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José Peris Frigola, el primero por la izquierda en la fila de abajo, con directivos de Arturo Tuzón. Manuel Lloret
Muere José Peris Frígola, exdirectivo del Valencia que intentó sin éxito la reconstrucción de Mestalla

Muere José Peris Frígola, exdirectivo del Valencia que intentó sin éxito la reconstrucción de Mestalla

El constructor, que llegó al club en los años 70 con Ros Casares y también acompañó a Arturo Tuzón, fue el azote de Paco Roig. «Romario ni gratis», fue una de sus frases más célebres

Lunes, 16 de octubre 2023

Ha muerto José Peris Frígola. Una de las figuras clave de la historia reciente del Valencia CF. Tenía 90 años de edad y llevaba ya mucho tiempo alejado de la vida pública. Fue directivo con Ros Casares en los años 70 y también con Arturo Tuzón justo antes de que el club se convirtiese en sociedad anónima deportiva, ya con un Paco Roig despuntando por encima de todos. Pero justo Peris Frígola fue de los que le plantó cara al empresario de Poble Nou. Sin pelos en la lengua, siempre de cara, se enfrentó a quien fuera para defender el Valencia. Tuvo muchas iniciativas para beneficio de la entidad de Mestalla, pero muchos los recordarán por una frase que en su día tuvo un enorme eco. «Romario ni gratis», espetó el directivo cuando fue conocedor de los millones que debían salir de la caja del Valencia para fichar al brasileño. El delantero costaba mil millones de pesetas. En el consejo se votó en contra del pago, pero Roig insistió y entonces se creó el cántico de «Arturo suelta los duros», que dinamitó la gestión responsable del presidente de aquella época. Peris Frígola insistía en defender el dinero de los socios.

En la época actual de un nuevo estadio parado y con algunas voces que siguen pidiendo la reforma del antiguo Mestalla, Peris Frigola intentó sin éxito, allá por 1996, que el Valencia continuara en la avenida de Suecia pero con unas instalaciones nuevas, con una reconstrucción del recinto. Tenía un proyecto redactado por Díaz Cisneros y Miguel Bori por un valor de 36 millones, pero el consejo, tras negociar con el Ayuntamiento y los grandes accionistas, insistió con la reforma, que era lo que proponía Paco Roig, que finalmente acabó con un resultado menguado. De 70.000 espectadores previstos se quedó en los actuales 52.000 y la pretensión de Roig de acabarlo cuanto antes derivó en un retraso considerable. El proyecto, ideado por el entonces consejero Enrique Roig y Francisco Nebot, incluía unas torres de acceso con oficinas para vender o alquilar y un pasaje repleto de palcos privados que envolvía las gradas. El boceto fue la felicitación de Navidad que el club envió a sus accionistas. Los técnicos del Ayuntamiento pusieron el freno al proyecto y rechazaron muchas de las construcciones ideadas. Roig lo consideró una afrenta y presionó a la alcaldesa, Rita Barberá, para que concediera las licencias, llegando incluso a advertirle de que enviaría al Ayuntamiento a los 10.000 aficionados que esperaban convertirse en nuevos abonados del club con la reforma. De la grandilocuencia inicial se quedó en dos torres, ninguna oficina ni ningún palco y unas nuevas gradas que no se podían apoyar en la obra vieja. Pero hubo más. La ampliación fue considerada ilegal en 2002. En su momento, los vecinos renunciaron a ejecutar una sentencia del Tribunal Superior de Justicia, ratificada por el Supremo, para derribar la grada recayente a la calle Juan Reglá.

«Haced lo que queráis, pero el Valencia algún día lo lamentará», le espetó Peris Frígola a los aficionados, alentados por Paco Roig, que le recriminaban el proyecto de reconstrucción de Mestalla. La idea era derruir y levantar por fases un nuevo estadio en la actual ubicación, con una capacidad de 67.000 espectadores y sin que el equipo hubiese tenido que dejar de jugar allí en ningún momento.

Peris Frígola incluso puso en cuestión el estado de Mestalla, lo que le valieron críticas de Manuel Llorente y Pedro Cortés. Tanto que en Mestalla los aficionados también se lo reprocharon y en medio de un partido decidió marcharse, jurándose que nunca más volvería. Sólo lo hizo para el homenaje a Arturo Tuzón.

Con Paco Roig llegó a tener un momento de unión, pero todo fue una pantomima. Fue con la primera ampliación de capital en el Valencia. El presidente era Paco Roig y los grandes accionistas se oponían. Pero el empresario de Poble Nou aceptó un reglamento que tenía trampa. Parecía que se democratizaba el club al haber una renuncia al derecho de suscripción preferente y se establecía una libre adquisición a golpe de nueve acciones. Roig y José Peris Frígola, su azote desde la oposición, se fundieron en un abrazo y encendieron una traca en la grada de la Fonteta. Fue la famosa «Asamblea del Pacto».

Pero nada era real. Roig creó una red de testaferros entre amigos, conocidos y empleados que adquirieron y vendieron nueve títulos. Poco a poco el empresario pasó a controlar una cantidad de acciones que le permitieron dominar el club con mucha más comodidad. El despago de Peris Frígola fue tremendo, aunque se lo esperaba.

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