Borrar
Urgente La Primitiva de este lunes deja tres premios de 35.758,38 euros
Bernardino Pérez Elizaran 'Pasieguito'. EFE
Valencia CF | Luces y sombras de un equipo memorable
SILLA DE ENEA

Luces y sombras de un equipo memorable

Una historia del Valencia (LX)

J. R. MARCH

Lunes, 1 de febrero 2021, 09:20

En los albores de los ochenta el sueño largamente acariciado por José Ramos Costa pareció por fin tomar cuerpo. Su millonario Valencia, construido con el objetivo de reverdecer los laureles que el presidente había conocido en su juventud, se convirtió en el tránsito entre décadas en comensal habitual en las mejores mesas. Hablar del Valencia supuso en aquel tiempo hacerlo de un cuadro tan respetado como temido, capaz de desbordar a cualquiera que se le pusiera por delante por medio de un fútbol ofensivo y potente.

Aquel Valencia diseñado por Ramos y Pasieguito era un contenedor de talento rematado, para orgullo propio y envidia ajena, por el mejor jugador del mundo, coronado como tal tras su resonante actuación en el Mundial del 78: Mario Alberto Kempes. A su solidez defensiva (Manzanedo, Sempere; Botubot, Arias, Tendillo, Carrete, Cerveró) unía magia (Solsona, Saura, Subirats, Bonhoff) y trabajo (Castellanos) en el centro del campo. Y en la línea de vanguardia, los escuderos del Matador (Felman, Pablo) se encargaban de desmontar las defensas rivales para ofrecer tanto al genio de Bell Ville como a sus resolutivos acompañantes (primero Diarte, luego Morena) múltiples opciones de gol.

Sobre el papel, pues, nos hallamos ante uno de los mejores y más caros Valencias de la historia (valga un apunte ilustrativo: entre los fichajes de Diarte, Kempes, Solsona y Bonhoff se desembolsó la entonces escandalosa cifra de 190 millones de pesetas, similar a todo el presupuesto del club en 1975), comparable, en inversión y nombres, al equipo eléctrico de los cuarenta. Sin embargo, observado en perspectiva, el saldo deportivo de aquellos años resulta inferior a lo que hubiera cabido esperar: se logró, sí, un valioso triplete en dos años (Copa, Recopa y Supercopa de Europa) que reforzó el nombre del club, sobre todo a nivel internacional. Sin embargo, el asalto a la Liga, máxima aspiración de Ramos, jamás pudo completarse. Como tampoco fue posible conseguir continuidad para los campeonatos logrados: las participaciones en la Copa y la Recopa que siguieron a los títulos de 1979 y 1980 resultaron tan cortas como decepcionantes.

¿Qué ocurrió para que aquel grupo, llamado a reinar en el fútbol de su tiempo, acabara encallando tras el exitoso fogonazo del triplete? Hay diferentes claves que nos permiten arrojar luz sobre el asunto. La primera y más importante, seguramente, es la de los continuos vaivenes sufridos en la dirección de la plantilla: entre 1976 y 1981 se sucedieron como entrenadores Herrera, Domingo, Di Stéfano, Mestre y Pasieguito, este último hasta en tres ocasiones. La falta de continuidad en el banco lastró las opciones de consolidar un proyecto deportivo sólido. Por otro lado, la marcha de dos de los puntales del grupo, Bonhoff y Di Stéfano, en un momento clave, tras la consecución de la Recopa, privó al vestuario de dos referentes que aportaban la tan necesaria estabilidad sobre la que se suelen edificar los éxitos. Añadamos al guiso la escasa profundidad de banquillo (alrededor de los grandes nombres no se pudo o no se supo articular una segunda unidad de garantías) y la perenne (y desesperante) irregularidad de un grupo infinitamente más cómodo en competiciones cortas que en las de largo recorrido. Verbigracia: la desconcertante campaña 80-81.

En el verano de 1982, superada la efímera época de gloria de aquel grupo salvaje, el Valencia se halló varado en tierra de nadie. Se avecinaban tiempos más que difíciles, deportiva y económicamente hablando, que conducirían al club a tétricos escenarios inimaginables apenas un lustro atrás.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Luces y sombras de un equipo memorable