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Juan Carlos Valldecabres
Valencia
Martes, 3 de mayo 2022
El Valencia sigue teniendo a la Generalitat de espaldas en lo que afecta al futuro Mestalla y, lo que es peor, parece que entre las ... pretensiones del club y lo que ha exigido desde el primer momento la administración todavía hay un amplísimo margen que salvar. El numeroso despliegue de personal que preparó esta vez el Valencia para una reunión por todo lo alto no ha servido para despejar el panorama. Una foto grupal en el que no cabía un alma en una larga mesa y unas tímidas y atropelladas palabras de Anil Murthy a la finalización de la cumbre para volver a la casilla de inicio: hay que llegar a un acuerdo sí o sí con el Ayuntamiento por un lado y, por otro, presentar unas garantías creíbles. La posición institucional en ese sentido no se ha movido ni un ápice. «El proceso tiene mucho camino que recorrer todavía y tanto el Valencia como nosotros debemos ajustarnos a la legalidad», decía uno de los asistentes del lado político que llegó a intervenir.
El Valencia, a estas alturas, debe salir de la trinchera y ganar terreno, porque sabe –así se lo reiteraron una y otra vez– que aunque la ATE pase a mejor vida de manera oficial, los beneficios urbanísticos que contemplaba esta fórmula se van a mantener. Eso sí, siempre y cuando el Valencia también cumpla con lo que tenía estipulado. Y ahí es cuando empieza a torcerse el asunto. Sobre todo porque desde el Ayuntamiento, y más en concreto desde el área de Urbanismo que lidera Sandra Gómez, la consigna es firme: o el estadio tiene las 70.000 butacas que venían estipuladas en el convenio para un recinto 'cinco estrellas' (no 'low-cost' como la propia edil ha reiterado públicamente), o no se concede una licencia con tanta generosidad urbanística.
La cumbre que solicitó el club con los dos consellers implicados en la ATE (Arcadi España y Rafael Climent) ha tenido, en resumen, un resultado más parecido al empate a cero que otra cosa. La Generalitat sigue en sus trece con el marcador a su favor y no está pero que nada convencida ni con ese proyecto de estadio presentado de poco más de 45.573 espectadores ni con las frágiles garantías para cubrir el dinero que haría falta (35 millones) más allá de esos 80 millones que sí tiene listos ya LaLiga y que vienen del convenio con CVC.
Hora y media de reunión para recordarle al Valencia que debe ajustarse al convenio que por la ATE tiene con el Ayuntamiento de la ciudad y para recordarle que debe mejorar su propuesta si no quiere echar a perder todos esos beneficios que desde la Generalitat están dispuestos a atribuirle aunque no hubiera finalmente ATE. Eso lo dejaron bastante claro. El Valencia no debe temer quedarse sin esa concesión. Pero debe cumplir los requisitos.
De puertas para adentro, la posición institucional apenas ha variado y el tirón de orejas se mantiene. De puertas para afuera, el mensaje –quizás sea lo único positivo que se llevó el 'ejército' encabezado por Murthy– es que se abren las agendas de una y otra parte para seguir manteniendo las reuniones que hagan falta. La intención, así lo dejaron varios de los que intervinieron, es ayudar al club en todo el proceso. Este último apunte, por cierto, ya se dijo en la anterior cita que tuvieron los representantes valencianistas con estos dos mismos consellers.
Hablaron casi todos. La voz cantante por parte del Valencia, en especial la llevaron tanto Inma Ibáñez, responsable del área económica, como Germán Cabrera, abogado del consejo. España y Climent unificaron posturas y aunque el conseller de Economía (Compromís) ha sido el único que ha dado cobertura desde el primer momento a las tesis de Meriton, esta vez desde el Consell se tiene bastante claro no sólo por dónde van las exigencias sino que no se va a crear ninguna tensión ni conflicto interno que pueda afectar al propio Gobierno.
No hicieron declaraciones ni España ni Climent. Sólo habló Murthy. En sus nerviosas respuestas a preguntas de los periodistas y mientras se dirigía a toda velocidad al coche que le estaba esperando a pocos metros del Palau, el presidente blanquinegro quiso aparentar un avance. «Cada vez más cerca», repitió una y otra vez, mostrándose además «muy optimista». Lo curioso es que en similares términos, políticamente correctos, también se ha pronunciado cada vez que ha pasado por el Palau de la Generalitat, incluso cuando recibió por parte de Ximo Puig la peor de las reprimendas que un dirigente de club puede recibir, cuando escuchó de boca de Puig aquello de que Meriton había perdido su credibilidad. Ahora, no es que la haya recuperado pero la apariencia que unos y otros quieren transmitir es que hay un clima al menos de no agresión y de cierta intención de colaborar.
De hecho, el Valencia quiso dejar claro en esta cumbre poco menos que sabe cuáles son los deberes que tiene por delante. Es más, reconoció el club que el primer paso que tiene que hacer es reconducir su posición con el Ayuntamiento. Con Ribó, el alcalde, ya se sabe que no hay problema en ese sentido. Otro asunto es con Sandra Gómez. Y en ello van a estar, a pesar de que la vicealcaldesa lleva semanas insistiendo en su disconformidad con el proyecto de campo que han presentado, tanto en lo que afecta al aforo como en algunos aspectos más concretos como oficinas, museo, etc. De fondo está, además, la puesta en marcha de las obras del pabellón de Benicalap, algo que recoge también el convenio municipal y que el Valencia está obligado a hacer.
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