Si hay que elegir una imagen icónica de la final de la Copa del Rey de 1999, esa es la obra maestra de Gaizka Mendieta. Un gol antológico. Uno de los más exquisitos de la historia del fútbol español. El vasco, quien lució el brazalete del Valencia en aquella cita, relata con emoción y cariño aquel hito blanquinegro. Lo hace junto a Claudio López, otros de los principales rostros de un encuentro que marcó un antes y un después en el club. El conjunto blanquinegro trituró al Atlético de Madrid y el delantero argentino se encargó de abrir y cerrar el marcador. Una volea imparable enseñó el camino y una galopada interminable aseguró el título. 25 años después, ambos futbolistas, leyendas de Mestalla, hacen una parada en sus vidas para rememorar unos momentos mágicos.
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Gaizka Mendieta Jugador del Valencia entre 1992 y 2001
–¿Qué representó aquel título?
–Es una fecha recordada por el valencianismo como el antes y el después y creo que merecidamente por lo que significó en cuanto a un cambio de mentalidad, a un cambio de la forma de pensar: de aspirar a creer que se podía. Y creo que eso ocurrió en esa fecha y en ese partido en concreto.
–Llegó a haber dudas con Claudio Ranieri en el banquillo.
–Una cosa es el análisis que se hace desde fuera. Y otra cosa es el análisis que hacemos los propios jugadores o los propios entrenadores. Hubo un período de ajuste. Ranieri venía de otra mentalidad, otra forma de jugar, otra forma de entrenar... Y hubo unos plazos en los que él tenía que ajustarse a lo que era el Valencia y a lo que era el equipo y a lo que éramos nosotros. Y viceversa. Nosotros nos teníamos que adaptar a lo que él quería que fuéramos. Pero en el día a día, en el vestuario, en el equipo, la confianza era absoluta a pesar de que no muchos de los que estaban en plantilla estaban acostumbrados a trabajar de la manera que se hizo con Ranieri. Lo que sí que sabíamos era que había mucha ilusión, que había un buen equipo. Había un buen equilibrio entre la juventud y la experiencia.
–El excelso gol que marcó en la final forma parte de la historia más dorada del Valencia. ¿Orgulloso?
–Uno de mis objetivos allá donde iba era hacer historia, conseguir títulos, dejar un legado... Y en ese momento, un título, un gol en la final, un gol de ese nivel... Para mí el nivel de satisfacción era máximo. Eso aglomeraba todo lo que piensas de niño, muchas ilusiones, muchos sueños. No sólo nuestros, sino de los aficionados, porque recuerdo la curva naranja volviéndose loca. Son muchas cosas para asimilar. No sé si lo he asimilado.
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–¿Es el gol más bonito de su carrera?
–Sí. El de San Mamés también lo tengo ahí. Pero obviamente, este es en una final. Marcar un gol así en una final... Muy pocos tienen esa oportunidad, esa fortuna. Es el mejor para mí.
–¿Cómo recuerda la celebración del título?
–Había gente por todos los sitios, desde el aeropuerto hasta Valencia. En las ventanas, por la carretera... Era espectacular. Me acuerdo de hacer toda la ruta con el bus. La Generalitat, la Basílica, pero sobre todo el campo. Para nosotros el momento especial es en el campo, que es nuestra casa. Estaba a reventar. Había gente por fuera que no había podido entrar, estaban las pantallas... Era el momento más álgido. Yo me acuerdo de mirar a la gente y ser el momento de compartirlo.
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–Esa Copa hizo llorar a mucha gente.
–Esa Copa emocionó muchísimo a la gente. Por el tiempo que se llevaba sin ganar nada, por cómo se ganó y también, sin saberlo, por lo que venía después. Yo creo que cuando la gente que vivió esa final y ha vivido el resto de las finales y de títulos mira atrás, recuerda esa final con mucho más cariño, porque aprecia que fue el principio de lo que vino después, de todos los títulos. Independientemente de los que se fueron y vinieron, esa Copa sentó la base de un club, de un equipo que, a partir de entonces, iba a luchar por ser campeón en todas las competiciones que disputara. Yo creo que la gente fue consciente de eso.
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–¿Hasta qué punto le tentó el Real Madrid?
–El hecho de que haya rumores de ese tipo quiere decir que estás haciendo algo bien. Pero nunca interpreté ese interés como algo que potencialmente supusiera mi salida en ese verano o en el verano siguiente. En ese momento, no me veía fuera del Valencia. Por mi cabeza no pasaba salir de Valencia. Pensaba en haber ganado la Copa del Rey, en la Supercopa en verano, en jugar la Champions con el Valencia... Eso es lo único que pasaba por mi cabeza.
–¿Y cómo vivió la salida de Claudio Ranieri?
–Se había creado una buena relación con el míster. Esas diferencias del principio fueron luego las que sirvieron para unir al vestuario con el míster. El saber que se iba no cambió en absoluto el compromiso del equipo. El entrenador se va y viene otro. Y yo creo que en esa transición de Ranieri a Héctor Cúper hay muchas similitudes. Futbolísticamente, Cúper se benefició de alguna manera. El club trabajó bien en crear un vestuario, un equipo a pesar de jugadores que vinieron y se fueron. Esa base se mantuvo durante casi diez años.
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Claudio López Jugador del Valencia entre 1996 y 2000
–¿Al hablar del 26 de junio de 1999, cuál es la primera imagen que llega a su cabeza?
–Un recuerdo de una alegría inmensa. Se me vienen muchas imágenes. Los momentos que pasamos dentro del campo, los festejos, el abrazo con Paco Camarasa, el reencuentro con la familia... Fue una temporada muy linda para nosotros en el Valencia y coronarlo con una final y ganándola fue espectacular.
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–Aquella temporada, la 1998-99, usted irrumpió como la gran pesadilla del Barca de Van Gaal.
–Ahí empieza la buena rachita con el Barcelona. Tuvimos una Copa tremenda, me acuerdo de todos los partidos, cómo fueron sucediendo, cómo los fuimos transitando... Fue una Copa excepcional.
–¿Recuerda algún momento clave de la temporada?
–El técnico se encontró con un grupo muy trabajador, muy consciente de lo que quería hacer, poniendo todo a disposición para llevarlo adelante. Y creo que también el sistema que usó el entrenador sirvió mucho para las características que tenía cada jugador. Creo que nos vino bastante bien.
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–¿Claudio Ranieri es el entrenador con el que más cómodo se ha sentido personalmente?
–He tenido tantos entrenadores y he jugado de formas tan diferentes y en posiciones tan distintas... Gracias a Dios me he sentido cómodo con todos. A lo mejor por cómo sucedieron las cosas y cómo se dieron, fue el año en que exploté yo personalmente. Pero no, no tiene que ver con la comodidad dentro de la cancha. Tienes que resolver en la posición que te toque resolver.
–¿Aquel título fue el momento más feliz de su carrera?
–Es un momento muy importante. Diría que primordial por el hecho de poder explotar en Europa. Ya me había pasado en Argentina, habían salido las cosas bien. Di el salto y me hacía falta una temporada así para explotar en Europa, para darme a conocer definitivamente aquí en Europa. Y sobre todas las cosas, devolver un poco de lo que había invertido el club en mí y ver que las cosas funcionaban.
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–Y a nivel personal, se especulaba mucho con su futuro. ¿Afrontó aquella final pensando que, posiblemente, se trataba de su último partido con el Valencia?
–No. Para nada. No tengo que ponerlo en ese contexto. Fui a jugar una final y punto. Creo que hubo una parte de renovación de contrato que estuvo medio liada, que había gente que decía una cosa, gente que decía otra, pero la verdad es que a mí no me molestó lo más mínimo. Estaba tan concentrado en la temporada, tan metido en lo que estábamos haciendo, que no me molestaba. Sabía que las cosas estaban bien porque lo habíamos hablado con Manolo Llorente –entonces consejero delegado del Valencia–, que era el que estaba manejando el club en ese momento. Habíamos quedado que después hablábamos y hasta ese momento estaba todo muy bien.
–¿Cómo vivió la celebración?
–La celebración fue inigualable, la gente acompañándonos en el autobús, yendo a esperarnos al aeropuerto... Nosotros sí que hicimos un festejo interno con el equipo y con la familia en el hotel donde estábamos en Sevilla. Pero el golpe, el mayor golpe lindo y hermoso, fue cuando llegamos a Valencia y vimos todo. Ya me venían diciendo que se iba a montar una buena y la verdad es que no lo tenía ideado en mi cabeza hasta que lo viví personalmente. Ir al Ayuntamiento, ir al estadio… En todos lados había gente. Fue fantástico.
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–Ahí empezó la época más dorada del Valencia. Pusieron esa semilla.
–Creo que instalamos una forma y una motivación dentro del club de que se podía continuar una racha buena. Y le encontramos la vuelta al trabajo en grupo y a cómo hacerlo para que las cosas salieran bien. Y duró mucho tiempo porque, después de la generación nuestra, vinieron otras generaciones y lo han hecho igual o mejor que nosotros y han mantenido el club en la élite durante mucho tiempo.
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