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irene marsilla
La imagen que buscaban en Madrid

La imagen que buscaban en Madrid

Mestalla hace de grada de animación tras el cierre injusto de la Mario Kempes. La afición despide con aplausos a los jugadores del Espanyol, tras celebrar en medio del caos una salvación que aún no es matemática

Lunes, 29 de mayo 2023, 02:32

Madrid consiguió la foto que buscaba cerrando la grada Mario Kempes de Mestalla, esa es la que dará la vuelta al mundo a la misma velocidad que hace una semana se compró la mentira de que todo el estadio insultó de forma racista a Vinícius, pero Valencia, su gente, se quedó con la foto de una afición más unida que nunca ante la injusticia y, además, que supo sufrir, hasta el borde la taquicardia, para acariciar la permanencia. El final, con el pinganillo puesto para calcular todas las carambolas, fue tan loco que la imagen de todo el banquillo del Valencia corriendo hacia el césped cuando Gil Manzano levantó los brazos... tuvo como efecto que miles de valencianistas rompieran a llorar pensando que su equipo ya estaba salvado. Incluso, aún con los gestos evidentes de los seguidores haciendo cuentas entre ellos para certificar si eran o no de Primera de forma matemática, en todo Mestalla atronó el «¡Peter, vete ya!» más fuerte que se recuerda. El reservado para soltar toda adrenalina acumulada por una temporada para olvidar. No, mejor para no hacerlo nunca, puesto que lo que está ocurriendo este curso no debe volver a suceder. Ese análisis será para otro día pero conviene no sacar de la foto, ya que estamos con la analogía de los píxeles o el carrete, que si el Valencia debe certificar la permanencia en la última jornada en el campo del Betis será porque la planificación deportiva de Meriton, en verano y en invierno, fue nefasta. Nociva. Que el conjunto valencianista no esté salvado en la última jornada es una penitencia tremenda. Es más, si no está en Segunda es gracias a la irrupción de Javi Guerra y Deigo López. Así de claro.

El gol anulado al Espanyol por falta a Mamardashvili, que hubiera supuesto el 1-3, transformó el drama momentáneo en una grada que había enmudecido a la esperanza. Fueron muchos los gestos al cielo por parte de valencianistas que ya no sabían a dónde encomendarse para que llegara un gol que, hasta que marcó el Getafe en el 90, suponía una salvación. Los cinco minutos de alargue avanzaban a la velocidad de la luz hasta que todo Mestalla visualizó el hueco que había dejado la defensa perica tras una contra que dejó el balón en los pies de Lino. Por fortuna, Samuel también lo vio. Dice uno de los cánticos más famosos del valencianismo que anime todo Mestalla. Pues bien, todo Mestalla presente en el partido remató con la misma fuerza que Lino para que ese balón opositara a romper la red, como ocurría en los tantos mágicos de Oliver Atom en aquella mítica serie que embrujó a varias generaciones. En un mundo paralelo, Jaume Doménech se fue corriendo a celebrarlo con Mamardashvili, que había caído de rodillas al sacar de dentro toda la frustración por su error que provocó el 1-2 marcado por Braithwaite. El segundo gol del Getafe, en ese instante, había roto la opción de una salvación matemática del Valencia con un empate, eso es lo que confundió a miles de personas, pero el tanto de Lino evitó que el valencianismo se despidiera de la temporada con una derrota. Que no es poco, antes de sacar la calculadora para la última jornada.

La afición demostró ser modélica incluso con el dolor del rival, despidiendo con un aplauso a los jugadores del Espanyol cuando abandonaron el campo hundidos, puesto que lo único que quedó certificado tras un final de infarto en cuatro campos al unísono es que el conjunto catalán desciende a Segunda junto al Elche. Ahora, el Valencia sigue dependiendo de sí mismo (como antes del partido contra el Espanyol y en Mallorca) pero su afición, a la vez que algo aliviada por el gol de Lino, volcó su frustración en una protesta en la Avenida de Suecia, tras el partido, donde cientos de personas le volvieron a pedir a Peter Lim que se marche del Valencia. A estas alturas de la película, es complicado que el máximo accionista vaya a tener a bien hacer caso de esa solicitud. Las mismas que existían de que el TAD fuera a aplicar la cautelar para que la grada de animación pudiera estar activa en el partido más decisivo del curso.

Los valores de Diakhaby

El arranque del partido entre el Valencia y el Espanyol tuvo una carga emotiva muy importante, dentro y fuera de Mestalla. Dentro, el valencianismo arropó a Diakhaby cuando volvió a negarse, como en Mallorca, a posar junto al resto de jugadores detrás de la pancarta contra el racismo promovida por LaLiga. Fue, de nuevo, un acto personal de protesta, al entender que es una hipocresía estar en esa foto cuando ni la patronal de clubes ni la Federación le apoyaron de forma unánime como ha ocurrido con Vinícius, tras los insultos racistas que sufrió hace una semana. Los valores de Diakhaby, ni se compran ni se maquillan en este mundo de las redes sociales, el 'clickbait' y el postureo.

Los que no pudieron aplaudir al central francés dentro de Mestalla fueron los casi 2.000 abonados de la grada de animación Mario Kempes. Muchos lo hicieron desde la calle, puesto que cientos de ellos vivieron el partido desde la Plaza de la Afición, por las televisiones de los bares de fuera del campo. Antes de arrancar el partido, por megafonía se tuvo un recuerdo «a los valencianistas que de forma injusta se les ha privado de estar aquí. Los tenemos presentes». Hay que recordar, al respecto, que el Valencia abrirá la vía judicial para denunciar la sanción contra el club por racismo, al entender, entre otros motivos, que es indecente que una de las pruebas admitidas para la sanción se base en el relato incierto de que todo Mestalla insultó de forma racista a Vinícius. En el minuto 12, el dorsal de Diakhaby, miles de personas agitaron sus pañuelos y corearon el cántico «¡Corrupción en la Federación!». En un campo con el cartel de no hay billetes, el único lunar ocurrió unos minutos antes de la llegada de los autobuses, cuando varios cientos de personas entonaron los cánticos «¡Que sí, que sí, que puta Real Madrid!» o «¡Madridistas, hijos de puta!». Si, de verdad, todos creemos que hay que sacar de los campos a todas las personas que utilizan la violencia verbal, hay que hacerlo. Todos.

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