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PACO LLORET
Sábado, 22 de junio 2019, 00:43
Anunciado a bombo y platillo en el verano de 1974, el fichaje del delantero chileno Juan Catafau derivó en un extraño caso. No llegó nunca a debutar en el Valencia, se quedó durante dos años esperando una oportunidad que nunca tuvo y le tocó reforzar al Mestalla que había bajado a regional preferente. Una historia sorprendente repleta de contradicciones. En el mes de agosto del 74, después del Mundial celebrado en Alemania Occidental, al que estuvo a punto de ir con la selección chilena, el Valencia inició su preparación para la nueva temporada en el trofeo de La Línea de Concepción que cuatro años antes había conquistado en su primera edición. Esta vez, el equipo adiestrado por Milovan Ciric, cayó ante el Hadjuk Split y hubo de conformarse con disputar la final de consolación ante el Unión Española de Santiago de Chile. Los valencianistas vencieron con holgura por 4-1 con dos goles de Quino, y uno de Sergio y otro de Escolá. En las filas rivales se alinea Catafau, al que Antón somete a un férreo marcaje. Después de ese encuentro se concretó la operación. Catafau, un extremo diestro que había destacado en este equipo, campeón chileno el año anterior, fichaba por el Valencia a cambio de 200.000 dólares.
El traspaso adquirió un amplio eco y Catafau se enteró de la noticia en Santander, donde el Unión Española participaba en otro trofeo veraniego. Hijo de un emigrante catalán, natural de Sentmenat, Juan Catafau hubo de acreditar su condición de descendiente de español para ser admitida su documentación en la sede federativa. En aquella época, a mediados de los años setenta, los dos clubes vascos que militaban en Primera División, el Athletic y la Real Sociedad, habían iniciado una cruzada contra los otros equipos que fichaban sudamericanos a los que se cambiaba la documentación para acreditar la condición de oriundos y, de esa forma, evitar que se les considerara extranjeros. Catafau llegó a Valencia pero no fue presentado a la prensa. Se incorporó a los entrenamientos pero no participó en ningún encuentro. Todo resultaba absurdo. El Valencia había pagado el traspaso bajo la autorización de Emil Osterreicher, responsable del área deportiva. El jugador disponía de ficha y contrato, firmado por el presidente de la entidad, Francisco Ros Casares, pero se hallaba en una situación de marginalidad. Algunos periódicos informaron de la historia y entrevistaron al jugador, que mostraba su extrañeza por lo que sucedía y su confianza en debutar lo antes posible.
La temporada 74-75 estuvo plagada de altibajos, el Valencia no terminaba de rendir con regularidad y el chileno permanecía proscrito, salvo en partidos de un campeonato organizado por la Federación Valenciana bautizado como 'Suprearregional', que se disputaba entre semana para los jugadores menos habituales. El torneo lo disputaban el Valencia, el Levante, el Castellón, el Hércules, el Elche y el Murcia. Catafau jugó varios encuentros de ese torneo pero su situación no varió. En Valencia convivió con su compatriota Carlos Humberto Caszely, que había llegado en el verano de 1973 al Levante UD y que lo acogió en su casa al principio de su estancia en la ciudad. Meses después, en marzo del 75, el consulado general de España en Chile acreditó la nacionalidad española del jugador valencianista a todos los efectos. Por esos días el conjunto de Mestalla destituyó al entrenador ante la mala racha de resultados y decidió que Milosevic, el ayudante de Ciric, lo relevara en el cargo. Catafau pensaba que le llegaría la ansiada oportunidad de debutar pero, pese a las buenas palabras del nuevo técnico, su situación no mejoró.
La afición valencianista también andaba desconcertada ante una situación que empeoró en el siguiente verano cuando desembarcaron en el club refuerzos de dudosa calidad. La llegada de Ocampos y Lleida terminó con la paciencia de Mestalla, que se levantó en armas ante la situación creada. Aquella revuelta en la grada les costó el cargo al entrenador y al presidente en los compases iniciales de la campaña 75-76. Catafau acabó por aceptar la opción de reforzar al filial, que se hallaba en una situación complicada hasta el punto de no poder evitar finalmente el descenso. Cuando Ramos Costa accede a la presidencia y contrata a Heriberto Herrera como entrenador le llega a Catafau un mensaje de esperanza. El técnico paraguayo se interesa por el futbolista chileno y se lo lleva a la concentración de pretemporada en Barx, en el Mondúver. El Valencia ha confeccionado una plantilla muy poderosa con la incorporación de grandes futbolistas gracias a una enorme inversión económica. Catafau juega en el Guillermo Olagüe de Gandia en el tradicional partido que abría el ciclo veraniego de amistosos. Un pase suyo acaba en gol, pero a esos 45 minutos se añaden otros en el encuentro disputado en el campo del Sueca con una formación en la que no aparecen las principales figuras. Esa será su última actuación como valencianista. Inédito a lo largo del ejercicio 76-77, contribuye al regreso del Mestalla a Tercera y, luego ficha por el Getafe Deportivo en Segunda División, de cara a la siguiente campaña. El conjunto madrileño, antecesor del actual Getafe CF, asegura la permanencia por los pelos y, al final de la campaña, Catafau decide volver a Chile.
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