La maldición de Marcelino
El Valencia apunta a cuatro años de mediocridad deportiva después de haber echado de mala manera al entrenador que alcanzó el éxito
CAYETANO ROS
Lunes, 2 de enero 2023, 00:30
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CAYETANO ROS
Lunes, 2 de enero 2023, 00:30
Entre la leyendas negras del fútbol, ninguna como la de Bela Guttman, el entrenador húngaro que inspiró las dos Copas de Europa del Benfica (1961 y 1962) y que, tras ser despedido, lanzó una maldición de más de 60 años. El cuadro lisboeta perdió ocho ... finales europeas: cinco de Champions (1963, 1965, 1968, 1988 y 1990) y tres de Liga Europa (1983, 2013 y 2014) hasta que el equipo juvenil venciera la pasada Youth League ante el Salzburgo. Guttman les dio un respiro. Sin llegar a eso, el Valencia CF cayó el sábado en La Cerámica y ya camina a un año más, el cuarto, en la mediocridad deportiva a pesar de que su secretario técnico, Miguel Angel Corona, dice estar muy satisfecho con la plantilla. Toda esa caída en picado se ha producido desde que Marcelino, héroe en 2019 de la Copa ante el Barça de Messi, fuera despedido con mucho desprecio por parte de Lim y su secuaz Murthy. En la Liga, el Valencia no pasado de la décima posición y en la Copa sucumbió en la pasada final frente al Betis.
«¿Por qué nos tenemos que ir de Mestalla?». Hasta Gattuso, el último en llegar, ha reflexionado sobre la necedad de abandonar Mestalla, un estadio centenario, único en el mundo, rumbo hacia un nuevo recinto que nadie quiere, pero tampoco nadie se atreve a darle la vuelta a la idea más descabellada jamás concebida sobre el futuro de la ciudad, Juan Soler en 2006, con la aquiescencia de las autoridades locales. El Villarreal puso la cordura con la remodelación de La Ceràmica, en unos meses, sin un desembolso descomunal (55 millones), en medio de la localidad, para que los ciudadados de Vila-real sientan como suyo ese orgullo de seguir creciendo desde la humildad de ser pequeños.
Adiós a Pelé. Entre las dictaduras de México, país anfitrión y la de Brasil, campeón apoteósico del torneo, 1970 fue el apogeo del fútbol: el arte puede crecer en los contextos más atroces. Aquel 'beautiful team' vestido de amarillo, con los cinco dieces (el propio Pelé, Gerson, Tostao, Rivelino y Jairzinho), representó la llegada del color y la modernidad a los estadios aztecas. Los ingleses llenaron de literatura sus estantes con aquel equipo convertido en mito. Lo más cercano a esa belleza fueron la Holanda del 74, subcampeona en Alemania, y la España de 2010. Pelé pasó de la pobreza a ser el deportista más reverenciado del planeta. Era un niño de 17 años cuando marcó dos goles en la final en Suecia del 58 ante el anfitrión, volvió a repetir Brasil en Chile 62 sin la participación de O Rei, lesionado, y otra vez fue sacado a trompadas del torneo en Inglaterra 66. Regresó en 1970, a los 29 años, para coronarse número 1, en un panteón junto a Di Stéfano, Eusebio, Cruyff y Maradona. Marcó más de 1.000 goles y, sin embargo, se le recuerda más por las jugadas que no fueron gol: el tiro desde el centro del campo ante Checoslovaquia, el regate con el cuerpo ante Mazurkiewicz, meta uruguayo, el cabezazo repelido 'in extremis' por Banks, portero inglés, o el pase a Carlos Alberto en el cuarto gol de la final del 70 ante Italia, dominio del tiempo y del espacio. El rey se ha ido justo tras proclamarse en Argentina el nuevo rey.
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