
Momento cumbre en Mendizorroza
El túnel del tiempo ·
Un empate ante el Alavés en Vitoria, con gol blanco de Juan Costa, evitó el descenso del Valencia en la última jornada de la temporada 1932-33Secciones
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Un empate ante el Alavés en Vitoria, con gol blanco de Juan Costa, evitó el descenso del Valencia en la última jornada de la temporada 1932-33paco lloret
Viernes, 20 de noviembre 2020
Un empate providencial en Vitoria salvó al Valencia del descenso. El héroe fue Juan Costa, autor del gol que aseguró la permanencia. Hubo recibimiento multitudinario en la estación del Norte. Costa fue paseado a hombros por los aficionados entre aclamaciones hasta la sede del club, ubicada en la calle Félix Pizcueta, según relata en uno de sus libros el maestro Jaime Hernández Perpiñá, testigo presencial de aquella algarabía siendo todavía un niño. Final feliz en Medizorroza aunque la dicha no fue completa: el vestuario visitante fue asaltado y desvalijado. Los delincuentes sustrajeron algunos objetos de valor, así como varias cantidades de dinero. Una peripecia que no impidió la celebración por el éxito alcanzado.
La primera situación deportiva de máximo riesgo vivida por el Valencia tuvo lugar en la capital alavesa. Se disputaba la última jornada de Liga, el once vitoriano recibía en su feudo al de Mestalla. Ambos equipos se jugaban la permanencia en la máxima categoría. A los visitantes les valía con el empate para lograr el objetivo, los locales precisaban del triunfo. Los valencianistas disputaban su segundo campeonato en primera división, por el contrario, el conjunto de Mendizorroza había ascendido un año antes, así que la temporada 32-33 era su tercer ejercicio consecutivo en la máxima categoría, aunque se había librado del descenso por los pelos un año antes, en la campaña 31-32, cuando el Valencia había debutado. Aquellas primeras ediciones de la Liga contaban con tan sólo diez participantes. El descenso estaba reservado al último.
El estreno valencianista en primera división concluyó con relativa tranquilidad, sin riesgo de pérdida de categoría, gracias a su fiabilidad como local: ninguna derrota, tres empates y seis victorias, entre ellas, una goleada ante el cuadro vitoriano por 5-1. En este encuentro se repartieron todos los tantos, ninguno de los realizadores marcó más de un gol. Al descanso, el equipo dirigido por el inglés Galloway, ya vencía por 4-0. En los desplazamientos el Valencia fue incapaz de puntuar y cosechó nueve derrotas en otras tantas salidas. El factor local solía decantar claramente la balanza. En aquella época, una victoria lejos de casa adquiría un enorme valor, casi podía considerarse una proeza.
En la siguiente campaña se volvió a repetir la historia. En Mestalla hubo goleada ante el conjunto vasco, esta vez por 5-2, con una actuación destacada de Juan Costa, autor de tres tantos, los otros dos fueron obra de Valentín Reig 'Picolín' y de Navarro. Ese resultado iba a tener a la larga una enorme importancia en el desenlace del torneo. Los valencianistas ya no fueron tan fiables como locales y conocieron sendas derrotas. En las salidas, al menos, se estrenaron y fueron capaces de sumar dos empates, ambos en el País Vasco, 2-2 en el feudo del Arenas de Getxo y el providencial 1-1 de Vitoria en la última jornada.
El Valencia sufrió lo indecible para librarse del descenso. Aquel campeonato quedó fraccionado muy pronto en dos grandes grupos: el de los elegidos para la lucha por el título y el resto. En el de los más potentes se hallaban los dos clubes de Barcelona, el Madrid y el Athletic. Los otros seis luchaban por evitar complicaciones. Después de golear por 6-2 al Racing de Santander en Mestalla el Valencia navegaba por aguas tranquilas pero, a continuación, todo se enredó al encadenar tres derrotas y un empate que le situaron a un paso de perder la categoría. Una semana antes del decisivo encuentro de Mendizorroza fue vapuleado en San Mamés por 8-2. Por su parte, el Deportivo Alavés caía en Heliópolis con el Real Betis por 3-1, resultado que lo situaba como colista, un punto por debajo de los valencianistas que eran penúltimos.
El decisivo choque alzó una enorme expectación, el presidente de la Federación Española asistió como delegado y el árbitro designado fue Pedro Escartín, considerado el mejor por entonces. El choque empezó vibrante y a los cinco minutos el Alavés estrelló el balón en el larguero de la portería que defendía Nebot. Algunos aficionados reclamaron al colegiado que se concediera como gol porque entendían que el balón había botado dentro, superando la raya. Escartín hizo caso omiso a las protestas. Poco después, el Valencia inauguró el marcador gracias al gol de Juan Costa que remató una jugada por el 'Xiquet' Vilanova. No habían pasado ni cinco minutos cuando los locales empataron. El gol llegó como consecuencia de un penalti transformado por Euskalduna. Quedaba un mundo por delante.
A tenor de las crónicas, hubo fases de dominio local con más entusiasmo que acierto, mientras que el Valencia también dispuso de algunas oportunidades claras para imponerse y evidenció más hechuras que su oponente. Curiosamente, antes de la disputa de la última jornada, un grupo de clubes, entre ellos el Valencia y el Alavés, reivindicó una ampliación de la primera división y que se evitara el descenso del último. La propuesta fue rechazada, los valencianistas salvaron finalmente el pellejo y los vascos perdieron la categoría a la que no regresaron hasta veinte años después.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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