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España se fue de Rusia con récord incluido. Más de mil pases. Estériles. Incapaces de derribar el muro planteado por Rusia como único camino válido para contrarrestar a una selección superior por nombres e historia. Fernando Hierro volteó el once con varias novedades, intentando sacar al equipo del fútbol plomizo de la fase de grupos. Nada. ¿Cómo taladrar el bloque de hormigón? ¿Cómo trasladar al electrónico la sensación de que Rusia no era mejor para meterse entre las ocho mejores del mundo? Con tanta cábala se agotaba el tiempo. Iniesta y Aspas fueron las primeras ideas del seleccionador para mover el árbol. Rodrigo seguía en el banquillo, sufriendo como el resto, deseoso de que Hierro recayera en él como solución al colapso.
El '9' de España por fin se hizo hueco en el rectángulo de juego. Era el minuto 104, a un suspiro de que Kuipers mandara a los dos equipos al breve descanso de la prórroga. Rodrigo tenía cosas a su favor: más gasolina y electricidad que los rivales, un estudio más sosegado de las carencias de Rusia, el que te posibilita haber visto los toros desde la barrera durante esos larguísimos 104 minutos. Era evidente que la apuesta de Hierro murió por el camino. Diego Costa chocó contra iguales. Centrales duros, poco espacio para pensar y muchos centímetros en la brega por los balones aéreos.
El segundo plan del seleccionador juntó a dos delanteros de un perfil opuesto al de Costa. Primero Iago Aspas, más incisivo que el jugador del Atlético de Madrid pero menos vivo de lo exhibido contra Marruecos. Luego Rodrigo, hambriento de césped, de esculpir su nombre en la historia de España en el Mundial con el gol que deshiciera el entuerto de Moscú. Además, estrenando el cuarto cambio -siempre que haya prórroga- que la FIFA concedió y ha empezado a poner en práctica en el torneo de Rusia. El delantero del Valencia dio la cara desde su primera carrera. Pidiéndola y asumiendo la responsabilidad. Tocaba reventar la horizontalidad para encarar el camino más corto hacia el gol. Los centrocampistas encontraron rápido a Rodrigo. Quedó claro que Hierro había desperdiciado al '9'. La pregunta entonces era si habría tiempo para enmendar el error de cálculo del banquillo español.
Derrotado, Rodrigo Moreno publicó una extensa carta en las redes sociales tras el partido ante Rusia. «Es muy importante aceptar estos momentos, vivir el duelo en paz con uno mismo, apoyarse en aquellos que siempre están y dejar que, poco a poco, el tiempo cure», reflexionó el valencianista. «A pesar de esto, lo más importante es aprovecharse de los momentos negativos para aprender y darse cuenta de que siempre tenemos que persistir. Nada ni nadie puede amargarnos ni hacernos desistir. Seguramente es el día más triste de mi carrera profesional, pero mañana empieza un nuevo día y con alegría pondré todo de mi parte para que así sea», apuntó el delantero, que dio las gracias a la familia y los compañeros y acabó asegurando que ha sido «un orgullo» defender a España.
La mejor de Rodrigo, la acción que pudo cambiar el destino de la selección en Rusia le cayó a la pierna derecha. La mala. El valencianista lo hizo todo bien y cuando enfiló a Akinfeev el disparo con la zurda ya era un imposible. Al menos, el delantero consiguió que la selección volviera a creer. En sólo 16 minutos chutó dos veces entre los tres palos, más que ningún otro compañero a lo largo del encuentro. Cuando Kuipers señaló el final del choque, Rodrigo rezaba porque los responsables en la tanda de penaltis hicieran desde los 11 metros lo que no pudieron a través del juego.
Iniesta, Piqué y Ramos (los más veteranos) sí embocaron sus lanzamientos, pero Koke y Aspas vivieron con los fallos la cara más amarga del fútbol. Empezó en ese momento el drama de ver a los jugadores hundidos sobre el verde. Los dos que fallaron, claro, pero también Sergio Ramos, Jordi Alba, Azpilicueta, Iniesta o Rodrigo. El '9' era un mar de lágrimas que deambulaba por el campo intentado hallar una explicación. Hierro fue de los primeros en acercarse al delantero para consolarle, pero no tuvo mucho éxito el seleccionador. Rodrigo, como el resto de los que no han gozado de mucho protagonismo, se iban de Rusia con la puñalada de la eliminación y la rabia de haber podido demostrar muy poco de forma individual. En el caso de Rodrigo, apenas tres fogonazos contra Iran (ingresó en el césped en el minuto 89), Marruecos (6 minutos) y los 16 de ayer contra Rusia. Muy poco para uno de los mejores delanteros de la 17-18.
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