

Secciones
Servicios
Destacamos
JUAN CARLOS VILLENA
VALENCIA.
Jueves, 21 de marzo 2019, 00:59
El llanto de uno de sus nietos despertó a Mario Alberto Kempes del recorrido visual, visiblemente emocionado, que el astro argentino estaba haciendo al inicio de la presentación de su biografía en el interior del palco de Mestalla. Allí, en un día muy especial para el rosarino, estaba su esposa Julia junto a sus hijos. El título del libro es un espoiler, puesto que fue el 'Matador' de toda una generación de amantes al fútbol, dentro y fuera de Valencia, puesto que la postal inmortal de Kempes es la de los brazos abiertos celebrando sus goles que dieron el título del Mundial del 78 a Argentina. El orgullo para el murciélago es que lo hizo siendo jugador valencianista. Rodeado de amigos, como un Dario Felman también visiblemente emocionado, de los aficionados que cupieron por el limitado aforo y con Paco Lloret, periodista y colaborador de LAS PROVINCIAS, como maestro de ceremonias, Kempes fue abriendo su corazón. Comenzando por la marcha del centenario del lunes: «Desde que salimos de la casa de los veteranos no paró de sumarse gente. Fue muy lindo. Esperemos que la celebración termine el 25 de mayo con el título de Copa y si es posible con la Europa League».
El argentino se puso como ejemplo para pedir a los aficionados paciencia con los recién llegados «porque no hay que apurarse para juzgar a un jugador por tres partidos, gracias a Dios que la gente cambió de opinión sobre mí», antes de hacer algo de autocrítica con el Valencia que le tocó vivir: «La mentalidad de los directivos era ganar al Real Madrid y el Barcelona, con eso ya estaba todo. No nos supimos rebelar ante esa falta de exigencia. El equipo se tiró a lo que más cerca tenía que fue la Copa del 79. Teníamos a favor el hambre de ganar un título y por las calles de Madrid todo eran tracas». Bajo la atenta mirada de Tendillo, Claudio López, Sol, Roberto Fernández, Roberto Gil, Arias, Giner, Fabio Aurelio o Baltasar Alemany, directivo del club que viajó a Buenos Aires para cerrar su traspaso a River en el 81, se sinceró con el fútbol moderno: «Antes te pegaban y sólo había una cámara que seguía la pelota ahora hay veinte y el VAR que no sirve para nada. Ahora a los jugadores les atienden como si fueran dioses y no hablan entre ellos». Mario sigue siendo Matador.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.