Ayer jueves no me pasé por aquí como cada semana porque, como siempre decimos los periodistas, la actualidad manda. Y la noticia del Mundial acaparó - ... como no podía ser de otra manera- todo el espacio propio del momento. Y, como habrán leído ya en su ejemplar de LAS PROVINCIAS, Valencia se sitúa ahora mismo en interrogante como sede por obra y gracia de Peter Lim. Es culpa suya y, para desgracia de los que pensamos que a la buena gente le tiene que ir bien y no al contrario, se le ha vuelto a aparecer la Virgen de Singapur. Meriton lleva mintiendo desde que yo tengo uso de razón 'Meritoniana' y, particularmente, desde que anunciaron un estadio para el centenario que jamás se terminó. Porque, para acabar el Nou Mestalla hace falta solo una cosa y no son licencias, convenios, políticos ni floreros. Solo hace falta dinero. Nada más. Justo lo que Lim -dueño de la empresa y responsable de la misma- se ha negado a poner y/o avalar para que la contingencia de Cortes Valencianas se resolviera tras su llegada.
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Va a ser una década desde que Peter llegó por aquí y no se ha movido un dedo de su bolsillo. Es más, se han movido otros dedos de otros bolsillos. Y ahí es donde aparece la Virgen. En primer lugar cuando, caído del cielo, apareció CVC en las vidas de los clubes de LaLiga para parchear sus cuentas y mejorar sus infraestructuras. De pronto, al que no puso ni uno le 'regalaron' 80 millones de euros para terminar el estadio. No me digan que no es tener suerte. Pero tampoco entonces puso el resto del dinero.
Nos enredamos entonces en una guerra absurda de 'dimes y diretes' con el único objetivo de dilatar los plazos y/o conseguir condiciones más beneficiosas para el bueno de Peter Lim, recuerden aquel insulto de proyecto presentado con un nuevo estadio que era más pequeño que el actual Mestalla. Y así llegamos al miércoles. Hace menos 48 horas. El día en el que se anunció a todo el planeta que a España volverá el Mundial y que Valencia podría ser una de las sedes. Poca broma, otro Mundial de fútbol en nuestra ciudad como en 1982. Y la Virgen regresó.
Seguro que a Peter Lim le salió en ese instante la sonrisa del pescador que pone el cebo, se sienta tranquilamente a esperar, y disfruta cuando la caña empieza a moverse porque ha picado su ansiado pescado azul. Ya lo tiene. El cambio de gobierno valenciano le abrió las puertas del océano y la FIFA le ha regalado la pesca. No me negarán que la suerte de Peter Lim es de estudio: primero le regalan los 80 millones de euros de CVC y ahora la ciudad está obligada a ayudarle a terminar el estadio si quiere el Mundial. Nunca fue tonto el hijo del pescador.
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La pelota se ha trasladado oficialmente al tejado de una Generalitat y un Ayuntamiento de Valencia que, como ustedes comprenderán, no se pueden permitir el lujo de enredarse en la burocracia y perder el mayor tren del deporte mundial. El retorno para la ciudad de un evento así no se puede ni discutir. Ni les cuento salir en la foto política.
Así que, desde el miércoles, tengo claro que el pescador singapurense está ya reclinado sobre la cubierta de su yate disfrutando del atardecer. Recogiendo carrete con el pez herido en el anzuelo y dispuesto una vez más a marcar los tiempos cuando regrese a tierra. Ya le llamarán. Él dirá entonces qué quiere hacer, cómo lo va a hacer con el nuevo Mestalla, cuánto paga y... si no tragas no hay Mundial. ¿Me explico? Una vez más, Lim gana la partida riéndose de todos. Ahora, de todos los valencianos a través de sus instituciones.
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