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CAYETANO ROS
Viernes, 3 de julio 2020, 00:19
- A Celades le ha venido grande el VCF, pero usted apostó por Rafa Benítez, que tampoco tenía un gran bagaje cuando llegó.
- Pero Benítez había estado en Osasuna, la cantera del Madrid, Extremadura y estaba a punto de subir al Tenerife. Celades no estaba preparado todavía para un club tan exigente. Benítez, sí.
- ¿A César no le quedaba más remedio que dimitir?
- Sí, si el director deportivo no tiene autonomía, debe marcharse. César no pudo actuar en nada. El director deportivo debe ser una pieza clave en un club. Hay muchas patatas calientes. A no ser que el contrato diga que eres un mero asesor deportivo. El Valencia necesita decisiones ágiles, inmediatas y autónomas. Si vas a un torneo y esperas nueve horas, pierdes a una joven figura. El Valencia está pesado. Necesitas un presidente, un consejero delegado y un director deportivo que tomen decisiones rápidas como las renovaciones y los fichajes.
- ¿A quién firmaría de entrenador y de director deportivo?
- En los dos casos a alguien con experiencia y éxitos deportivos.
- ¿Monchi es ahora el gran referente en la dirección deportiva?
- Bueno, estando Monchi en el Sevilla y yo en el Valencia, nosotros conseguimos más exitos.
- ¿Se le ha pasado a usted el arroz?
- Creo que no, sigo viendo fútbol y futbolistas. Quien es director deportivo, lo es toda la vida. Estoy contento con lo que he hecho.
- Pero, ¿qué pinta en la época del 'big data' y de estos jovencitos que manejan millones de informes?
- No es lo más importante. Es una ayuda, pero lo esencial es el diagnóstico y la elección de los jugadores que necesitas. Eso no está cuantificado. Antes ya teníamos base de datos, claro que las aplicaciones cambian a medida que avanza la tecnología.
- Entonces, ¿por qué no recibe ofertas?
- El mundo del fútbol ha pegado un cambio, hay que saber venderse, porque hay profesionales que no logran objetivos en los clubes y, al poco, encuentran trabajo en otros clubes; y hay otro tipo de personas que no saben venderse pese a lograr resultados. Es mi caso. Me sorprende mucho. Quizá busquen personas más moldeables y no tan independientes. Un director deportivo debe tener responsabilidad y autonomía para desarrollar su tarea dentro de unos parámetros económicos.
- ¿Desde que Minguella lo reclamó para el Barça no le ha llamado nadie?
- Fui con la candidatura de Minguella, que no salió, porque ganó Joan Laporta. Desde entonces, nada. Me fui del Valencia en 2006, con Quique Flores en el banquillo, y la clasificación para la Champions.
- ¿Por qué Manolo Llorente le tenía tanta tirria?
- Eso fue antes, en 2002, después de ganar la Liga. Pedí tres años de renovación y el club me ofreció 1 + 1. No sé cómo explicarlo. Estuve con tres presidentes muy futboleros: Paco Roig, Pedro Cortés y Jaume Ortí. Quizá se ensalzaron más los éxitos deportivos que los económicos (Llorente era el encargado del área económica).
- ¿Cómo fue su recorrido?
- Me retiré de futbolista en 1990, tras ser subcampeón de Liga con Víctor Espárrago, y el presidente, Arturo Tuzón, me ofreció un par de años de técnico al retirarme. Antes me fui una temporada a jugar al Orihuela. Al volver, entrené al Valencia sub-17 y el sub-18. Dirigí a Farinós, Albelda y Palop, los tres con muchas ganas de triunfar (Palop siempre quería que le tiráramos a puerta después de los entrenamientos).
- Y llegó Paco Roig.
- Paco me nombró director de la escuela. Me sirvió para coger experiencia. Ahora suben muy rápido del campo a los despachos. Tuve a Pep Balaguer de entrenador del Mestalla, con todos los chicos menores de 20 años. Me fui un año de técnico al Villarreal, en Segunda, y volví al VCF de adjunto a la secretaría técnica.
- Usted era un técnico de fútbol ofensivo.
- Pero no salió bien en Villarreal desde el punto de vista competitivo, anunque sí para la formación de jugadores. Llevamos a Simeón, Medina, Albelda, Angulo... Se lesionó Arroyo y fue un año de lluvias: no había instalaciones, era Font de Mora el presidente (antes de la llegada de Fernando Roig), y, a veces, entrenábamos en las gradas. No había más. Algo impensable ahora.
- ¿Qué papel juega Jesús Martínez en su carrera?
- Lo aprecio mucho: es un enamorado del fútbol sudamericano. En mi primer trabajo me mandó a una Copa de África en Johannesburgo, era una odisea llegar a los campos. Los resultados no salían, Jesús decidió apartarse y le pidió a Paco Roig que me hiciera director deportivo. Me preguntaron si me atrevía y dije que sí. Estaba Valdano en el banquillo. Había jugadores con otra mentalidad, Marcelinho, Romario y Saïb, que tuvieron que salir. Tuvimos que traer a Ranieri. Jesús Martínez había pensado en Ranieri y en Artur Jorge. Nos decidimos por el italiano. Jesús trajo a grandes jugadores: Angloma, Carboni, Mendieta, Angulo, Piojo López... Dejó muy buena herencia. La Copa del Rey de 1999 es más de Jesús Martínez que mía. Pero cambiamos de idea: queríamos un equipo duro atrás y rápido adelante. Había que imprimir carácter. Así había ganado yo como jugador la Copa, la Recopa y la Supercopa.
- ¿Cuál fue el primer fichaje?
- El rumano Adrian Ilie. Fui a Estambul porque jugaba en el Galatasaray, y me encantó: cada vez que recibía la gente estaba expectante. 'La Cobra' Ilie. Un jugador eléctrico, de mucha calidad, que rindió menos de lo que podía por las lesiones y el carácter, pero marcó goles de vaselina espectaculares. Vino en diciembre.
- Ya había dimitido Paco Roig.
- Dimite después de un 0-1 del Salamanca en Mestalla con gol de Pauleta. Entra Pedro Cortés, un gran conversador de fútbol que siempre me apoyó y me dejó trabajar. La idea era clara: un equipo con personalidad para que pudieran aprender los jóvenes Curro Torres, Farinós, Albelda, Gerard, Vicente, Rufete...
- Por eso ficha a Cañizares.
- Llorente me preguntó qué me parecía Cañizares. '¡Fíchalo ya!', respondí. Quedaba libre y se consagró con nosotros. Nos dio mucha seguridad, fue excepcional, y tenía de suplente a Palop, que le apretó mucho. Los jugadores necesitan que se les exija mucho; si no, se relajan.
- Otro fichaje icónico fue Baraja.
- Después de la primera final de Champions, Farinós se marchó al Inter, que pagó su cláusula, y Gerard aceptó una gran oferta del Barça. A Baraja lo seguíamos en el Atlético. Era una apuesta arriesgada porque no tenía bagaje. Centrocampista total. Formó un medio del campo fantástico con Albelda.
- ¿Por qué pensaron en Cúper?
- Porque podía seguir el rigor táctico de Ranieri. No está valorado lo que hizo aquí: quizá porque era un tipo hermético y no transmitía. Debería tener un hueco en el reconocimiento del valencianismo. Formó un equipo aguerrido y muy difícil de batir. A la primera final de Champions, la de París contra el Madrid, llegamos muy ilusionados: algunos jugaron lesionados y el Madrid impuso su experiencia. Fue una decepción, pero nos fuimos con la alegría de haber vivido una final. Pocos pensaban que volveríamos al año siguiente, en Milán ante el Bayern. El palo fue más grande porque ya teníamos la experiencia y llegamos sin problemas de lesiones. Ojalá haya una tercera.
- Si pudiera volver a atrás, ¿qué cambiaría?
- Haber tenido a Villa en las dos finales, a pesar de que Carew, Angulo y Juan Sánchez hicieron un gran trabajo.
- ¿Cuál fue el peor fichaje?
- Depende de las expectativas. De Los Santos y Salva, porque se pagó mucho por ellos, venían de grandes campañas en el Málaga y en el Atlético, pero no rindieron.
- ¿Y Zahovic?
- Otro media punta. Al menos nos permitió el intercambio con el Benfica con Marchena, que marcó una época.
- ¿En qué se diferenciaban Ranieri, Cúper y Benítez?
- Ranieri era un maestro del juego directo con Mendieta, Piojo y incluso Burrito Ortega; Cúper era muy estricto, muy rígido tácticamente con basculaciones constantes de los jugadores; y Benítez tenía un gran rigor táctico, con jugadas a balón parado y alguna alegría como supuso la llegada de Aimar.
- Algunos piensan que Aimar fracasó.
- Nos dio la Liga. Era un jugador diferente, con dribling, pase de gol, fantasía. Hicimos un gran desembolso en el mercado de invierno.
- ¿Vicente fue un capricho de Jaume Ortí?
- Jaume tenía muy buena conexión con el Levante UD, y también me hablaba de Jesús y de Ettien. Yo estuve enamorado de Vicente de cuando era un niño y el Levante le puso una cláusula de 5.000 millones de pesetas. Lo trajimos con los ojos cerrados por tres o cuatro millones de euros. Con Kily, que vino del Zaragoza, formó una banda izquierda imparable, además de la guardia de Carboni.
- Los argentinos fueron decisivos. También Pellegrino y Ayala.
- Pellegrino era un entrenador dentro del campo; sin ser rápido, sacaba muy bien el balón; Ayala no estaba jugando en el Milán y nos salió muy barato.
- Una apuesta más personal fue Carew.
- Fui tres veces a Trondheim a verlo, nunca he pasado tanto frío. Tenía 21 años, le faltaba claridad ante el gol, pero era muy rápido para ser tan alto, con un chut potentísimo; no iba bien de cabeza pero nos dio un gol contra el Arsenal. Formó buena pareja con Juan Sánchez, al que repescamos del Celta. Jaume le tenía mucho aprecio a Juan. Nos ayudó mucho en el gol, 'el Romario de Aldaya'. Su partido ante el Leeds fue memorable.
- Otra incorporación inesperada fue Deschamps.
- Había sido campeón del mundo y lo volvería a ser como entrenador. Tenía 34 años y vino a ser un buen referente para Albelda, que ya era muy bueno.
- Desmitifiquemos el fichaje de Rafa Benítez. Fue la cuarta opción.
- Yo solo me desplacé a hablar con un entrenador y ese fue Benítez, a su casa, en Tenerife. Estaban él y Ayestaran. Se lo planteé a la junta, les expliqué los pros y los contras. Lo habíamos seguido mucho porque teníamos allí cedidos a Curro Torres y a Mista. Sabía que su exigencia sería máxima. Agradezco a la junta que confiara en mí. No era fácil.
- Siendo usted un mediocampista exquisito, ¿por qué prefirió formar equipos rocosos?
- En un equipo debe haber de todo: talentosos y de brega. Es más fácil que un jugador con talento bregue, que al revés. Si todos vamos con el frac, nos pasan por encima. El del frac tiene que bajar a veces al barro. Es el bloque. En mi época de jugador había talentosos como Solsona, Kempes, Pablo, Arnesen, Madjer..., pero también trabajadores como Castellanos, Bonhof, Carrete, Botubot, Saura...
- Como jugador, formó parte de dos centros del campo inolvidables: uno con Solsona, Bonhoff y Castellanos; otro con Fernando, Arroyo (al trío los llamaba Di Stéfano 'Los arquitectos') y Bossio. ¿Con cuál se queda?
- Con los dos. Con el primero conseguimos muchos títulos; con el segundo, el ascenso. Y en esa segunda etapa, los laterales eran Quique y Revert. En la primera, la defensa la formaban Carrete, Tendillo, Arias y Botubot; y la delatera Kempes, Saura y Pablo. Casi nada.
- ¿Cómo fue Di Stéfano de entrenador?
- A Di Stéfano le gustaba trabajar con la gente joven, te defendía mucho, aunque no se llevaba bien ni con la prensa ni con los directivos. Fue mi padre deportivo.
- Perdone, pero Subirats-Solsona era 'delicatessen'.
- Sí, hacíamos pases largos, cortos, con efecto... él era mejor con la izquierda y yo me sacrificaba un poco más. Solsona es un superclase. Pasan los años y siempre está igual, con el mismo optimismo.
- Kempes, por cierto, se ha desmelenado al decir que él es el único argentino campeón del mundo, máximo goleador y mejor jugador.
- Es la verdad. Él siempre fue demasiado humilde, siempre tan comedido con nosotros pese a ser campeón del mundo, uno más. En el Valencia tiene todo el reconocimiento; en Argentina debería tener mucho más.
- Puestos a sacar pecho, ¿sería usted junto a Pasieguito el mejor secretario técnico del Valencia CF?
- No me atrevería a calificarme, pero Pasieguito tenía una gran visión: me trajo a mí (risas), a Kempes y a Mijatovic. Yo vine del Paterna, en Preferente, y después de medio año en el Mestalla, debuté en el Valencia con Marcel Domingo en el banquillo. Pasieguito también fue mi entrenador: era muy serio y tenía conexión con el fútbol sudamericano. Aprendí mucho de él, de Jesús Martínez y de Roberto Gil, que trajo a Arroyo y a Quique en una época difícil.
- ¿Qué pasó en su segunda etapa de director deportivo del VCF?
- Volví en 2005. Había estado en el Hércules, al que subimos de Segunda B. Trajimos de entrenador a Quique Flores, a quien conocía de haber sido compañero mío, y a Villa del Zaragoza, que era el gol en las venas. También vinieron gratis Kluivert y Regueiro. Firmé tres años, pero Juan Soler era muy influenciable, se moría de ver a los futbolistas. Yo estaba preparando el equipo en la pretemporada, pero veía que Soler se hacía el longuis. Había gente que le decía que debíamos jugar de otra manera, más bonito. Así que le dije: 'Juan, vamos a rescindir'. Más tarde llegaron Carboni y Koeman.
- ¿Entiende que se escape Ferran Torres?
- No. Lo veo más fuera que dentro, han llegado tarde, todos sabemos cómo lo han querido desde hace años el Madrid y el Barça. Quizá no le podías ofrecer todo lo que pedía por ser tan joven, pero siempre hay cláusulas para negociar. Antes del confinamiento fue el mejor del equipo.
- ¿Y lo de Hugo Guillamón?
- Tampoco, es un error grandísimo no ser capaz de renovar a un central internacional en todas las categorías que ahora es titular del primer equipo. Hace falta una renovación del equipo porque hay jugadores importantísimos que han bajado el rendimiento. En la zona de centrales viene de una mala planificación anterior, con Mateu y Marcelino, porque partían de dos centrales titulares (Garay y Gabriel), uno que parecía sí, pero no (Diakhaby), y otro que llegó lastimado (Mangala). En la banda izquierda, ni Guedes ni Cheryshev están dando el nivel y obligas a Carlos Soler a jugar contra natura. Y por la derecha, tienes a Florenzi porque Correia no está para el VCF. Me da mucho miedo esta dinámica. Hace falta una revolución.
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