Hugo Duro, un chollo de futbolista

Cierto es que no hay debate alguno ni comparativa posible cuando echando la vista atrás todavía saltan las lágrimas al comprobar que por Abdennour el Valencia tuvo que soltar hace siete años 21,8 millones de euros más otros 6,8 en variables, pero pasado el tiempo y repasando la larga lista de fichajes que ha afrontado Meriton en estos ocho proyectos, bien se podría decir a estas alturas que Hugo Duro Perales (Getafe, 10-11-1999) puede convertirse en la mejor ganga con la que se ha encontrado el club de Mestalla en los últimos años. Cierto es que los mercados han cambiado considerablemente desde aquella época en la que se compraban, al margen del limitado central tunecino, elementos como Guedes, Negredo o Rodrigo, pero a sus 22 años el atacante madrileño va camino de romper todas las previsiones que auguraron un paso casi efímero y testimonial ya que en verano no se sabía muy bien dónde lo iba a ubicar Bordalás. Llegó prácticamente casi como quinto delantero, para sustituir a Sobrino, por detrás de Maxi, Marcos André, Guedes y hasta de Manu Vallejo, pero es hoy por hoy un futbolista imprescindible no sólo para el Valencia sino también para su afición. Su influencia en la consecución del pase a la semifinal de Copa (un gol y una asistencia) ha sido la confirmación de la confianza que tiene depositada en él el entrenador, mucho más que cuando le hizo estrenarse en la élite en el Getafe.

De hecho, la grada de Mestalla bendice que el club ejecute a final de temporada esos cuatro millones que se pactaron como cláusula opcional de compra cuando Ángel Torres le abrió las puertas del Getafe. Pagó en su momento el Valencia unos 250.000 euros por él –su sueldo es similar a esa cantidad y uno de los más bajos del vestuario– pero a la vista está que su cotización ha subido como la espuma (su valor de mercado se fijaba en la última revisión por 8 millones en Transfermarkt) y que la inversión a futuro ya está dando resultados.

Casi flotando salió el miércoles noche de Mestalla. "Una ovación así no me la imaginaba cuando vine", llegó a explicar una y otra vez en las diferentes entrevistas que tuvo que atender. Ese estudiante de ingeniería mecánica que ha tenido que aparcar forzosamente los libros, se ha propuesto cabalgar con cierto brío en la lucha por el ranking goleador blanquinegro. Siete goles en 21 partidos (uno cada tres encuentros de media) le sitúan entre los mejores, sólo superado por Carlos Soler (8, 4 de ellos de penalti) y Guedes (9). Y, lo que es más importante, por edad y condiciones, un margen de mejora bastante interesante. "La verdad es que trabajo mucho", ha llegado a admitir.

Versatilidad y gol

Duro lo hace casi todo bien y su aportación este miércoles casi oscureció por completo los destellos que dejó Bryan Gil, otro de los llamados a conquistar el espíritu de la grada valencianista. Bordalás situó de salida al madrileño como segundo punta, por detrás de Guedes, pero en función de las necesidades del equipo y de las propias del juego, es capaz de trabajar ayudando al lateral en banda o de desfilar por el área como si de un delantero centro se tratara (el gol, dice, prácticamente se lo encontró y que fue el balón quien le golpeó a él). Hace casi tres años Mestalla recogió con ironía su intervención involuntaria con la camiseta del Getafe en aquel épico cruce de cuartos. Este miércoles, sin embargo, compensó aquel suceso (canturreado incluso por los propios jugadores en las celebraciones post-título) con una gran ovación cuando ya en tiempo de prolongación (92'), desfiló hacia el banquillo para dar entrada a Marcos André. "Lo peor fue cuando lo de Copa en Mestalla, fue una cosa en un tiempo corto, salí molesto, pero no me duró mucho. Mis amigos se ríen de mí con la jugada... el primero que se ríe soy yo, el otro día nos fuimos los del equipo de fiesta y lo primero que se cantó fue eso", confesaba en una entrevista poco después de aquel famoso partido a los medios oficiales del Getafe, club al que llegó con seis años y con el que ha ido creciendo (pasó cedido la temporada pasada por el filial del Real Madrid donde llegó a jugar tres partidos con Zidane).

"Los chavales tienen que darse cuenta de que no todo es el fútbol", opina para defender la apuesta por los estudios. Su futuro parece que sí lo tiene garantizado de blanquinegro, pese a que le pasó algo curioso. Cuando en el vestuario el equipo posó para la foto de celebración, el único que faltó fue él. Estaba atendiendo a la prensa. Se lo tomó incluso con humor.

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