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Llegaron enlazadas. Desde el minuto 84 hasta el agónico tiempo añadido en el que el Mallorca acabó volcado sobre el área de Mamardashvili. Si se ... buscaron, desde luego, el margen de maniobra era mínimo. Lo cierto es que el Valencia se plantará en el Santiago Bernabéu sin tres piezas clave en su alineación, tanto con Rubén Baraja como ahora con Carlos Corberán.
Bueno, no. El vallisoletano apenas pudo disfrutar de Gayà por su lesión. Quizás con el corazón que le pone el capitán al fútbol, la historia de la temporada y la de Baraja como entrenador del Valencia sería otra. El de Pedreguer acabó arrollado por Mosquera, peleándose con los rivales, retorciéndose sobre el césped al mínimo contacto... y tarjeteado. El lateral internacional ya se sabe de qué va este oficio.
Era consciente de que había que jugar ese otro fútbol para minimizar las opciones del Mallorca, que buscó el empate más con empuje que con calidad. Gayà vio la amarilla en el minuto 97, según recoge el acta redactada por Hernández Maeso, «por derribar a un contrario de forma temeraria en la disputa del balón». Hasta eso lo hizo bien el capitán en esa gestión del tramo final.
Porque ya hay precedentes de futbolistas que han forzado una cartulina para elegir el partido donde cumplen el ciclo de tarjetas, y la pillería se les ha vuelto en contra. Y de cara al Bernabéu son tres jugadores clave del Valencia que se quedarán en casa. De cara a que pueda montarse algún lío, desde luego el que mejor se protegió fue Gayà.
«Por protestar una de mis decisiones», fue la causa reflejada por el árbitro para amonestar a Foulquier. «Retrasar la puesta en juego del balón con ánimo de perder tiempo», es la causa por la que, según consta en el acta, vio amarilla Rioja. En caso de haber problemas, este es sin duda el motivo más sospechoso.
Para otro debate da, en el caso de que se hayan forzado las amarillas, a dónde ha derivado el Valencia para que sus futbolistas prefieran perderse el partido del Bernabéu. No hace demasiado tiempo, los jugadores con cuatro amarillas se habrían tratado de proteger, incluso el entrenador habría contado con ellos para tratar de sorprender al Real Madrid. Ahora, con los precedentes ante Barcelona y Atlético, quizás el encuentro de la próxima jornada se dé por perdido.
Además, ha quedado demostrado que la salvación está en Mestalla. La simbiosis entre el público y el equipo ha convertido el viejo coliseo en un fortín. Si no hay hecatombe, con apenas un par de puntos fuera de casa –incluso sin ellos–, bastará. «Quedan cuatro finales aquí. Que la gente venga y nos apoye así a pesar de la situación es impresionante», admitió Diego López. Lo reconocen hasta los rivales. «El equipo ha mejorado y tienen un efecto Mestalla que está siendo determinante. Cuando tienes esta afición todo es más fácil», analizó tras el partido el técnico visitante Jagoba Arrasate.
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