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paco lloret
Sábado, 23 de octubre 2021, 01:49
El 'Gráfico' lo había inmortalizado con una portada memorable: «No diga Kempes, diga gol». Y Kempes cumplió con la profecía. Con tan sólo 22 años ... recién cumplidos y un Mundial a sus espaldas, aterrizó en Valencia desde Rosario Central para cambiar la historia. Los focos no le apuntaban al principio, se trataba del último refuerzo en incorporarse a un proyecto prometedor. Vino de rebote porque Bonhof, pese a los intentos desesperados del Valencia, no aceptó abandonar Alemania. Verano del 76. Pasieguito, su valedor, sabía que estaba ante un futbolista descomunal, pero no sospechaba hasta qué punto. Hay un antes y un después de su fichaje.
Kempes apareció en nuestras vidas cuando el club transitaba por una etapa de mediocridad, se palpaba la decadencia después de haber iniciado la década de la mejor manera posible. El recién llegado proponía un fútbol diferente para alguien precedido de las mejores credenciales y del que se esperaban goles a mansalva; no se trataba de un rematador habituado a vivir en el área, su perfil tampoco respondía al de un oportunista. El argentino solía elaborar sus goles con irrupciones fulgurantes culminadas con disparos imparables, la mayoría de las veces con su pierna izquierda. Una potencia descomunal le distinguía. En realidad dominaba todas las suertes y logró goles de la más variada factura, incluido uno inverosímil de cabeza, su faceta menos buena, ante el Burgos.
Aquel ejercicio 76-77 prometía fuertes emociones. Bajo la presidencia de Ramos Costa se apuntaba a lo más alto. La plantilla se renovó a conciencia. Con el once a la espalda, Kempes formó junto al Lobo Diarte y Rep, una vanguardia de ensueño, mitificada por el paso del tiempo, aunque, por desgracia, aquel equipo estelar terminó por deshincharse y no logró el objetivo de clasificarse para Europa. El entrenador elegido fue Heriberto Herrera, pero Manolo Mestre lo reemplazó después de la destitución del paraguayo en la segunda vuelta del torneo.
Kempes participó como titular en todos los partidos de aquella Liga: 34. En cuatro de ellos fue sustituido en la segunda mitad. No disputó la Copa porque estaba prohibida para los futbolistas extranjeros, una medida absurda que se eliminó un año después. En quince encuentros logró algún gol, en siete firmó un doblete. Curiosamente, en la primera jornada, ante el Celta en Mestalla, firmó el primero y en la última, en el Vicente Calderón, el último que, por añadidura, le sirvió para ser el máximo goleador en solitario por delante de Rafa Marañón. Con un total de 24 goles, Kempes igualaba el registro establecido por otro valencianista: Waldo, diez años antes, con la diferencia que el brasileño los logró en un campeonato más reducido: en Primera División militaban tan sólo dieciséis equipos.
La primera gran víctima de Kempes fue el Atlético de Madrid, al que marcó cuatro goles, dos en cada uno de los choques que concluyeron con idéntico marcador: 2-3. Hubo un gol en el campo del Elche, donde el Valencia se aupó al liderato después de vencer por 1-4 tras una enorme exhibición, asignado al defensa Dominichi en propia puerta y que generó polémica. En las últimas cinco jornadas el Matador logró siete goles, dos de ellos desde el punto de penalti, los únicos de pena máxima, porque Diarte se había encargado de lanzarlos durante gran parte de la temporada. En realidad, Rep era el elegido inicialmente para tirarlos, pero falló un penalti en la segunda jornada, en Atocha, ante la Real Sociedad. Ese error provocó el cambio de lanzador, aunque la posterior ausencia de Diarte en las alineaciones permitió a Kempes asumir la responsabilidad al final de la campaña.
Por entonces ya había cambiado de dorsal, el once lo llevaba otro argentino: Valdez, y Kempes pasó a lucir el diez. Antes de disputarse la última jornada del campeonato, Marañón aventajaba a Kempes en un gol. Ambos habían marcado un tanto en la penúltima jornada. El delantero del RCDE Espanyol se quedó sin marcar en la última. Su equipo visitaba el feudo del Sevilla y el encuentro, avanzado a la noche del sábado, concluyó con empate a cero. El Valencia, por su parte, jugaba a última hora de la tarde del domingo 22 de mayo de 1977 el partido que cerraba la campaña en el feudo del Atlético de Madrid que se había proclamado campeón una semana antes. Se pudo ver por televisión y en color.
Mario Kempes se consagró en un escenario donde, dos años después, firmaría otros dos goles inolvidables para conquistar la Copa del Rey. El primero de los tantos llegó nada más comenzar el segundo tiempo. El Valencia se adelantaba en el marcador gracias a un pase en profundidad de Valdez que Kempes aprovechó con habilidad.
A continuación, igualaron los locales. La réplica fue inmediata con el tanto del andaluz Eloy que volvía a poner por delante a los valencianistas. En el minuto 70 se produjo el gran momento: Kempes batía la portería atlética con un espectacular disparo cruzado que Reina rechazó en un principio pero que el argentino remachó a la segunda oportunidad. Se consumaba la conquista del Pichichi y se producía el nacimiento del mito.
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