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EFE/ Kai Forsterling
Mestalla se enciende por el 'efecto mariposa'
CAYETANO A LA CONTRA

Mestalla se enciende por el 'efecto mariposa'

El valencianismo carga contra el Levante por un tuit malapata de las peñas azulgrana que desencadena la ira del equipo de Bordalás

CAYETANO ROS

Domingo, 1 de mayo 2022, 23:09

El efecto mariposa. La teoría del matemático Edward Lorenz consiste en que el aleteo de las alas de una mariposa puede sentirse al otro lado del planeta. Eso pensé cuando vi la fiereza de los jugadores del Valencia defendiendo primero la victoria y después el empate ante un Levante que se jugaba la vida el pasado sábado en Mestalla. Alguien en la Delegació de Penyes del Levante UD creyó ingenioso invitar a la marcha granota hacia Mestalla en la tarde del sábado con letras verdiblancas en el rótulo: 'Les finals es guanyen', en alusión, entendió el valencianismo, a la final de Copa perdida en La Cartuja unos días antes frente al Betis. La cuenta oficial del club granota en Twitter difundió la 'gracieta', hurgando en la herida blanquinegra. Y desencadenó la tormenta valencianista: Bordalás y sus chicos extramotivados, el público (más de 35.000) enrabietado y el Levante arañando un solo punto pese a jugar una hora con uno más por la expulsión de Gayà.

Torpeza granota. Lo último que le convenía al Levante en su visita a la avenida de Suecia era avivar la vieja rivalidad. El equipo de Lisci (también torpe en sus declaraciones diciendo que él, si fuera Bordalás, querría el descenso levantinista) se ve obligado a ganar los cuatro partidos restantes para lograr la permanencia: Real Sociedad, Real Madrid, Alavés y Rayo Vallecano. No todo está perdido. El Levante ha mejorado notablemente y está capacitado para ganar siempre y cuando se frene esta tendencia autodestructiva: la destitución de Paco López, la contratación de Javier Pereira y, ahora, la burla del rival en el peor momento.

Yunus Musah. La grada atronó en una ovación primero a Carlos Soler, líder y triunfador de la temporada, y después a Yunus Musah, víctima juvenil de la lotería macabra de los penaltis en la final de Copa. Mestalla nunca fue tan generosa con sus jugadores y su cuerpo técnico. Bordalás está en deuda con esta hinchada y esta con el técnico alicantino por haber recuperado el orgullo de pertenencia. Forman un frente común frente a la nada de la dirigencia.

Guus Hiddink. Ha envejecido bien Guus Hiddink, de 75 años, una bocanada de aire fresco en el banquillo blanquinegro a principios de los noventa, convirtiendo al Valencia en un equipo alegre y moderno. Se atrevió a ordenar la retirada de una bandera nazi, antes de un Valencia-Albacete de 1992, tiempos en que las directivas temían tocar a los ultras. Pocos días después, el consejo de administración de Arturo Tuzón amonestó a Hiddink y lo instó a ocuparse del fútbol «i res més». Pero el técnico holandés, hijo de un resistente en Holanda contra el avance de los nazis, se mantuvo firme. Hiddink contribuyó a acabar con esta lacra en los estadios españoles, de ahí el merecido tributo el sábado pasado en Les Corts, impulsado por su presidente, Enric Morera, condescendiente, sin embargo, con el sátrapa Lim en las tropelías del magnate de Singapur a la gente de Mestalla. La oposición pacífica a Lim también merecería un reconocimiento institucional.

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