-Dígame qué es para usted el Valencia.
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-Un sueño hecho realidad. En aquella época, hace muchos años atrás, jugar en Europa era el último escalón de la escalera del éxito. Fue un sueño muy bonito.
-¿Con qué salud llega el Valencia a su centenario?
-Bien. Hay un buen aporte de la gente a pesar de haber pasado dos años muy malos. Clasificar para la Champions es un aliciente para el Valencia. Siempre que haya un equipo competitivo, el Valencia va a aportar a su gente porque lo ha hecho en las buenas, malas y regulares. Está gozando de muy buena salud gracias a un buen año, el acierto en los fichajes y el entrenador.
-Cuando dicen de usted que es historia del Valencia, ¿qué siente?
-Yo lo que aporté individualmente fue a un gran equipo. Teníamos un equipo espectacular, con una mentalidad de aquella época, de que ganar afuera era muy difícil, que en casa éramos intratables, porque no nos ganaba nadie. Uno que viene de un equipo como Boca, que es ganar siempre, está acostumbrado a otras lides. Pero me adapté bien porque encontré un buen equipo y, sobre todo, a Kempes. Se hace más fácil.
-¿Se acuerda del día que le dicen que el Valencia se interesaba por usted? Cuénteme cómo fue todo.
-Nosotros estábamos disputando un Gamper, el antiguo, no como los de hoy. Estaba Boca, Schalke 04, Ajax y Barcelona. Yo venía de un nivel lindo en lo personal y ese día con el Schalke 04 estaban los espías. Estaba Pasieguito, un fenómeno. Me vio, por la noche hubo una reunión y se finiquitó todo ahí, rápido.
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-¿Qué conocía del Valencia?
-Siempre se nutrió de argentinos, pero en ese momento estaban Mario, Valdez, Jesús Martínez y Adorno. Con Mario nos unió la selección del interior, la selección argentina, en un proceso muy lindo. El camino estaba un poco allanado.
-Venía del club más grande de Argentina. ¿No consideró que era un paso atrás?
-No. Hay que recordar que antes no era como hoy. Jugaban dos extranjeros por equipo, nada más. Entonces, vine y ocupé una plaza de extranjero junto a Mario, que era el primero y yo el segundo porque se marchó Johnny Rep y yo ocupé esa plaza. Era un privilegio. A los dos años me nacionalicé y le di la oportunidad a Rainer Bonhof. Estuvo también Frank Arnessen y Kurt Welz ocupando plaza de extranjero. Pero era un privilegio, era el sueño hecho realidad.
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-Y al llegar a Valencia y al jugar su primer partido en Mestalla, ¿superó las expectativas que tenía?
-Yo era un delantero rápido que jugaba en los tres lugares de la delantera, pero me encontraba muy cómodo en la izquierda siendo derecho. Yo llegué un 21 de septiembre, ya estaba iniciado el campeonato y en una semana, al ruedo. Un debut lindo, una ciudad que te atrapa, con una hinchada que es apasionada, con mucho sentimiento. Y encontré un buen equipo.
-Eso sí, antes de jugar con el Valencia cuando ya había firmado, se le permitió disputar la Copa Intercontinental con Boca.
-Firmé a préstamo por un año con opción y creo que estaba ese compromiso. Creo que soy el único valenciano que ha ganado la Intercontinental. El primer partido que se jugó en Buenos Aires entre Borussia Mönchengladbach y Boca quedó 2-2 y jugó Bonhof. Y en el segundo partido en Alemania, Rainer ya estaba aquí, y yo sí jugué el segundo. Fíjate las paradojas del fútbol.
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-Disfrutó de una de las épocas más gloriosas del Valencia, con una Copa del Rey, una Recopa de Europa y una Supercopa. ¿Qué tenía ese equipo?
-Teníamos al fenómeno, que lo disfrutábamos, que no soñaba con jugar en los grandes clubes, sino que era feliz jugando en el Valencia. Después, teníamos un equipo bastante equilibrado, con una defensa que comenzaba con tres porteros muy buenos, que eran Manzanedo, Pereira y Sempere, estaba Balaguer también, y lo lindo del equipo era que se nutría de muchos valencianos. En la defensa estaba Carrete, Arias, Botubot y Cerveró. Es decir, que el 50 por ciento era valenciana, y que el equipo en aquella época se sabía de memoria. Había 23 jugadores, pero se fue compactando tanto ese equipo que salvo lesiones no se tocaba. Yo aprendí a ser un poco más profesional con la llegada de Bonhof, que nos enseñó a todos a vivir el fútbol de otra forma, que no era sólo el entrenamiento de tres horas, sino el entrenamiento invisible, que a veces es más importante. Al terminar, él se quedaba, cogía una bolsa de pelotas y se quedaba a perfeccionar. Hizo mella en nosotros.
-¿Ha sido Kempes el futbolista más importante de la historia del club?
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-Sin ninguna duda. Disfrutar a Mario como jugador fue algo especial porque te podría contar mil historias. Salíamos del entrenamiento y jamás le negó un autógrafo a nadie. Íbamos a los negocios más insólitos, al súper, por ejemplo, y era un tipo tan sencillo que después lo manifestaba en la cancha. Así como era como persona, era en la cancha. Verlo con el tobillo así de gordo y decía «sí, voy a jugar», engriparse y tener cuarenta grados de fiebre y decir «sí, voy a jugar». Ese era Mario, sin sueños. Era feliz en Valencia. Ahora están sus hijos y sus nietos. Esta ciudad te atrapa, te hace mejor. Mario no cambió nada ni como persona ni como jugador, fue un privilegio.
-Hábleme de sus entrenadores y de los directivos de aquella época. ¿Se parecían a los actuales?
-Antes las oficinas estaban en Artes Gráficas, me acuerdo que Ramos Costa me presentó y me dice: «Yo no sé cómo juega, pero si lo ha traído Pasieguito, bueno será. El compromiso de este club es salir campeón». Y eso, de donde venía yo, me parecía algo normal. Nosotros vivíamos en Blasco Ibáñez. Terminaba el partido y nos íbamos caminando a casa. Mi hijo no lo puede entender, si ahora van con guardaespaldas.
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-¿Si le llegan a decir en aquella época que el Valencia lo iba a comprar un magnate de Singapur, pensaría que estaba soñando?
-No lo podría haber creído. No lo puedo llegar a entender, aunque sí porque el poder del dinero es más importante que el fútbol. En aquella época íbamos a cobrar y te decían: «Mira, no me deposites el talón porque todavía no ha entrado el dinero que estábamos esperando». Con sinceridad. La palabra de un directivo valía más que un talón. Y me decían: «Pasa por el negocio, por mi fábrica, Vicente Alegre, por ejemplo, e iba con el talón y le decía que necesitaba el dinero y me lo daba». A eso lo llamo lo familiar.
-¿Va cada domingo a Mestalla? ¿Se siente reconocido?
-No es que no me sienta reconocido por el club, tampoco es que haga muchas cosas para que el club se acuerde. Yo no soy de los que dicen «voy al club a ver si han pintado la pared». Vengo a ver siempre al Valencia porque estoy en la 99.9. Pero no puede ser que Saura lleve 23 años sin venir a Valencia. Una llamada telefónica, por ejemplo, y decirle: «Feliz cumpleaños». Hay que hacer políticas sociales más simples, que vuelva a ser una familia.
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-¿Le gusta Marcelino?
-Me encanta. Su credibilidad, ante todo. Cuando un entrenador te mira a los ojos y te habla, el jugador te persigue. Lo huele porque tiene el mismo perfume. Es creíble. Se va a morir con sus pensamientos. Es un tipo creíble, honesto y son esos entrenadores que viven para el fútbol.
-¿El mejor gol que recuerda?
-El del Barcelona aquí. En semifinales de la Copa. Ganamos 4-0 aquí.
-¿El portero que más le paró?
-Zubi, que jugó muchos años, imponía respeto.
-¿El defensa que mejor le defendió?
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-Los que más pegaban eran Pirri y Benito, eran duros.
-¿El entrenador que más le caló?
-Tuve uno en Boca que se llamaba Juan Carlos Lorenzo, un adelantado para la época. Había dirigido al Atlético de Madrid y al Lazio y volvió a Boca y fuimos campeones de todo. Supo decirme los errores que cometía y explotar mis virtudes.
-¿El mejor compañero?
-En Valencia, muchos, pero hasta hoy los hermanos que me regaló esto son Mario Kempes, Ricardo Arias y Rainer Bonhof, que son hermanos del alma que me regaló el fútbol
-¿El mejor recuerdo de su estancia en Valencia
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-Los títulos que nos permiten hoy estar festejando, y a nivel personal que nacieron mis hijos, seis nietos y que somos felices aquí
-¿El estadio que le impresionó?
-La Bombonera. Dicen que la Bombonera no se mueve. Se mueve, pero no son movimientos, son latidos. La Bombonera late.
-¿El título que más ilusión le hizo?
-La Copa del Rey porque estuve involucrado en ese gol. Después, otro gol en semifinales y que hacía muchos años que el Valencia no salía campeón y la gente se lo merecía.
EL FUTBOLISTA
Darío Luis Felman llegó al Valencia un año después de hacerlo Mario Kempes. Los argentinos formaron un dúo letal: la magia del Matador y la garra y la voluntad del delantero de Mendoza. Llegó procedente de Boca Juniors, el club más grande de Argentina. Tras seis temporadas en el equipo acabó echando raíces en Valencia.
Nacimiento: Mendoza, 25 de octubre de 1951 (67 años)
País: Argentina
Posición: Delantero
Partidos con el Valencia: 190
Goles con el Valencia: 41
Dorsal: 11
Apodo(s): El Darío, Bordolino
Debut en el Valencia: 24 de septiembre de 1977 (Valencia 6-Hércules 1)
Último partido con el Valencia: Lo jugó el 3 de abril de 1983 (Salamanca 1-Valencia 0)
Títulos: Copa, Recopa y Supercopa
Internacional: En una ocasión, justo el mismo día que debutó Maradona
Otros equipos en los que jugó: Gimnasia y Esgrima, Leonardo Murialdo, Independiente, Rivadavia y Boca Juniors
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