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Da gusto venir a Mestalla en noches de derbi y de recuerdos imborrables. Ángel Castellanos no pudo recibir mejor homenaje que el que le tributó una afición puesta en pie ovacionando su imagen durante casi un minuto y el que le pudo ofrecer después el ... equipo de Baraja ante el peor Villarreal de los últimos años. El Valencia descuartizó al grupo de Marcelino. Lo hizo trizas ante la mirada impasible de un Marcelino al que no le quedó otra opción que presenciar el desmoronamiento de su gente, con las manos en los bolsillos y escuchando cómo desde la grada se coreaba su nombre. Tal fue la extraña situación que se dio que hasta con el humillante 3-0 que en ese momento imperaba en el marcador, no le quedó otro remedio que alzar la mano y saludar.
Mestalla fue un puño que golpeó duro nada más empezar y que se lo pasó en grande después. Se cantó de todo. Desde el desmedido 'este es el Valencia campeón' hasta el 'Parejo es del Valencia'. Hubo para todos en esta noche de frenesí casi totalmente inesperada pero tremendamente satisfactoria, que deja a los de Baraja en una posición mucho más que digna en Liga.
Nadie podía imaginar que con el empeño que ha puesto Marcelino en que a su Villarreal dejen de torearle allá por donde va, de nuevo le metieran tres. El Valencia repitió guion. Le hizo tres al Atlético y calcó el partido con una imagen soberbia en el primer tiempo. Ver para creer. Foulquier parecía un virtuoso del balón, Canós un extremo a la vieja usanza, Yaremchuk un delantero de talla mundial y Gayà el Sócrates de Pedreguer, dando asistencias girando la mirada al tendido. Todo salió redondo desde el principio. En los dos primeros minutos, los valencianistas ya habían metido el balón al área tres veces y sacado un córner. Segundos después vino el primero. Asistencia de Gayà y Yaremchuk empalma con esa furia de alguien que sabe que lleva meses como un islote perdido y que se la ponen en bandeja. Golazo y desmoronamiento general de los amarillos. Mala defensa, horrible colocación, Albiol no llega ni en avión en velocidad y el agujero que se observa es tremendo, no sólo por la propia acción del gol sino por la impresión que deja el rival. Por ahí hace aguas. Tremendo. Marcelino traga saliva.
La que le viene encima es brutal. Cinco minutos después, en un intento de sacar el balón controlado desde el portero, de nuevo la presión del Valencia hace que Yaremchuk esté a punto de hacer el segundo. Vamos, esto promete. Festival de Nochevieja para aquellos que no disfrutaron de la entrada del año como toca. El Valencia está dispuesto a recompensar de la mejor manera posible a sus incondicionales, a esos que cantan eso de 'Villarreal, equipo filial'. Hay tiempo para todos para ajustar algunas cuentas y para reivindicarse por aquello de cuál es el primer equipo de la Comunitat. En tiempos de escasez, bocados así no se tienen que dejar escapar.
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Moisés Rodríguez
A Baraja le salió perfectamente la pizarra. Los dos delanteros hicieron faena de lo lindo, con un Yaremchuk prácticamente irreconocible. Pero Gayà, Gayà está como siempre. Padeció lo suyo en defensa con el incordio de Akhomach, pero en ataque estuvo sublime. No tuvo bastante con el primero que se metió de lleno también en la elaboración del segundo. A Hugo Duro le tocaron lo justo la espalda y se lanzó a comerse la hierba sabiendo que el penalti estaba cantado. Pepelu cumplió como siempre con su cometido. Este chico sirve para todo. Igual hace de Castellanos, que de Kempes cuando hay que coger la responsabilidad en los penaltis. Y no una vez, dos que siempre es algo más complicado. El primero se lo tiró a la izquierda del meta y el segundo a la derecha. Imposibles de parar.
Pero hubo más, por supuesto. Gayà dio otro pase que Hugo Duro no terminó en gol por muy poco. Eso, en menos de media hora de juego. Con el 2-0, el Valencia lo tenía muy claro. Había que seguir así, porque del Villarreal sólo se observaban malas caras, miradas de unos a otros, imprecisiones de Parejo, de Capoue... Morales desaparecido, Gerard sin saber dónde meterse, los bandas sin actividad... esto no es ni mucho menos lo que quiere Marcelino. Faena tiene el asturiano pro delante si no quiere padecer como padeció el año pasado Baraja para salvar los muebles.
Lo mejor de todo es que el público creía que con el primer tiempo había terminado la función. Qué va. Arrancó el asunto con más madera. Hugo Duro manda al poste, y Pepelu de nuevo abre en canal al rival haciendo el tercero por unas manos casi de infantiles. Media hora por delante para subir la renta todavía más o para echarse una siesta. El Valencia optó por quedarse a mitad de camino. No le faltó apretar más las clavijas ni seguir abriendo más bolsas de cotillón. La grada optó por seguir a lo suyo. Acordándose como siempre de Peter Lim, aplaudiendo a su entrenador y tomándose a guasa el derbi. No quedaba mucho más que rascar ni por un lado ni por otro. Ni por el esfuerzo de Marcelino de mover sus fichas ante la descomposición general, ni de Baraja por pensar que la cosa podía transformarse en un disgusto imprevisto de última hora. No vayamos a aguarnos el arranque de año, que queda mucho por delante, recordando que a Gattuso se le atragantó la Navidad.
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