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Rodrigo celebra el único gol del partido que confirmaba la clasificación del Valencia. txema rodríguez

Locura en Mestalla

«¡Illa, illa, illa, nos vamos a Sevilla!» fue el cántico más repetido de unos seguidores que corearon uno a uno a sus ídolos Varios miles de aficionados y la plantilla celebran en el balcón el pase a la final

JUAN CARLOS VALLDECABRES

Viernes, 1 de marzo 2019, 00:44

Locura en Mestalla. El centenario no podía tener ningún borrón y por eso cuando a pocos minutos de las once de la noche el colegiado pitó el final del partido, el coliseo valencianista se vino abajo. «¡Illa, illa, illa, nos vamos a Sevilla!». Un viejo cántico que a muchos les hizo recordar los inicios de la época más brillante del Valencia. Los valencianos volverán a Sevilla, no a La Cartuja sino que esta vez será el Villamarín. Y no contra el Atlético sino ante el Barça. Sólo falta repetir la gesta de 1999. Si se consiguió también en 2008, por qué no va a ser en este mágico aniversario. No sólo fue una fiesta la hora y media del partido sino que la noche se prolongó hasta altas horas de la madrugada. Y no sólo se vivió el jolgorio dentro del estadio, también como era de esperar en el balcón de Mestalla, con varios miles de aficionados en la calle, así como en diferentes puntos de la ciudad. Esta afición tiene hambre de título y once años después quiere volver a saciarse.

De ahí que a nadie le pillara por sorpresa la explosión de júbilo que se vivió cuando González González puso fin al 'patiment'. No sólo se había resistido el empuje del Betis, sino que encima se había ganado. Lo importante era pasar como fuera.

La consecuencia de todo ese frenesí tuvo una secuencia que ninguno de los futbolistas ni el propio cuerpo técnico olvidará: muchos minutos después de la conclusión del partido, la fiesta todavía vivía en todo su apogeo. Fueron muchos los que se resistían a marcharse a casa. Se pidió, cómo no, que salieran los jugadores como ya ocurrió en la eliminatoria de cuartos contra el Getafe. Si aquella vez el ambiente fue extraordinario, ayer todavía lo fue un poco más. Uno a uno fueron coreando el nombre de los protagonistas. Parejo tuvo un gesto precioso, de capitán de la nave, al mostrar la camiseta del Valencia con el nombre de Waldo Machado entre aplausos de los aficionados.

La fiesta que se vivió fuera del estadio se prolongó hasta bien entrada la madrugada

Es hora ya de empezar a pensar en cómo hará el Valencia para repartir las entradas; en cómo gestionar el viaje; en la posibilidad de buscar un alojamiento con precios desorbitados; en esquivar la bolita que dice que tienes que estar en una mesa electoral al día siguiente... La final de Sevilla es el sábado 25 de mayo y el domingo hay que ir a votar. Una circunstancia que seguramente incomodará a más de uno.

La Agrupación de Peñas, por cierto, ya está desde hace varios días manos a la obra viendo presupuestos para montar autobuses y AVE. De hecho, hay un tren previsto para las nueve de la mañana de ese mismo sábado, con regreso a la una de la madrugada. No fueron pocos los que ayer empezaron a movilizarse en ese sentido.

Porque la noche resultó redonda. No hay que ponerle ningún pero al asunto. Sólo había que echar un vistazo al aspecto que presentaba la grada, con tifo incluido, para empezar a saborear la final. El himno cantado antes de que los jugadores saltaran al terreno de juego, por ejemplo, fue un aperitivo inmejorable. No todos los días se reúnen en un mismo propósito 45.222 espectadores, una cifra muy buena pero que no es la más alta en lo que llevamos de temporada. Después del himno, vino la emoción del minuto de silencio a Waldo Machado. La grada explotó en un aplauso enternecedor, con la figura del mítico futbolista en los videomarcadores. Hasta pancarta en el tercer anillo tuvo. «Waldo, conqueridor de Europa. Per a ell és esta Copa». No se le podía defraudar. Ni a él ni a nadie. Porque el Valencia si de algo puede presumir es de tener una afición campeona. «¡Esta es la afición, de un Valencia campeón!» se coreaba entre las tracas, preludio ya de lo que se vivirá dentro de unos pocos días en la ciudad y de lo que pasará en Sevilla en ese mes de mayo que puede pasar a la historia. Ganas hay de sobra y el primer aliento ya lo empezaron a notar los futbolistas con esa locura desbordada en la que se convirtió esta noche de jueves. Da gusto ser del Valencia.

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