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Fernando y Karpin, en el Valencia-Real Sociedad disputado en Mestalla en 1995. José Marín
Real Sociedad - Valencia | Luis Aragonés se lo juega todo a una carta

Luis Aragonés se lo juega todo a una carta

El túnel del tiempo ·

El Valencia visitaba Anoeta en busca de una victoria para acercarle al Atlético, que mandaba en la tabla. Perdió 5-2 y muchas opciones de ganar la Liga de la temporada 1995-96

paco lloret

Sábado, 5 de noviembre 2022, 00:16

Sin margen de error y obligado a ganar. Así acudía el Valencia a la cita con la Real Sociedad de la temporada 95-96, con la máxima exigencia por bandera. El equipo de Luis Aragonés se había lanzado a la caza y captura del liderato y esa jornada, la trigésimo sexta, era clave para reducir las diferencias en la clasificación. A falta de siete partidos para la conclusión del torneo y a la espera de un enfrentamiento directo con el Atlético de Madrid, primero de la tabla con 6 puntos de ventaja, programado para dos semanas después en el Calderón, una victoria en San Sebastián relanzaba las posibilidades valencianistas. Consciente del momento, Luis Aragonés ideó un planteamiento atrevido y arriesgado. Sin embargo, le salió el tiro por la culata.

Aquella tarde el Valencia naufragó en Anoeta, campo que visitaba por tercera vez desde su inauguración en el verano de 1993. Los dos precedentes anteriores se habían resuelto de forma favorable: un empate sin goles en la primera visita que supo a gloria al sufrir dos expulsiones- Brito Arceo envió a la ducha antes de hora a Belodedic en la primera parte y a Serer en la segunda-y una victoria incontestable por 0-2 con tantos de Salenko y Mijatovic ante un rival que se quedó con diez cuando no se había cumplido la media hora de juego. La tarde del domingo 14 de abril de 1996 se rompió la buena racha en el feudo donostiarra.

El Valencia combinaba actuaciones sublimes con algunas derrotas inesperadas de gran contundencia en aquel ejercicio. En Mestalla le metió 4 goles al Madrid y al Barça, a quienes superó con autoridad, también goleó en Valladolid (2-5) la noche en la que fue destituido Rafa Benítez, o se paseaba en el feudo del Compostela donde venció por 0-4. Sin embargo, fueron los mismos goles que encajó en El Helmántico y en La Romareda de forma inesperada. Luis no se andaba con chiquitas, salía a por todo, consciente de la realidad y de las posibilidades de su equipo. Puerta grande o enfermería, sin término medio. La ambición por escalar posiciones le llevó a encadenar una racha de cinco victorias en seis jornadas antes de medirse con la Real Sociedad. La distancia de seis puntos con la cabeza era todavía recuperable.

Aquella jornada vio la última derrota del Valencia en el campeonato y además fue sonada: 5-2. El estropicio quedó paliado porque los otros dos aspirantes al título también pincharon al sumar sendos empates, el Atlético igualó a uno con el Betis en casa mientras que el Barcelona obtuvo el mismo resultado en Santander. Uno de los factores claves en el tropiezo de los de Mestalla fue Valery Karpin, el futbolista ruso que enamoró a Luis Aragonés aquella tarde y que fue el autor de uno de los goles antes de fichar por los de Mestalla. Sin embargo, el gran protagonista en el capítulo realizador fue Luis Pérez, que ese día vivió su momento de gloria al batir por tres veces a Zubizarreta.

La primera parte fue un martirio como reflejaba el marcador al descanso: 4-0, todos los tantos en poco más de veinte minutos. Los fallos clamorosos en defensa y la inoperancia en el centro del campo hundieron al Valencia. Desconexión total. El descalabro fue de tal magnitud que el entrenador buscó soluciones a la desesperada y agotó los dos cambios permitidos en la primera mitad intentando una reactivación. A la media hora Sietes reemplazó a Romero como lateral zurdo y Arroyo, centrocampista creativo, ocupó el puesto de Mazinho, jugador más defensivo. Pese a todo, el equipo no reaccionó. En el banquillo local se sentaba Javier Irureta, compañero de Luis durante muchas temporadas en la medular del Atlético de Madrid. El vasco le ganó la mano al madrileño.

En la segunda mitad Fernando y Pedja Mijatovic marcaron para el Valencia pero los donostiarras, que sumaron el quinto tanto, no vieron peligrar el triunfo ni al quedarse con un hombre menos por la expulsión de Xavi Gracia nada más iniciarse la reanudación. Aquella derrota confirmaba el mal fario de los enfrentamientos con el conjunto blanquiazul, el único rival de los 21 a los que se enfrentó el Valencia que sumó los seis puntos en liza puesto que también venció en la primera vuelta en Mestalla por 0-1. Aquel partido fue la antología del infortunio, cuando concluyó, Mestalla se puso en pie y tributó una cerrada ovación a su equipo que hizo todo lo que pudo por ganar. Su esfuerzo no tuvo la recompensa merecida. La suerte resultó esquiva.

Después de caer en Anoeta, el Valencia supo levantarse y encadenó cinco triunfos consecutivos, uno de ellos de enorme trascendencia en el Vicente Calderón por 2-3 que apretó la clasificación y devolvió la emoción a los aficionados. Así se llegó a la última jornada con dos puntos de diferencia entre el Atlético y el Valencia. El título todavía estaba al alcance de sus manos para los valencianistas que no dependían de sí mismos. Los colchoneros no fallaron y el Valencia hubo de conformarse con el subcampeonato.

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