Un gol de Ribes y otro de Pablo sirvieron para remontar el tanto inicial de López Ufarte en Mestalla el 16 de octubre de 1983. Aquel día, el primer partido que está clavado en la memoria de José Carlos Fernández, el Valencia venció a ... la Real Sociedad de Arconada, un superequipazo en aquella época. José Carlos, un adicto a Mestalla casi más que al Valencia, quiso que su legado a Rober, su hijo, tuviera como primer paso el equipo donostiarra, también con victoria, un 3-0, con doblete de Soldado y un gol de Jonas. «Forcé esa situación, quería que fuera así, tuve al niño todo el partido en brazos», señala José Carlos.
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En la casa de veraneo de El Rebollar se guardan cuidadosamente las camisetas de Rober. Una por cada temporada. Una vez, José Carlos las colgó del tendedero y la foto hizo viral. «Ahora ya se las compra mi hijo con su dinero», apunta.
El padre lleva cuarenta años de socio y tiene contabilizados cuántos partidos del Valencia ha visto en directo: 915. «La temporada que estuvimos en Segunda empecé a anotar en una libreta cada partido y desde ese momento no he parado. El Valencia me ha llegado a condicionar la vida. Si juega en casa, necesito ir a Mestalla por encima de todo. A veces tengo pesadillas de que voy por la escalera del vomitorio y nunca llegó a la grada a ver el terreno de juego», apunta.
El amor por el Valencia CF llegó en el patio del colegio. «Yo iba al Marqués del Turia, que está al lado del Westin. Desde el patio se veía una parte del fondo sur de Mestalla. Cada día lo veía. Ahí se dio el flechazo», cuenta a sus 50 años. Tiene su once ideal, con jugadores que ha visto: Cañizares, Quique, Ayala, Arias, Carboni (a la espera de Gayà), Albelda, Baraja, Mijatovic, Vicente, Villa y Penev (pilló al Kempes tardío).
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No quiere que Rober, con quien se sienta en Mestalla, herede ese sufrimiento que su padre siente por el Valencia. «Intento hilar un discurso para desdramatizar la situación, no deseo que mi hijo viva esto con la intensidad que lo hago yo, porque es una dependencia total. No sé si lo voy a conseguir, porque al final es choque de sentimientos», asegura uno de los miembros el colectivo Últimes Vesprades a Mestalla, que nació como tributo al centenario campo.
«Esta temporada ha sido la peor de todas en todos los sentidos: deportivo, social... Mestalla ha cumplido un siglo de vida y ha sido una falta de respeto por parte de la dirección del club a su casa, que se cae a pedazos», la menta.
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Esta tarde verá el partido en casa. Durante la temporada se ha desplazado a varios estadios pero hoy, durante la final en el Villamarín, se resguardará junto a Rober en la intimidad del hogar para salvar al equipo.
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