J. CARLOS VALLDECABRES
VALENCIA.
Viernes, 3 de mayo 2019, 01:10
Nunca una simple tarjeta amarilla por tocar de manera involuntaria el balón con la mano produjo tal desbarajuste. Contra el Villarreal, en el partido de vuelta de los cuartos, el árbitro castigó a Coquelin impidiéndole indirectamente estar ayer en Londres. Pues bien, por culpa de la sanción del francés, Marcelino se puso a pensar cómo podía frenar la 'locura habitual' de los equipos de Emery y volver a Valencia con ventaja. Unos apostaban por Wass, otros por Soler pero nadie, ni el más atrevido, se podía imaginar que el entrenador iba a provocar un auténtico revolcón en su equipo. 55 partidos había disputado el Valencia hasta esta cita y fue precisamente anoche, con la final de la Europa League a la vuelta de la esquina, cuando la libreta de Marcelino descubrió la gran pócima: del 4-4-2 que siempre ha acompañado al asturiano, el Valencia lo fió todo al 5-3-2.
Publicidad
Y, por si no fuera poco, metió a Diakhaby como pivote por detrás de un triángulo cuyos otros dos vértices eran Parejo y Carlos Soler. Lo que empezó siendo una apuesta sorprendente y exitosa, acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla, hasta el punto de considerar que Marcelino acabó despistando al propio Valencia, o más en concreto a sus jugadores. Quiso Garay salir en defensa de su entrenador y después del encuentro afirmaba: ««El cambio de sistema no nos afectó, cuando tienes desajustes ofensivos con equipos grandes lo pagas».
Pero el daño ya estaba hecho. Y es que, nada salió como estaba previsto. Pese a estar los cuatro centrales sobre el terreno de juego, el Valencia fue tan desordenado como inocente detrás. Roncaglia cuajó el peor partido desde que vino del Celta. En el empate a uno, entre él y Garay dejaron un tremendo pasillo para Aubameyang, mucho más potente que ambos. Ocho minutos después, Roncaglia perdía la referencia del balón y Lacazette -4 centímetros más bajo que el central- cabeceaba de manera facilona para poner por delante al Arsenal. Neto contribuyó lo suyo a esa inquietante pérdida de concentración. Roncaglia hizo aguas, lo mismo que el resto de defensas porque Gayà se tragó también el tercer tanto mientras Roncaglia derribaba a otro rival.
Hacía tiempo que Marcelino no apostaba por amontonar de salida futbolistas en defensa. La última referencia que se encuentra fue en enero cuando en Mendizorroza salieron Garay, Diakhaby y Paulista. También se perdió: 2-1. A muchos, la alineación de anoche recordó a aquellos noventa cuado Víctor Espárrago hacía coincidir sobre el campo a Voro -entonces con B-, Arias, Giner y Camarasa.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.