Más allá de las formas, muy censurables, del proceso de venta o de la duda eterna de saber dónde estaría ahora el Valencia si el nombre de Wanda se hubiera escrito en el lugar del de Meriton, o si Bankia hubiera refinanciado a la Fundación y no se hubieran vendido las acciones en 2014, lo que nadie podía imaginar, pese a que la frase era de por sí carne de cañón, era que la «mayor transacción del fútbol mundial» se iba a convertir casi siete años después en un proyecto fallido donde el máximo accionista ya no está dispuesto a invertir más capital y sigue silbando al cielo para no acabar el nuevo estadio mientras esquilma una plantilla que, a día de hoy, está luchando por no bajar a Segunda.
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El modelo de Peter Lim en la actualidad, a grandes rasgos, sigue las directrices de los últimos años de gestión de Manuel Llorente, cuando cogió el club tras la deuda enorme creada por Juan Soler pero con grandes diferencias. En aquella época, pese a las ventas de las estrellas para generar ingresos (Villa, Silva, Mata, Jordi Alba...) el proyecto deportivo no se debilitó, encadenando de la mano de Unai Emery tres participaciones seguidas en la Champions mientras iba bajando la deuda gracias a la venta de futbolistas y a la bajada de masa salarial de la plantilla.
Llorente, con sus luces y sus sombras, llegó desde el Pamesa Valencia el 7 de junio de 2009 con el club en 550 millones de deuday le pasó el testigo a Amadeo Salvo en junio de 2013, con unos meses de transición de Vicente Andreu desde que el que fuera empleado de Mercadona presentara la dimisión el 5 de abril de ese año, con la deuda rebajada a 355 millones. El coste de plantilla, en esos años previos a la llegada de Peter Lim bajó de los 99 millones en la temporada 2008-2009 a los 89 en la 2011-2012. Con la gestión de Meriton, la deuda del Valencia se disparó a 566 millones en 2019, más que la generada tras el legado de Soler y Soriano y con un incremento de 211 millones en seis años. A junio de los 2020 la hemorragia bajó hasta los 488. La cruda realidad de Meriton es que lleva recaudado por traspasos de futbolistas casi 400 millones (rozando las 60 operaciones entre traspasos y rescisiones de contrato) en el inicio de su séptimo proyecto pero ese modelo vendedor no le ha servido ni para bajar la deuda (ha sido al contrario) ni para conseguir la estabilidad deportiva. Sólo en el verano de 2016 Meriton recaudó más dinero que lo cosechado en el último mercado de 2020, el que llevó a Javi Gracia a poner su cargo a disposición del club al sentirse engañado.
A estas alturas de la película, la que la Fundación contó al valencianismo en el proceso de venta, el club debería estar encadenando beneficios en cada temporada, con un equipo siendo un fijo en la Champions. Así se reflejó en el plan de negocio a largo plazo presentado a Bankia y que, desgraciadamente, no se cumple con la dura realidad de un equipo fuera de Europa y con una plantilla que sigue en venta. Las deudas a corto plazo están ahogando al Valencia, con un símbolo tangible en la diferencia entre lo que el club debe a terceros por los fichajes que ha realizado en las últimas temporadas y lo que tiene pendiente de cobro de las entidades deportivas que han fichado a sus jugadores. A 30 de junio de 2020 esa comparativa es demoledora. El Valencia tiene pendiente de cobrar 22,79 millones por traspaso de jugadores pero debe 52,71. Es decir, tiene que pagar un 57% más de lo que le queda por ingresar.
El presupuesto de la entidad de Mestalla sobrevive más que nunca gracias a los ingresos por televisión, ya que 89 de los 118,91 millones aprobados para la temporada 2021-2022 como gastos provienen de los derechos televisivos. La Liga publicó esta semana el reparto entre los clubes de Primera y Segunda por la venta centralizada de los derechos de televisión de la temporada 2019-2020. Anil Murthy ha señalado en numerosas ocasiones a la crisis del coronavirus como la clave de la bajada drástica de ingresos del Valencia pero la realidad es que su club, junto al Real Madrid, Atlético, Leganés, Eibar, Getafe, Espanyol y los tres ascendidos, Osasuna, Granada y Mallorca, ha aumentado los ingresos televisivos en la primera temporada afectada por la pandemia. El Valencia ingresó en la campaña 19-20 un total 82,2 millones de euros (3,5 más que la 2018-2019) convirtiéndose en el cuarto equipo de Primera que más cobró. El gran peligro llegará si el equipo vuelve a quedarse fuera de Europa puesto que un 25% de la caja común se reparte en función de los resultados deportivos, tomando como baremo las cinco temporadas anteriores, donde cada puesto y curso tienen un porcentaje dando más importancia a las recientes además de los de la Copa del Rey, donde el campeón se lleva un 22% (de ahí el aumento de la tajada del pastel de los de Mestalla en el último reparto).
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