El Valencia salta con cierta contundencia hacia el abismo. Lo hace de manera estremecedora, precisamente en Mestalla y ante su propia gente, en uno de esos días en los que no debes fallar. Si el 'todopoderoso' Rayo, que venía con las dudas en el cuerpo ... después de tres derrotas consecutivas, es capaz de arramblar los tres puntos con la sola aportación de un impetuoso cabezazo a balón parado, da pánico pensar hasta dónde va a alcanzar el padecimiento de un equipo, el de Baraja, construido sobre una ilógica aplastante. Si uno recuerda aquellas palabras de Corona de hace ya algunas semanas ensalzando con cierto descaro esta plantilla, la desesperación todavía es mayor. Diez. Diez puntos. Diez de cuarenta y dos puntos es lo que se ha sumado. Con eso está dicho todo. El Valencia va camino de cerrar el año de una manera ciertamente vergonzosa. No es colista casi de milagro y Mestalla ya ha llegado prácticamente al límite. Incluso la visita de los capitanes (Jaume, Gayà y Pelelu) a la Grada de Animación al final del partido es un fiel reflejo de la angustia general que se está viviendo y que afecta ya de lleno en el vestuario. Este tipo de situaciones son síntomas de cierto dramatismo.
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El Valencia se ha metido por méritos propios en el pelotón de la ruina, con esos equipos al que cualquiera les ningunea, esos que también son carne de cañón para árbitros tan limitados como Munuera Montero. Lo de este colegiado con el Valencia merece un capítulo extra, pero sería una inocentada cargar a Munuera con la mochila del batacazo. El intento de los jugadores de apelar al corazón en la segunda parte no resultó ni del todo convincente ni, por supuesto, suficiente. La grada parece que más que enfadada está resignada, con tímidos pero sensibles pitos ya al entrenador, figura que hasta ahora y desde que llegó ha resultado poco menos que intocable.
El Valencia aguanta firme con Baraja. La duda como siempre pasa es saber hasta cuándo será capaz de mantener esa convicción. El entrenador intentó, dentro de lo que cabe, aportar soluciones, tanto a priori como sobre la marcha. Pero él ni remata como Hugo Duro (que se la envió a las manos de Batalla cuando lo tenía todo a su favor) ni levanta el banderín para señalar un más que probable fuera de juego en la acción que precedió al saque de esquina del gol visitante. A Baraja hay que responsabilizarle de haber ensayado en Copa con Fran Pérez en el carril diestro y poner sin embargo a Diego López contra el Rayo. Sin lateral derecho, el parche voló demasiado pronto por los aires. Álvaro le cogió en seis minutos dos veces la espalda a Diego López y la segunda vez el desenlace final terminó en córner y de ahí en 0-1. A un Valencia con tres centrales de cierta envergadura aérea no se le puede rematar tan fácilmente en el primer palo. El gol acabó por desbaratar la escasa calidad y cantidad de ideas que son capaces de desarrollar por sí mismos los futbolistas. Hay algunos que no tienen nivel hoy en día para jugar ni en este Valencia de mínimos. Es el caso, por ejemplo, de Germán Valera, que naufragó de principio a fin en su titularidad. Y en tonos muy bajos se pronunciaron gente como Barrenechea, Javi Guerra y Hugo Duro. De ahí que la primera parte fue sencillamente insufrible.
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Marcos Sánchez
Que hubiera podido todo cambiar a los pocos segundos cuando Ratiu empujó con más descaro que fuerza a Valera dentro del área, pues posiblemente, pero como el Valencia pinta cada vez menos, ni Munuera ni el VAR quisieron echar ninguna mano.
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Luego, el tono general cambió. Baraja retocó el dibujo y movió varias piezas de sitio. A pesar de las inoportunas molestias de Gayà que dibujaron un panorama mucho más sombrío, el equipo le pudo más ganas. Por lo general es el recurso más básico que queda cuando fallan otros conceptos que, por desgracia, parece que esta plantilla carece por completo. Aún así, el Valencia fue poco a poco metiendo al Rayo en su campo, cortándole el manejo del balón y haciendo creer a Mestalla que se volvería a vivir una de esas tardes de remontada casi apoteósicas, de las que hacen olvidar las pifias que otros con sus decisiones se han encargado de hacer desde los despachos.
Entró un minuto antes de la hora Rafa Mir. Más de tres meses después, el delantero reapareció en Mestalla, con toda la carga que eso conlleva. Más expectación que pitos. Tal y como está el equipo, cualquier tipo de colaboración es bienvenida. Y la verdad es que al delantero le faltó bien poco para convertirse en el héroe del día. Un balón con muy mala intención del voluntarioso Rioja, una salida de opereta de Batalla le dejó a Mir el balón prácticamente solo en el segundo palo. El problema es que la altura del mismo le obligó a intentar rematarlo casi de cintura. Ni el apoyo del brazo le dio el suficiente impulso para evitar que Lejeune acabara sacándolo casi sobre la línea. Hubo un trozo de balón que posiblemente sí entró, pero para que sea efectivo debe hacerlo en su totalidad. Y eso es lo que por las imágenes de las cámaras no sucedió.
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No hubo milagro. Porque eso es a lo que muchos recurren ya para evitar ese abismo al que el Valencia se asoma. Por ahora con Baraja. Pero esto debe cambiar ya porque Mestalla tiene paciencia pero no infinita.
Ficha técnica.
Valencia CF: Mamardashvili, Diego López, Gayà (Jesús Vázquez, 45'), Mosquera, Tárrega, Yarek, Barrenechea (Pepelu, 59'), Javi Guerra, Valera (Rafa Mir, 59'), Rioja y Hugo Duro.
Rayo Vallecano: Batalla, Ratiu, Lejeune, Mumin, Chavarría, Valentín, Ciss, Isi, García, Nteka (Camello, 59') y De Frutos (Embarba, 59').
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Gol: 0-1, Pathé Ciss (7').
Árbitro: Munuera Montero (Comité andaluz). Amonestó a Isi, Nteka, Yarek y Mamardashvili.
Incidencias: 40.968 espectadores.
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