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La temporada 63-64 arrancó con el partido Valencia-Barcelona en Mestalla. Era la primera vez que ambos equipos se medían en el encuentro inaugural del campeonato en el feudo valencianista. Los elementos meteorológicos arruinaron la enorme expectación suscitada. En una noche tormentosa, el encuentro no pudo acabar y fue suspendido a los 25 minutos de la primera parte por culpa de la lluvia torrencial que caía. Se cortó el fluido eléctrico, las luces del campo se apagaron y el terreno de juego estaba impracticable. El marcador registraba en esos momentos un empate sin goles.
A media tarde de aquel sábado 14 de septiembre de 1963 ya se presagiaba lo peor, todos los indicios apuntaban a que el partido iba a estar pasado por agua. Las nubes descargaron con fuerza durante todo el día. El inicio del choque estaba fijado a las 22:45 horas con apenas media entrada en las gradas. Se veía venir el diluvio. Incluso las comunicaciones entre Valencia y la Ciudad Condal se vieron afectadas. Una fuerte borrasca castigaba el litoral mediterráneo. El aeropuerto de Barcelona cerró su actividad en la víspera y la expedición barcelonista, que tenía previsto efectuar el desplazamiento a Valencia por vía aérea, se vio obligada a viajar en ferrocarril. El tren pudo llegar a la estación del Norte con 3 horas de retraso después de esquivar múltiples dificultades.
En la ciudad de Valencia se había programado ese día dos acontecimientos de gran tirón popular. Por la tarde se celebraba un festival taurino, con la actuación de Manuel Benítez, «El Cordobés», cuya presencia atraía a multitud de aficionados y curiosos. El mal tiempo impidió que se pudiera desarrollar con normalidad. Algunas agencias de viajes ofrecían entradas para asistir a ambos espectáculos. Fútbol y Toros, una combinación sugerente en aquel momento.
El duelo entre el Valencia y el Barça llegaba después de que ambos equipos se hubieran enfrentado hasta en 6 ocasiones en la temporada anterior. A la doble confrontación liguera, se unía la semifinal copera, que precisó de un tercer partido de desempate en terreno neutral, después de las igualadas registradas en Mestalla, (2-2), y en el Camp Nou, (1-1). Por añadidura, ambos equipos se volvieron a ver las caras durante el verano en la final de consolación del Trofeo Ramón de Carranza.
El Valencia, que venía de ser campeón de la Copa de Ferias por segundo año consecutivo, estaba dirigido por Pasieguito. El Barça también disputó este torneo continental pero cayó ante el Estrella Roja de Belgrado. Ambos equipos se conocían bien. Sus duelos solían deparar partidos competidos, en ocasiones con muchos goles, como en la campaña 61-62, cuando el Valencia superó al conjunto catalán dos veces por 6-2 en Mestalla, tanto en la Liga como en el partido de ida de la final de la Copa de Ferias.
Tras la suspensión del encuentro, se acordó la fecha del miércoles 13 de noviembre para su disputa desde el inicio. El horario de inicio eran las 20 horas y a continuación, a las 10 de la noche, se jugaba el Mestalla-Cádiz, de Segunda División, que también se suspendió en septiembre. La asistencia de aficionados desbordó todas las previsiones y originó un gravísimo problema de orden público. Muchos espectadores no pudieron acceder a sus localidades por haberse duplicado las entradas vendidas en su día con las expedidas posteriormente para la cita y se quedaron en la calle. El club había anunciado que eran válidas las del choque suspendido en septiembre, siempre que se mostraran en las puertas del campo. La picaresca de numerosos aficionados y la errónea organización del club explican lo sucedido.
El Barcelona hizo doblete en Valencia. Tres días antes había vencido por 4-5 al Levante UD en Vallejo. Un resultado que aumentó el morbo para la cita de Mestalla que acabó con triunfo visitante por 0-2. La expedición catalana permaneció concentrada en El Recatí durante 4 días. Por su parte, el Valencia, que llevaba una mala dinámica en la Liga, centraba sus esperanzas en Europa. Su cuartel general estaba en Serra. La mayor singularidad de aquella temporada es que el conjunto valencianista no empató ninguno de los 30 partidos ligueros, un registro que no ha logrado nadie desde después de la Guerra Civil hasta la actualidad.
Poco tiempo después, en la primera jornada de la segunda vuelta, se produjo el relevo en el banquillo tras el 4-0 sufrido en el feudo del Barça. Mundo relevó a Pasieguito y condujo al equipo a su tercera final consecutiva de la Copa de Ferias, la única perdida, y la única celebrada a partido único, precisamente en el Camp Nou, ante el Real Zaragoza.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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