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He echado la vista atrás para buscar los inicios de Carlos Corberán y los números que necesitaba para salvar al Valencia cuando llegó al cargo. ... Para contextualizar el asunto, recuerden que, con él ya en el banquillo, se cerró la primera vuelta en el Sánchez Pizjuán con aquel empate que supo a derrota con el auto gol de Mamardashvili. Esa jornada el Valencia se colocó colista de Primera División. El último de la Liga, vaya. Y cuando llegó la siguiente jornada -primera de la segunda vuelta- el Valencia empezaba su partido en Mestalla ante la Real Sociedad a siete puntos de la permanencia. El Valencia ganó. Y mi columna del siguiente jueves empezó así: «¿Saben cuál es la principal diferencia entre el Valencia y todos sus rivales en la lucha por la salvación? Mestalla. Arma histórica y real que vuelve a disparar». Nunca una hemeroteca resultó tan agradecida. Desde entonces hasta hoy victorias ante Celta, Leganés, Valladolid y Mallorca. Si a eso le sumamos los empates en todos los campos visitados tenemos la nueva realidad: cuatro puntos sobre el descenso a mitad de la segunda vuelta. De estar a siete de la salvación a estar cuatro sobre el descenso. Como ustedes comprenderán, esto es la 'releche' (que como término no sé si existe, pero que ustedes entienden perfectamente). Mestalla es el alma de este club, es la gasolina de este equipo y es lo único que hay que cuidar ayer, mañana y siempre.
Y, precisamente, de esa gente quiero hablar. Porque, durante la segunda vuelta -aunque fuera una competición- sólo ha habido un día en el que Carlos Corberán se ha saltado su propia norma de necesitar a Mestalla. Fue el día del Barça en Copa del Rey. Aquella noche le importó un pimiento si había 45.000 personas en el estadio pasando frío para soñar con unas semifinales. Su única prioridad era el partido del Leganés de tres días después e hizo una alineación para que le metieran cinco (lo dije en la radio antes de empezar el partido y no cambio ni una coma). Y, claro está, le metieron cinco. La reflexión posterior de algunos fue que, como se ganó después al Leganés en Liga... pues todo vale. Y no, señores; no todo vale. La humillación -en tu propia casa y ante tu gente- con la inestimable colaboración del entrenador con aquella alineación descarada será recordada como una de las páginas más negras de la historia de este club. Y llevará la firma de Carlos Corberán por muchas páginas blancas que haya escrito antes y que escriba después de ese encuentro. Que, por cierto, están siendo casi todas en su libro.
Efectivamente, ya lo han pillado: llega el Bernabéu. Les anticipo que veo cero posibilidades en territorio blanco. El Madrid va a ganar por lo civil -porque deportivamente sea mejor- o por lo arbitral -como le ganó al Leganés o pasó en Copa ante el Celta-. Cero posibilidades. Ahora bien, una cosa es que te ganen los doce rivales que habrá enfrente y otra cosa es pegarse un tiro en la sien antes de empezar. De momento hay tres titulares que no estarán por cumplir ciclo y entiendo sus tarjetas ante el Mallorca. Yo habría hecho lo mismo. Gracias a Peter Lim, el paso por el Bernabéu no es la liga del Valencia para la salvación. Argumento tan mediocre y miserable como real gracias a Meriton. Pero de ahí a lo del Barça en Copa del Rey... cuidado. Que perder ante el Real Madrid en su casa es lo normal. Pero otra humillación histórica sería una vergüenza intorelable. Corberán no se puede permitir otra tarde del fútbol escupiendo sobre el escudo del Valencia. No con su connivencia. Y esta semana está ensayando para otra goleada indecente.
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