afición, que se da cuenta de los vaivenes de Meriton a la hora de escoger la estrategia correcta. Le funcionó con Marcelino y parece que le puede funcionar igual de bien con Bordalás. El técnico se ha convertido en el ídolo de Mestalla con solo dos partidos disputados. Estar en lo alto de la tabla, no haber recibido un gol en tres jornadas y plasmando sobre el césped el carácter es ya sinónimo de garantía.

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