El valencianismo, desesperado, lanzó una botella este sábado al Mediterráneo con un mensaje de tres palabras: 'Salven al Valencia CF'. Los destinatarios eran muchos, pero sobre todo el presidente de la Liga, Javier Tebas, y las autoridades locales, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ... y el alcalde de la ciudad, Joan Ribó, los tres con algo de margen para presionar al dueño del club, Peter Lim, a fin de buscar una salida airosa para todos.
El liderazgo y la sensibilidad de Puig en otros asuntos importantes invita a pensar que, en algún momento, entenderá que el Valencia CF, sociedad centenaria depositaria del sentimiento de miles de valencianos, merece que el 'president' trate de frenar su demolición. Desde su llegada, en 2014, Lim se ha dedicado a esquilmar al club, perdiendo potencial deportivo cada año, hasta dejarlo escuálido como se ve ahora mismo en la clasificación. La máxima autoridad de los valencianos está en disposición de explicarle al millonario de Singapur que ha llegado la hora de encontrar una solución. La presencia de los concejales de su partido Sandra Gómez y Borja Sanjuán en esta última manifestación anti-Lim indica el camino.
El alcalde Ribó dijo sentirse «preocupado» por la deriva del equipo en las últimas semanas. No es suficiente. El Ayuntamiento tiene la potestad de otorgar o no la licencia de obras solicitada por el Valencia para acabar el nuevo Mestalla. La viabilidad de Lim en el Valencia pasa por dar salida a los 80 millones concedidos por el préstamo de la Liga destinados a infraestructuras. Es otra manera de invitarlo a marcharse.
El presidente Tebas, amenazado por la Superliga impulsada por el Madrid y el Barça, necesita aliados fuertes de la clase media alta, como es el Valencia, un referente mundial condenado al naufragio por la gestión desalmada de Lim. El apoyo de Tebas a Lim, cimentado en el respaldo de este último al mercado futbolístico español en Asia a través de Singapur, se convierte en obsceno y cómplice de la irrelevancia del Valencia. Y lo acabará pagando.
Voro y el equipo merecen todo el apoyo. Dio mucha pena ver la cara desencajada de Diakhaby tras perder ante el Athletic (1-2). El equipo de Voro, al contrario que en los dos últimos partido, sí dio la cara. Gayà fue un gigante, pero las áreas condenaron al Valencia ante el poso de un rival bien hecho y bien dirigido por un entrenador de una pieza, Ernesto Valverde. El 'Txingurri', en la rueda de prensa posterior, dio un consejo sabio a los valencianistas: «El Valencia tiene recursos futbolísticos para estar más arriba. Hay una diferencia de detalles para que nosotros hayamos ganado esos partidos de Liga. Pero luego hay que manejar esa ansiedad. [El Valencia] debe cambiar la mentalización y también el público, para que en 15 días conviertan Mestalla, un estadio enorme, en algo que la gente no pueda escaparse de aquí, y eso se va a dar». Palabras para la esperanza. Fin del catastrofismo. Queda casi media Liga. Mestalla lanza un SOS: tres pulsos cortos, tres largos y otros tres cortos en el código Morse.
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