En horario de sobremesa y sin saber a qué atenerse en lo futbolístico acudió el público ayer a Mestalla. El partido ante el Betis, la necesidad de ganar, el estado físico y anímico de la plantilla y las dudas sobre los últimos planteamientos de Celades eran sólo una parte de la conversación. La otra mitad correspondía al maldito avance del coronavirus en la Comunitat. «¿Y tú, estuviste en Milán?!», se preguntaban entre vecinos de butaca, en cualquier corrillo de la Avenida de Suecia. La incertidumbre sobre el dichoso virus pesa sobre el valencianismo desde que 2.500 seguidores pasaran por San Siro el 19 de febrero y días después se confirmaran varios positivos en el norte de Italia y Valencia con el regreso de algunas personas que fueron contagiadas allí.
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Había expectación por cómo reaccionaría la grada a una complicada tesitura y Mestalla se quedó a medio camino entre la prevención y la indiferencia. Contra el Betis se registró la peor entrada de la temporada (37.418 espectadores), ligeramente inferior a la del día del Getafe y lejos del promedio de la 2019-2020, que está en unas 40.000 personas. Fue el único síntoma de preocupación que exhibiría la afición valencianista, porque en la grada no se vieron apenas mascarillas ni se palpó nerviosismo o tensión por el brote del COVID-19 en la ciudad. Una vez arrancado el fútbol a las 16 horas en Mestalla, sólo fútbol.
El Valencia, por contra, sí puso la tirita bien pronto y con exceso de celo. Lo hizo el viernes por la mañana anunciando una serie de drásticas medidas para blindar a cuerpo técnico y futbolistas de posibles contagios. Ni entrenamiento de puertas abiertas, ni ruedas de prensa, nada. Todos los actos públicos con miembros del primer equipo, cancelados hasta nuevo aviso. El Valencia, que había tomado esa serie de decisiones de forma unilateral, se reunió con Sanidad posteriormente para continuar estudiando los pasos a seguir de cara a los partidos ante el Betis y el Atalanta, sobre todo el de Champions que se juega el 10 de marzo. La ciudad deportiva de Paterna quedó sellada y a los futbolistas se les prohibió hablar con la prensa. Eso se mantuvo ayer, porque sólo Rubi y Sergio Canales comparecieron por parte del Betis mientras que los medios de comunicación no pudieron recoger las palabras de ningún valencianista. De Dani Parejo sí, pero a través de las redes sociales: «En los momentos más complicados es cuando aparecen los grandes equipos. Enorme trabajo de todos para conseguir esta victoria. Amunt». «El murciélago siempre vuelve», apuntilló Paulista.
La televisión con derechos se quedó sin grabar los momentos previos al partido en los vestuarios mientras los jugadores no convocados (por lesión, sanción o decisión técnica) cambiaron su habitual sitio en el palco de autoridades por las cómodas butabas del VIP de Peter Lim. Uno de ellos, Rodrigo, bajó al túnel de vestuarios y aprovechó para fotografiarse con ‘Piojo’ López, cuya visita al estadio pasó prácticamente desapercibida para el público aunque se dejara ver en el césped con Camarasa y Giner.
La leyenda argentina, como todos los que ayer acudieron a Mestalla, escucharon en dos ocasiones los gritos en contra de Peter Lim que nacían desde la zona de la grada joven. Parte de la grada se enganchó al mismo e incluso hubo silbidos al equipo en la recta final de la primera parte. Los goles de Gameiro y Parejo, la balsámica victoria, provocó que esas críticas hacia el dueño de la entidad no fueran a más.
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