A Peter Lim se le indigestó la cena del miércoles. Ya a punto de irse a la cama (en Singapur eran las nueve de la noche) le llegó una noticia de una de sus múltiples empresas que le preocupó. No mucho, porque para el magnate ... el Valencia no es una de sus prioridades, pero al menos le ocupó. El Ayuntamiento le obligaba a retomar las obras del nuevo estadio, paradas desde 2009, para así firmar el convenio urbanístico. Sin máquinas en marcha no hay posibilidad, por ejemplo, de comercializar el terciario anexo al recinto de Cortes Valencianas (40.000 metros cuadrados), del que pretendía sacar 33 millones a Atitlán. Esta cifra estaba previsto destinarla al pago que queda para adecentar el coliseo (160 millones financiados, además de la zona comercial, por CVC y dos créditos de Right & Media Funding Limited y Caixanbank). Por tanto, ha llegado el momento de retratarse. De saber si el magnate realmente tenía interés de acabar el estadio, como desde Valencia han afirmado tanto Javier Solís como Inma Ibáñez, o sólo pretendía disponer del convenio. Los hechos apuntan más a lo segundo, ya que es patente la desidia mostrada por el empresario que le llevaron a no cumplir dos de los tres hitos previstos en la ATE que caducó la Generalitat («por incumplimiento del promotor») y por la que el valencia le denunció. Por cierto, entre las exigencias del Ayuntamiento para facilitar el convenio está la retirada de esa demanda.
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Muy pocos (Germán Cabrera y Layhoon) saben exactamente la pretensión de Peter Lim en el Valencia. Hay quien apunta que el magnate pretendía firmar ese plan urbanístico para realmente saber qué valor tiene el club blanquinegro. Hasta ahora era muy difícil tasar la entidad porque se está sin nuevo estadio del que sacar mayor beneficio económico (entradas, abonos, palcos privados...), la zona terciaria (para venderla y que se levanten dos hoteles y un centro comercial debe pagar los 9 millones el polideportivo de Benicalap) y, además, el suelo del actual Mestalla, que podría comercializarse una vez se acabe el nuevo coliseo. Y allí está previsto el alzamiento de fincas. Con todo ello sí es factible poner una cifra al club. Unos pensarán que para poder venderlo a un precio razonable, otros (los menos) por engrandecer una entidad histórica venida a menos tanto a nivel económico como deportivo.
Las peticiones de Cabrera
Peter Lim, por boca de Germán Cabrera, ya tiene lo que pidió a Marí Olano. Bueno, una parte. Quería la licencia de obras, flexibilizar avales y el acceso a las ventajas urbanísticas para ir financiando las obras, Justo el comunicado municipal ha llegado después de que el concejal de Grande Proyectos se reuniera con Caixabank para facilitar parcialmente el pago de las obras, algo que ya manifestó en 2022 y que el IVF descartó. «Con este movimiento, la alcaldesa socialmente muestra aparentemente una postura de fuerza frente a Lim. El Valencia podría iniciar las obras y en el camino celebrarse el convenio. No obstante, el club no tiene capacidad para concluirlas, y no se trata sólo de obtener financiación, sino de hacer frente a la misma. Con Lim hay más de 200 millones en pérdidas, no se ha rebajado la deuda, el Valencia a duras penas cumple con sus compromisos, ha disminuido los ingresos del club y deportivamente lo ha llevado al raquitismo. La alcaldesa puede llegar a tener un estadio sin equipo», advierte el abogado Gaspar Romero.
El joven jurista, que se ha significado contrario a la gestión de Lim, advierte del gran problema: «Sigue siendo la supervivencia del club y no es un problema de un estadio. Peter Lim sigue renunciando a dar el apoyo necesario financiero a la entidad en contra de lo que aseveran las cuentas anuales y el informe de auditoría, sin olvidar que formalmente el accionista mayoritario es una sociedad sin actividad conocida, constituida ex profeso en Hong Kong (que está más lejos de Singapur que Valencia de Estambul) y cuya solvencia afirman los auditores sin que se haya demostrado ante el resto de accionistas hasta el momento. Volvemos a estar ante un momento determinante que condicionará el futuro del club las próximas décadas. Y los actores vuelven a ser los mismos, las instituciones, el banco y Peter Lim. Sin que nadie defienda al Valencia. Solamente hemos cambiado la figura decorativa de los patronos de la Fundación de 2014 por la ronda de consultas celebradas por Marí Olano, con igual significación. Nadie se pregunta quién pagará todo esto, que será el Valencia hipotecando aun más su futuro, cuando no condenándolo».
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