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José Bordalás da indicaciones en la banda del estadio Ciutat de València. iván arlandis

El liderazgo de Bordalás

El técnico fija los límites morales al grupo | El entrenador del Valencia guía al equipo hacia la Champions mientras censura actitudes como las de Racic ante el Levante

Miércoles, 22 de diciembre 2021, 00:21

Antes los porteros paraban. Y daban el patadón para evitar el peligro. Punto. Ahora deben tocar el balón como lo hace Iniesta y estudian a todos los lanzadores de penaltis. Si Di Stéfano levantara la cabeza. Porque con los entrenadores ocurre algo similar. El big ... data se impone en las ciudades deportivas. Pero hay algo que vivió y jamás morirá, el liderazgo moral de quien dirige al grupo. Se tiene o no se tiene. Detrás de Luis Aragonés se ponían todos. Defendía a muerte a sus futbolistas, jamás les dejaría tirados. Tenía un discurso claro, directo, sin dobleces. Un referente. Bordalás (Alicante, 1964) es hijo del Sabio de Hortaleza. En el Valencia es técnico, profesor, psicólogo y líder espiritual. Justo lo que necesitaba un club desnortado, abatido por las calamidades de Meriton. Los futbolistas contemplaban cómo el presidente mandaba callar a la afición y cada uno hacía la guerra por su cuenta. Se acabó. Ahora hay un tipo que ha fijado los límites morales al equipo. No va a permitir desconsideraciones, se tenga o no la razón. Así se lo hizo ver públicamente a Racic. El serbio se dirigió al público de Orriols besándose el escudo y con algún gesto incorrecto al acabar el choque y en rueda de prensa le espetó que desaprobaba el ademán y que no volvería a ocurrir. Y seguramente será así. Porque le creen. Porque se hace respetar. Ayer mismo el futbolista hacía valer sus redes sociales para disculparse. «Quiero pedir perdón si alguien se ha podido sentir ofendido por mi comportamiento de esta noche. En mi mente siempre está defender este escudo por encima de todo, pero hoy me he equivocado. Lo siento de corazón», rezaba el comentario del futbolista.

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Con mensajes claros como los que envía Bordalás se gana a la gente. Tiene un poder de convicción infinito. Llenaría aularios en charlas de motivación. Wass se quería marchar este verano. Lo tenía decidido. Clarísimo. Pues es titularísimo en el Valencia e implicado como el que más. Guedes jugaba cuando quería, que era más poco que mucho. Ahora está que se sale. Le ha situado en el puesto donde se siente más cómodo. Le evita el desgaste físico de la banda y ha extraído su mayor potencial en distancias cortas y con disparos secos desde la frontal del área. El portugués le confiaría su fortuna. Maxi Gómez generaba dudas. Es el referente en ataque haga o no goles. Bordalás le ha hecho ver que los extras a su juego también son valorados (fijar a los centrales, los cabezazos con continuación, los pases entre líneas...). Estos tres futbolistas le seguirían descalzos por el desierto. Y detrás, el resto. Bordalás sabía que se plantaba ante un grupo marchito. Desde el inicio fue introduciendo sus conceptos tácticos y futbolísticos –automatismos muy definidos–, pero todo adobado con un alto grado de compromiso y convicción. Lo han inoculado casi sin darse cuenta. En los entrenamientos también sorprendían ejercicios que acababan con abrazos. Contacto físico. Un Valencia con concepto de familia. Y cumple su palabra. Prometió a la plantilla que si hacía pleno en diciembre les daba fiesta hasta el día 29. Hasta ese día no se verán las caras. Ha cumplido.

Este tratamiento en Bordalás no es impostado. Su vida deportiva es una historia de superación. Con 28 años tuvo que retirarse del fútbol por una lesión. En ese momento ya poseía los conocimientos necesarios para sentarse en un banquillo. Lo ha hecho en numerosos equipos y en la mayor parte de ellos el éxito ha sido continuo. Siempre como el faro del grupo que cree en su idea. En el santuario del vestuario todos quedan embelesados por sus charlas de motivación. Apuntan que a veces con fondo musical del rapero Bad Bunny. En ocasiones la arenga se impone a la pizarra. Gritos de acicate, frases motivadoras. Y en la banda durante los partidos luce ese pose taurino del que es hermano de banderillero. El Romano.

Bordalás no es Javi Gracia. Ni se le parece. Mientras este último no paró de quejarse desde que llegó porque no le habían traído lo prometido, el alicantino se adaptó a las características de la plantilla. Ha levantado el juego y el ánimo de todos. "Vengo a recuperar el ADN del Valencia", indicó a su llegada. Ni títulos ni promesas imposibles. Pero sí que la afición se sienta orgullosa de sus futbolistas. La exigencia es máxima. Aquel que no cumpla se irá a la grada.

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