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«España sigue teniendo porcentajes de balón muy altos pero es mucho más vertical y peligrosa», reconoció Zlatko Dalic después de que Croacia, a la que hizo subcampeona mundial hace unos meses, encajase la mayor goleada de su historia en Elche. «El estilo de Luis Enrique es el mismo pero con matices; somos más verticales y más agresivos», explicaba Rodrigo Moreno. Una opinión extendida en la caseta: esta selección de Lucho, que ha encajado muy bien con el nuevo grupo, se parece mucho a la de Lopetegui si bien la ausencia de algunos jugadores claves para este último (Silva, Iniesta y Piqué) ha obligado a modificar el plan. Hay que aprovechar la nueva hornada, esa sub-21 que brilló en el pasado Europeo de Polonia con Saúl Ñíguez y Marco Asensio de estrellas. Son futbolistas de calidad, pero que prefieren un juego más vertiginoso.
El 1-0 en Elche fue significativo de esta nueva etapa. 19 pases consecutivos en 68 segundos pero con una intención: cambio de juego largo de Ramos, desmarque y control de Carvajal para que entre Saúl desde atrás. «Queremos hacer daño al rival de la mejor manera posible. El gol me hacía mucha ilusión, fue una gran sensación», explicó el multiusos del Atlético que abrió el marcador tanto con los ingleses como ante los croatas. Olvidado por Fernando Hierro, prefiere como el resto, no mirar a Rusia. «El Mundial fue muy duro, pero ya es pasado. He tenido estas dos oportunidades de jugar y de hacerlo lo mejor posible en estos dos encuentros. No pienso en nada más. Una nueva ilusión llega, este equipo tiene mucho material. Han cambiado muchas cosas», reconoció el ilicitano, convertido en el estandarte de la mutación de la selección española.
Y es que no solo ha variado el juego -aunque la posesión rondó el 70%-, la pegada (15 remates) y los resultados, también algunas normas que el grupo ha acogido encantado tras lo vivido en Krasnodar después de la salida de Lopetegui. Muchos pensaron, equivocadamente, que a un grupo de este nivel lo puede dirigir cualquiera. Quedó comprobado durante el torneo, con una selección en deterioro desde el estreno hasta la eliminación, y es que hasta los mejores necesitan de una estructura. La autogestión en los asuntos más básicos (desayunos y meriendas obligatorias), preparación previa de los entrenamientos, normas de convivencia en las reuniones y de las jornadas libres, con sus horas de descanso y sueño. «Al final, el míster lo único que quiere es disciplina. Pero delante no tenemos a ningún jefe del Ejército, ni mucho menos», advirtió Nacho.
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