Aunque la versión oficial sobre la ausencia de Sadiq contra la Real Sociedad fueron las molestias en la rodilla que Carlo Corberán desveló el viernes, ... la jugada le salió perfecta al Valencia. El club se ahorró 300.000 euros y consiguió tres puntos que valen su peso en oro en la carrera de fondo de la segunda vuelta para evitar el descenso. Ahora, seguro que lo que espera el técnico es que ese dinero que no ha salido de la caja se invierta en el mercado de invierno. Aunque, siendo sinceros, muchas horas no para activar la cláusula del miedo. Una cosa es que Peter Lim haya abierto un poco la mano para reforzar al equipo en enero y otra que se pague por un partido lo que no se quiso pagar por fichajes. Que se lo pregunten a Carlos Vicente, el del Alavés, cuyo fichaje valía el doble de esa cantidad (600.000) y Meriton no lo autorizó. O, más cercano en el tiempo, los 250.000 euros para los que no hubo luz verde para la cesión de Bryan Zaragoza desde el Bayern el pasado verano.
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En cualquier puesto de trabajo, no hay mejor forma de poner las luces largas de alerta que aparezca un competidor por un puesto de nivel. Con Sadiq de espectador, Hugo Duro sacó galones ante el nigeriano para dejarle claro que no va a vender barata su condición de delantero titular del Valencia. El tanto del madrileño, que lo celebró con mucha rabia sobre el césped, es el sexto en su cuenta en lo que va de temporada y el segundo en el inicio de 2025, tras el que anotó frente al Real Madrid.
Lo que es innegable es que Sadiq acaparó todo los focos en los días previos al partido. Algo que, por cierto, pudo servir para atenuar la presión en otros frentes en una cita de una tensión tremenda porque cuando el autobús del Valencia enfiló la Avenida de Suecia, con menos aficionados de lo habitual, la zona de la salvación estaba a siete puntos. Carlos Corberán, en declaraciones a la Liga minutos antes del partido, destacó el «importante compromiso y las ganas de ayudar» del nigeriano desde el primer día que pisó Paterna y reafirmó la versión oficial de su ausencia: «Desde el partido de Copa en Ourense sintió molestias en la parte posterior de la rodilla». El que sintió alivio por esa baja, aunque su club perdiera tres centenares de miles de euros, fue Alguacil: «Con nosotros no estuvo acertado de cara a gol pero siempre he respetado su trabajo y su día a día. El gol que metió en la Copa con el Valencia le va a ayudar y si tiene continuidad es un jugador con potencial. Con nosotros no fue capaz de hacer esos primeros goles y ojalá que desde la semana que viene aporte».
Cuando comenzó a rodar el césped, ya nadie se acordó del delantero nigeriano. Ganar era más que una necesidad, una obligación, y tras el protocolario «¡Peter, vete ya!» que en los últimos partidos se ha adelantado 19 minutos, ya que se canta por primera vez justo con el pitido inicial, el partido fue un carrusel de nervios. Sobre todo en los últimos minutos, con el fantasma de los 21 puntos que ha perdido el Valencia en lo que va de temporada en los encuentros en los que se adelantó en el marcador. Cada mal despeje de los de Mestalla, o mala decisión, era contestada con miles de gestos de desesperación en todos los sectores de la grada. Corberán, por su parte, no paraba de usar los dos brazos, tanto para indicar con vehementes gestos a sus jugadores lo que debían hacer como para pedir el ánimo de una caldera que se terminó activando. Mestalla necesitaba una catarsis así. Terminar un partido cambiando la bronca y los insultos por un sonoro «¡Sí, se puede!». Ese es el camino.
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